miércoles, 29 de mayo de 2013

Vuelve el hombre

Vuelve el hombre, sin bigote, con tableta abdominal, con esposa alcaldesa y amiguete pendiente de chirona. Vuelve el hombre a quien nadie tenía por qué prohibir beberse veinte litros de vino y conducir después (por eso cogió el coche Ortega Cano aquel infausto día, siguiendo las directrices siempre infalibles del hombre). Pero al hombre no lo quieren ni los suyos, a él, que tanto ha dado por su patria, porque es suya y no de otros, que tanto hizo por que España fuera cuatro, pequeña y cautiva. Los regresos no son aconsejables, a no ser esos regresos a la vida después de ver el famoso túnel. No sé si el hombre ha visto el túnel o no. Su amigo Blesa está a punto de verlo: se llama Carabanchel II. Y cuando vuelva, ¿hablará alemán en la intimidad con Angela Merkel e incluso imitará su acento? ¿Encontrará armas de destrucción masiva en Gibraltar? ¿Liquidará a Mariano sin silenciador? ¿Hara de la FAES una candidata al Príncipe de Asturias de la Concordia? Hay una canción de la Underground Velvet titulada "Esperando al hombre" ("Waiting for the man"), pero en la canción "el hombre" es un camello. Coincidentemente, el hombre que amenaza volver también es cuadrúpedo, pero guarda similitudes con  la familia del facóquero, ese extraño animal verrugoso que suena a eslabón perdido de la familia de los suidos.

http://youtu.be/MOmZimH00oo

martes, 28 de mayo de 2013

Los reencuentros (niñez, 2)

Cuando era pequeño, yo vegetaba durante el año esperando a que llegara el verano. Mi patria, más que la niñez, era el verano en la playa. Todos los años se repetía la misma liturgia (alguno varió el orden, pero generalmente no): yo llegaba el primero a la playa después de un maratoniano viaje desde Ponferrada a As Sinas (en un Renault 4, o un Renault 6). Ese día o al día siguiente llegaba Todd desde Santiago  (en un Morris, un Ondini): rápidamente íbamos a las rocas, donde yo resbalaba en las algas y me crismaba la rodilla (una vez él ya estaba allí, y nos vimos en las barcas de Corea, una escena que se me antoja micénica). Y al otro día aparecía Freak, saliendo del Renault 4 (posteriormente Renault 6) de entre cuerpos, maletas, jaulas de jilgueros y una abuela voluminosa, con el polo vomitado tras un viaje homérico desde Madrid. Y en ese momento éramos uno y trino, pero no de jilguero, sino de trinidad, y no hablo de Jiménez, sino de algo eucarístico. Éramos los tres de nuevo, y la vida era otra cosa, para mí, de hecho, la vida se tornaba vida tras la hibernación. Íbamos corriendo a la playa, Freak nos traía el último grito capitalino, subíamos a la roca Pato, yo resbalaba y me crismaba la otra rodilla. Y el verano se extendía ante nosotros como la pasarela roja de la entrega de los Oscar, lleno de deseos, de planes, de aventuras, de bicicletas y pinchazos, de piraguas y pérdidas de remos, de tours de chapas, partidos épicos de playa, remedos de superhéroes. El verano era la patria, la vida. Ahora la vida ha desvirtuado los veranos, pero siempre que tomo la curva de los Caramuxos y enfilo la recta que da al antiguo campamento de la OJE (Paco Leis), ahora Albergue Xuvenil,  creo ver al campamentero de guardia, y a Todd, enorme, con sus pantalones  cortos y su camiseta amarilla, y a Freak con su pelo impeinable, sus Lee y un niqui de rayas aproximándose al "chalet" entre el rugido del bosque circundante. Y a mí, con gafas de pasta, sandalias y rizos, muchos rizos, esperando en el porche de piedra, medio tapado por las hortensias.

