lunes, 27 de abril de 2009

Unas cosas que he leído



Sin citar fuentes exactas porque no las recuerdo, sé que leí hace tiempo en un libro sobre la Guerra Civil que la costumbre española de comer pipas viene de los brigadistas soviéticos, ya que en la estepa rusa, plagada de girasoles, es una costumbre inveterada desde siempre. Es curioso que hayan sido los soviéticos quienes hayan instaurado la costumbre de las pipas, con toda su iconografía y su banda sonora, y que esa costumbre se implantara tan rápidamente en la sociedad española, ¿no es cierto?
Hablando de usos, también me enteré hace un par de años de que si ahora decimos "papá" y "mamá" es por la gran influencia cultural francesa durante las alianzas antibritánicas España-Francia de finales del XVIII y principios del XIX: en un principio, las clases altas pasaron a pronunciar así estos nombres familiares imitando al francés, pues previamente se decía "papa" y "mama", como dicen aún hoy los gitanos. Como demuestra la vida, toda la sociedad pasó a imitar a las clases altas.
Hablando de Francia, ahora, que estoy leyendo la novela negra de la francesa Fred Vargas "Huye rápido, vete lejos", me informo de que la costumbre de regalar diamantes a la prometida venía de los tiempos de la peste negra, pues se consideraba que las joyas protegían de la peste (ya que la gente que las poseían, es decir, los ricos, tenían más posibilidades de librarse de esta pandemia). Mi çunica duda es: ¿se regalaban diamantes en el siglo XIV, cuando la Gran Peste, o es que habla la autora de otras pestes menores en tiempos sucesivos?
Por último, otra cuestión interesante, relacionada con la peste, es que los primeros relatos de terror acerca de muertos que se levantan de las tumbas (originarios de Gran Bretaña en su "formato" habitual") proceden de un hecho real: durante la peste en Londres de 1665 y 1666,, era tal el número de muertos que los enterradores no se paraban a cerciorarse del fallecimiento efectivo de los implicados. Los cadáveres eran enterrados muy precariamente, y gracias a eso algunos que eran enterrados vivos podían salir de sus tumbas, pues de enterrarlos a dos metros, no habrían podido hacerlo. Es fácil imaginar los relatos de las personas que acudían a los cementerios y veían cómo los muertos se levantaban de las sepulturas. Otro hecho curioso relacionado con esto: la peste se acabó gracias al Gran Incendio de Londres de ese mismo año, y esto dio lugar a la edificación de nuevas iglesias (la catedral de Saint Paul de Wren, por ejemplo) y a la eliminación de focos de insalubridad y delincuencia en el centro de Londres, como se hizo en París al derribar los barrios populares y levantiscos y construir los grandes bulevares en el XIX, con la intención de que lel ejército con artillería pesada pudiera abrirse paso por ellos y borrar toda sedición, cosa que no podían hacer en los laberínticos barrios pobres.
En fin. Que hay asuntos irrefutables y otros refutables. Vosotros diréis.

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