domingo, 19 de mayo de 2013

Justicia y otros temas

La última del Ministerio de (In)Justicia y el prócer Gallardón es el no va más. Resulta que de ahora en adelante, si tienes algún proceso o causa judicial y quieres agilizarlo, tendrás que pagar unos 60 euros del ala. O sea, que como antes, cuando el típico funcionario del juzgado recibía regalos diversos en forma de billetes para que el ciudadano pudiera llevar a cabo cualquier trámite. Esta práctica, que se había erradicado, ahora vuelve, y con siniestros visos legales. Seguimos hacia atrás. Me parece que en El País, al haber echado a Maruja Torres, ahora la sustituirá un tal Mariano José de Larra, un escritor que promete. Porque hemos llegado por fin al siglo XIX, ¿no? Bravo, Gallardón, lo has logrado: bravo, Mariano, Fátima, Soraya, Ana, Cristina, Alberto... Vosotros sí que lo valéis y no Doutzen Kroes y su pelazo LÓreal. No me llega el día en que Gallardoncito decida expulsar a los judíos, con la ayuda de Rouco. ¿Que no hay? Da igual, echaremos a los de CCOO, o del 15M, o mejor a los desahuciados, que según voces autorizadas son etarras, o a las mujeres que tiene que abortar, que también son etarras (para estos todo el mundo que no les gusta es etarra).

En otro orden de cosas, no sé cómo me lié con Mads Mikkelsen (creo que hasta le puse mal en nombre) de "La caza" y Gabriel Mann, que es el Nolan de "Revenge". Sorry, guys. Pero algo se parecen, ¿no? Bueno, no soy demasiado fisonomista.














Por último, sigo enganchado con "Luther", y puedo afirmar que es una de las mejores series policíacas que he visto en mi vida. Cada episodio es como un largometraje de los buenos. Sensacional, e Idris Alba, el protagonista, flabbergasting (o sea, lo más). La BBC es otra cosa, por muchos escándalos del pasado que salgan ahora.

Ah, que me olvidaba. Acabo de terminar una nueva novela, titulada  Último tren al norte. Ahora empieza la fase de relectura, de cesión a lectores de confianza, y de espera  de resultados (Pedro, ¿te la mando?). A ver qué tal. De entrada, la voy a mandar al Felipe Trigo, modalidad novela larga (230 páginas, increíble en mí), a ver si la provincia de Badajoz me vuelve a dar suerte, ya que cuando regresé de allí hace 11 años, como MacArthur en las Filipinas, dije: "Volveré". A ver si es verdad. Bueno, y si no salió bien, tengo otra idea en la recámara para una nueva novela (en realidad, para dos). Últimamente estoy muy lúcido en tramas y muy espeso en el resto.
Ah: España, una vez más, ha hecho un gran papel en Eurovisión. Pero peor fue lo de Bonnie Tyler, pobre. It's a heartache, nothing but a heartache...

jueves, 16 de mayo de 2013

Luther


"Luther" es una serie policiaca de la BBC (sinónimo de calidad, como era RTVE antees de que llegaran algunos) en que el protagonista es un policía violento, inestable y muy inteligente, que se ve forzado a pedir ayuda en las complejas tramas a una asesina a la que no pudo condenar. La cosa promete,. ¿no? Pues sí. Una serie excelente, con una banda sonora de impresión. El tema central de la serie es una canción de Massive Attack, "Paradise circus", que te deja prendido. Recomendables ambos. Este es el enlace de la canción. No os la perdáis. Si os gusta Portishead y el trip hop, os encantará.

http://youtu.be/283kL_khAtc

La caza de Vinterberg


Thomas Vinterberg, director danés,  dirigió el año pasado la película "La caza". Y acabo de verla. Y estoy impresionado. "La caza" es una de esas películas que despiertan todos tus miedos, y más si eres profesor. Es una de esas películas que relatan crudamente la fragilidad de nuestras vidas, la puesta en cuestión de nuestra inocencia, la vorágine de las masas cuando tienen la oportunidad de acusar a alguien, independientemente de su condición, de su pasado, de su presente. En "La caza", un profesor se ve aislado porque tanto los otros profesores como los padres, como el resto de los habitantes de ese pueblo asfixiante del rural danés, dan crédito a las palabras de una niña, que, enfadada con el profesor, suelta al aire una mentira que se convierte en nitroglicerina. La película ahonda en la volubilidad de la gente, en su tendencia por tomar partido sin siquiera haber pruebas, y en cómo las mentiras se van agrandando hasta convertir a una persona entrañable, capaz, encantadora en el blanco de todas las balas. Matts Mikkelsen, conocido por su papel como Nolan en "Revenge", destaca poderosamente en el papel del profesor-chivo expiatorio. Una grandísima, durísima, intensísima película con unos actorazos de quitarse el sombrero, con temas eternos como el amor paterno-filial, la amistad, el odio, el perdón y la culpa. Una película que te hace reflexionar, con un colofón simbólico en su última, grandiosa escena: una vez has sido la presa, nunca podrás librarte de esa carga.

viernes, 10 de mayo de 2013

Un minirrelato


EL PERFECTO EXTRAÑO

 La vi entrar en el bar, con las muletas. Juan me dio un codazo. Otra vez aquí, me susurró. Ya la he visto, le dije, y hundí la cabeza en el mostrador. Otra vez, ella, una vez más, ella. Juan me puso la mano en el hombro. Mejor nos vamos, ¿eh? Sí, mejor. No pude evitar mirar hacia atrás cuando traspasaba la puerta. Ella me miraba fijamente, con una sonrisa amplia y roja sobre una piel blanca, impoluta. Era como las hojas del pruno sobre la nieve. Ella pidió una infusión.
Se ha ido, pero volverá. Sabe que me gusta, sabe que me siento atraído a ál irremediablemente, como en esas historias románticas en que el amor trasciende el tiempo y el espacio. Como en la película de Drácula, la de Coppola, pensó ella. Sí, esa misma.
   Yo no me había ido. Me había quedado frente al bar. A través de la luna, vi cómo ella se levantó de la silla sin tocar la infusión. Se apoyó en las muletas y se colocó el pelo adecuadamente para cubrir la cicatriz. Un amable camarero le abrió la pesada puerta y salió, a paso corto, dificultoso, hacia su apartamento. No pude reprimir una lágrima.
Cree que no lo he visto, pero sí, sí que lo he visto. No pudo evitarlo, tuvo que quedarse a verme pasar, como hacen los hombres, que les gusta ver andar a las mujeres. Un día me sentaré en la mesa de siempre y él, el perfecto extraño, se me acercará. Hablaremos del tiempo, de las películas, de viajes. Días más tarde recibiré una llamada de él, y guardaré su número en mi móvil: el perfecto extraño, escribiré.
   Juan ha vuelto conmigo, me ha tirado del brazo para que me vaya. Vamos, Emilio, vamos a dar una vuelta. No puedo evitarlo, Juan. Me da muchísima pena. Sí, a mí también. Pobre Diana.
Mañana llevaré el vestido azul. El perfecto extraño se quedará anonadado (se dice así, ¿no?), y no me quitará el ojo de encima. Estoy enamorada, no lo puedo negar. Y este hombre me resulta tan cercano, tan familiar, sin siquiera conocerlo…
Una cosa es cierta, Emilio: el amor puede con todo. ¿Por qué lo dices, Juan? Pues porque os habíais separado en muy malos términos hace tres años, y después vino el accidente, y… Es increíble, ¿no? Sí, la pobre: el cerebro quedó afectado. La memoria. La memoria, me dije. El terrible accidente de coche había borrado los recuerdos de Diana, al menos una parte de ellos. Y ahora, había vuelto a enamorarse de mí. Tal vez exista el amor eterno, como en la película de Coppola sobre Drácula, esa que tanto nos gustaba, que tantas veces vimos juntos antes de que llegaran los malos, los peores tiempos.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Momentos estelares: infancia (1)


Uno de los momentos estelares de mi infancia vino dado por algo que no me gustó demasiado. A los siete años detectaron que era un miope sin esperanza, y un día de verano fui a Santiago al oculista con mi madre. El oculista me dijo que tenía dos dioptrías en cada ojo (de miopía) y que además, tenía 1'25 de astigmatismo. Achaqué a esa deficiencia mi nulidad en la rama de las matemáticas... pero con gafas la cosa no mejoró mucho. El caso es que, igual que cuando iba al dentista mi madre me invitaba a un batido de chocolate en el Samoa, en Ponferrada (detrás de la Iglesia de San Pedro, desaparecido hace muchísimos años, y no hablo de San Pedro, que también, sino del Samoa), del mismo modo buscó un modo de recompensarme por ingresar en el ingrato mundo de gafitas-cuatro-ojos-capitán-de-los-piojos. Y me llevó a la (desaparecida también) librería Carballal de Santiago (Rúa del Villar), donde me regaló dos libros, en ejercicio de compensación por mi ingreso en la pitoñez. Me puse a rebuscar, y encontré los tomos especiales de Trueno Color... y hallé allí, en aquel anaquel, nada menos que ¡el número uno del Capitán Trueno! Me temblaban las manos, más aún que las pupilas dilatadas por las gotas del oculista. Un sueño hecho realidad. Pude comprar otro, que aparece en la foto. Cuando volvimos de Santiago a la playa, pues era el mes de julio, ignoro si ya llevaba las gafas o no (puede que sí, porque creo recordar el gesto extraño con que me recibieron mis primos), pero sé que a Freak y Todd no les habría importado que su primo fuera el Hombre Elefante: tomaron en sus manos el libro como si fuera el Grial. Eso no me eximió, con todo, de recibir ciertas ironías, tales como llamarme Rompetechos o, años más tarde, "Toloveo Largavista". La justicia poética se cumpliría años después: ambos acabaron usando gafas. En realidad, el único que no usaba gafas en nuestra familia era mi perro Randa. 
Momento estelar de la niñez.


martes, 7 de mayo de 2013

Los miserables/Atomka

Alguno creerá que voy a hablar del gobierno, pero no: voy a hablar de la película basada en el musical, basada en la novela de Víctor Hugo: Los miserables. Y he de decir que yo, que no soy en absoluto amigo de musicales, me he quedado impactado con esta película, porque la fusión de la música con el espectáculo visual, con la parte emocional tan intensa, y con los actorazos que salen, todo esto resulta en, para mí, una obra maestra del género, una película inolvidable. Impresionante Hugh Jackman, intento Russell Crowe, admirable Ann Hathaway... y el resto del reparto. La escena de apertura se queda para siempre en la cabeza: esclavos intentando reflotar un buque, con uno de los temas recurrentes de la banda sonora... y la escena final, para llorar como un Magdaleno. Imprescindible.
Y en cuestión de libros, no os perdáis, por favor, la tercera novela de Franck Thilliez, Atomka, en la que la inefable pareja Lucie Henebelle-Sharko continúa la investigación de extraños asesinatos relacionados con pruebas nucleares realizadas con humanos, o experimentos de reanimación de la muerte a través de la congelación, además de profundizar en el atormentado pasado de esta pareja de policías atípica y adictiva. Si no habéis leído las dos primeras, El síndrome E y Gataca, id haciendo acopio para el verano. También podéis leer el origen de esta saga, El Ángel Rojo (Edhasa), que relata el pasado de Sharko, y de cómo su enfrentamiento a un asesino increíblemente sádico conformó su personalidad.

viernes, 3 de mayo de 2013

Una ministra ocupada

Ha habido ocho reuniones en un día de todos los ministros europeos de Asuntos Sociales en Bruselas. Sólo faltó una ministra: Ana Mato. Parece que no le interesa gran cosa lo que le puedan decir otros ministros, o algunos especialistas en temas en los que ella no tiene, reconozcámoslo, ni puñetera idea. Pero Ana Mato es así, y yo la justifico, porque sé de buena tinta que estaba moreneando en su solarium, mientras esperaba a que le llegara a casa un cargamento de confeti. Ah, voto a Bríos (y me pregunto, ¿qué o quién era ese maldito Bríos al que tanto votaba el Capitán Trueno? ¿Era acaso el Fabra del siglo XIII? ¿Un templario con gafas de sol y aeropuerto? Chi lo sá): pensé que el nivel de ineptitud de algunos ministros de ZP era absolutamente inabordable, pero entre Floriano y sus estadísticas, la Báñez y su careto de haberse zampado dos hogazas de pan sin respirar, Gallardón tornado Torquemada, Cañete recomendando duchas frías a otros ministros comunitarios, la Cifuentes comparando a los desahuciados con ETA y demás, creo que el camarote de los Marx era un gabinete mucho más serio que estos cenutrios que. además, ni siquiera desean aprender de los que saben, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento... y otras prédicas que desconocen aunque afirmen ser tan, tan, tan católicos.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Qué es lo que queda de uno

De un tiempo a esta parte me he dado cuenta de cómo nos apropiamos de todo en nuestros recuerdos de la gente que se ha ido. Cuando oigo a Leonard Cohen, veo a Joel Simkin; cuando veo a un ciclista pedaleando por el arcén de la carretera de Os Peares, veo a Ramo. Cuando alguien nombra un vermut, me viene Maruja, la gran Maruja cernadas a la memoria. Cuando alguien pasea solitario por los caminos, ahí está mi tío Carlos. Cuando el Atleti triunfa, ahí está mi tía Mari. Cuando alguien canta con pasión algún clásico popular gallego, ahí veo a Pepe Padín. La gente que se va para siempre ha conquistado la música, el polvo de los senderos, el asfalto, el alcohol, el deporte. Y muchas veces me pregunto de qué me apoderaré yo cuando me vaya. ¿Qué recordará la gente de mí? ¿Será la música, esa a la que someto a todos día tras día, machaconamente? ¿Serán mis tics, inevitables enemigos desde la infancia? ¿Serán los libros que dormiten en anaqueles, los míos y los de los otros? ¿Serán las anécdotas que he contado, los súbitos cambios de humor, mis buenos momentos, mis momentos de hiel, mis tangos arrebatados, mis indecisiones, mis silencios, mis meteduras de pata sin solución (tantas... y tantas que meteré), mis recomendaciones literarias y musicales? Daría algo por saber cuál será la espoleta que activará en otros la bomba de recuerdos de mí mismo. Aunque me imagino que Juan Rulfo y Borges, el Real Madrid, Elliott Smith y Quique González, los cedés variados que grabo esporádicamente a la gente a la que quiero, Goya, alguna película de Polanski, alguna otra de Costa Gavras... algo así será lo que quede de mí, sin ser mío. Algo de esto robaré para que otros me recuerden.

La tela de araña de J. Mª Pérez Álvarez (Chesi)


   Acabo de terminar "Tela de araña", de José María Pérez Álvarez, conocido por amigos y círculos culturales como Chesi. Uno sabe algo a ciencia cierta cuando lee una novela de Chesi: se va a preguntar una y otra vez de dónde fluye ese torrente literario, y dónde hay que pagar para que se te pegue algo. "Tela de araña" consiste en la llamada que hace una editora a un escritor venido a menos (Ramón Álvaro Rodríguez Expósito, quien, curiosamente, tiene cuatro tildes en su nombre, al igual que el autor) para que lleve a cabo la biografía del autor maldito (o maldito autor, que también vale) Guillermo Gal Cossío. Con estos mimbres, Chesi nos relata a través de su alter ego(al menos eso creo)  las vicisitudes de la vida de Gal, y también las de Ramón, y las de la mujer de Gal, Gloria Suárez. Y también nos habla a pie de página de los encuentros de Ramón con figuras señeras de la literatura (unos apócrifos, otros, no, muy a lo Borges), y nos habla de literatura, y de la lengua, y de la física, la metafísica, el sexo, en un deambular por ciudades europeas que recuerda al deambular de Max Estrella y Don Latino por la noche oscura de Madrid. Sí, tiene algo de "Luces de Bohemia" este relato, como tiene mucho de valleinclanesco este autor, torrencial en la lengua, magistral en el humor, en lo tragicómico, en la parodia (las parodia del lenguaje cervantino son algo espectacular), en la ironía y la digresión, si bien Chesi bebe de todas las fuentes de la gran literatura mundial. Chesi introduce esta tela de araña (una metáfora de la vida del biografiado) en otra, la de su propia novelística, no en vano surgen personajes de "Nembrot" (y posiblemente de otras), la obra que le ha dado renombre en la literatura vanguardista de este país, algo que muchos creímos que no existía. Y en este macrotexto aparecen hechos reales mezclados con ficción: encuentros verdaderos con autores, junto con otros falsos, las citadas citas veraces o mendaces, y la andanada descacharrante a Bryce Echenique por el famosos asunto de sus plagios demostrados a artículos de Chesi. Imprescindible la inolvidable correspondencia de Ramón con la editora, pesadilla de cualquier autor a sueldo, hilarante como una de las buenas películas de Woody Allen. Según    un párrafo, "la literatura es esa nieve urbana que se pisa, sucia, melancólica". Es cierto. Y yo querría pisar esa nieve urbana para aprender aunque fuera un poco de la maestría lingüística y literaria de Chesi, la profundidad de sus comentarios envueltos en jocosidad, pues es la clásica persona persona tímida que esconde sus temores en el humor (y tal vez en el Sumial, a veces, cara al público). Es una fortuna para mí poder leerlo, y doble fortuna por conocerlo.