martes, 28 de abril de 2009

¿Escatología? Pasa palabra


Calentamiento global, guerras localizadas, piratas somalíes, SIDA en África, crisis económica mundial de consecuencias imprevisibles, Carla Bruni en España... y ahora, la crisis porcina. Son tiempos escatológicos, en el primer sentido del diccionario, o sea que no hablo de caca, ni nada parecido.
Empezamos por unas vacas que perdían la razón, seguimos por aves griposas, y ahora llegamos a nuestro entrañable cerdo, portador de un virus que se expande por el mundo a través del turismo. No sé qué lección extraemos de esto. En otros tiempos, la cosa era bien fácil: Dios se ha cabreado grandemente con este mundo de pecadores, y, una vez más, va a golpear precisamente donde haya más pobres, y, curiosamente, donde más devotos suyos se congregan. Dios escribe con los renglones torcidos, sí, pero es que se ha pasado de folio una vez más. Esto suena a apocalipsis, y qué contentos estarán por fin los testigos de Jehová, inasequibles al desaliento en sus anuncios agoreros del fin del mundo. Un día acertarán, pero no quedará nadie con quien jactarse de su acierto. De hecho, no quedarán ni ellos, ni los ovnis vendrán a rescatar a los cienciólogos. . Ahora proliferarán nuevos profetas, que se regocijarán con las nuevas plagas, con las hambrunas generalizadas, con el cortijo "Ambiciones", con la subida del nivel del mar, con las partes de un tal Darek, con las facturas de Endesa y Fenosa (los nuevos anticristos) , con la proliferación de "princesas" anoréxicas de internet, pues, revelémoslo, los profetas solo viven de la carroña. Solo nos quedará una esperanza: José Manuel Lúcia, el asturiano que lleva cien años en Pasapalabra. Desaparecerá el mundo, el planeta arderá como una bola de fuego, pero él seguirá impasible, respondiendo a todas las definiciones sin pestañear. Tal vez esta sea la última pregunta que le hagan a José Manuel antes de que el mundo reviente flamígeramente: "Relativo a la parte de la teología que estudia las últimas cosas, es decir, el destino final del hombre y el universo". Él responderá, impertérrito, con ese deje tan asturiano, con ese rosco abecedario coronándolo como un nimbo: "Escatológico".

(Curioso: La palabra "escatología" tanto en la acepción anterior como en la otra, que es "Estudio de los excrementos", provienen exactamente de la misma raíz. Esto es, "logia"> "estudio, ciencia"; "escato"> "último; excremento". O sea que para un griego quedar de último era lo mismo que ser una auténtica mierda. Así ganaron a los persas, claro.)

(¡Última hora! ¡Primicia! José Manuel se ha llevado el bote! ¿Quién nos salvará, pues?)

lunes, 27 de abril de 2009

Unas cosas que he leído



Sin citar fuentes exactas porque no las recuerdo, sé que leí hace tiempo en un libro sobre la Guerra Civil que la costumbre española de comer pipas viene de los brigadistas soviéticos, ya que en la estepa rusa, plagada de girasoles, es una costumbre inveterada desde siempre. Es curioso que hayan sido los soviéticos quienes hayan instaurado la costumbre de las pipas, con toda su iconografía y su banda sonora, y que esa costumbre se implantara tan rápidamente en la sociedad española, ¿no es cierto?
Hablando de usos, también me enteré hace un par de años de que si ahora decimos "papá" y "mamá" es por la gran influencia cultural francesa durante las alianzas antibritánicas España-Francia de finales del XVIII y principios del XIX: en un principio, las clases altas pasaron a pronunciar así estos nombres familiares imitando al francés, pues previamente se decía "papa" y "mama", como dicen aún hoy los gitanos. Como demuestra la vida, toda la sociedad pasó a imitar a las clases altas.
Hablando de Francia, ahora, que estoy leyendo la novela negra de la francesa Fred Vargas "Huye rápido, vete lejos", me informo de que la costumbre de regalar diamantes a la prometida venía de los tiempos de la peste negra, pues se consideraba que las joyas protegían de la peste (ya que la gente que las poseían, es decir, los ricos, tenían más posibilidades de librarse de esta pandemia). Mi çunica duda es: ¿se regalaban diamantes en el siglo XIV, cuando la Gran Peste, o es que habla la autora de otras pestes menores en tiempos sucesivos?
Por último, otra cuestión interesante, relacionada con la peste, es que los primeros relatos de terror acerca de muertos que se levantan de las tumbas (originarios de Gran Bretaña en su "formato" habitual") proceden de un hecho real: durante la peste en Londres de 1665 y 1666,, era tal el número de muertos que los enterradores no se paraban a cerciorarse del fallecimiento efectivo de los implicados. Los cadáveres eran enterrados muy precariamente, y gracias a eso algunos que eran enterrados vivos podían salir de sus tumbas, pues de enterrarlos a dos metros, no habrían podido hacerlo. Es fácil imaginar los relatos de las personas que acudían a los cementerios y veían cómo los muertos se levantaban de las sepulturas. Otro hecho curioso relacionado con esto: la peste se acabó gracias al Gran Incendio de Londres de ese mismo año, y esto dio lugar a la edificación de nuevas iglesias (la catedral de Saint Paul de Wren, por ejemplo) y a la eliminación de focos de insalubridad y delincuencia en el centro de Londres, como se hizo en París al derribar los barrios populares y levantiscos y construir los grandes bulevares en el XIX, con la intención de que lel ejército con artillería pesada pudiera abrirse paso por ellos y borrar toda sedición, cosa que no podían hacer en los laberínticos barrios pobres.
En fin. Que hay asuntos irrefutables y otros refutables. Vosotros diréis.

Sin ellos


Sin ellos tres soy poca cosa. Me sobra el espacio, me falta el sonido, me quedo sin risa, me borro las emociones, sintonizo la tele y me convierto en sofá. Sin ellos tres no sé si podría levantarme todas las mañanas y acudir al trabajo, y escribir por la tarde, y entrar en el blog. Sin ellos, todo habría sido diferente. Es decir, peor. O mucho peor. Sin ellos tres soy un paramecio deambulando por sopas primigenias, un escorpión picando a mala uva sin razón, un ballenato perdido en el océano al no oír las voces de su manada. Les debía algo así desde hace mucho tiempo. Desde siempre, en realidad. Pero es difícil expresar lo que sientes a los más cercanos. Es fácil caer en la sensiblería (tal vez he caído, y me da lo mismo), en la falta de objetividad (¿pero es que aún alguien cree que tal cosa existe?). El caso es que sin ellos soy como un jilguero liberado a la fuerza, como un narval en una bañera, como un vencejo volando frenéticamente alrededor de la nada, soy un unicornio perdido en Carrefour, soy un pájaro de alas rotas, un vendedor de deshumifificadores en el Sahara, un representante de Rolex en Haití, un tucán en la Sierra de Gredos, un nómada en Ibiza. Sin ellos tres soy poca cosa. Tal vez nada.
Por fin, a ellos. Se lo debía. Se lo merecen.

jueves, 23 de abril de 2009

Allende y las alamedas

No puedo escuchar las últimas palabras de Allende, ni siquiera leerlas, sin emocionarme. Esa legendaria grabación desde La Moneda en aquel aciago día de 1973, el palacio presidencial bombardeado por el ejército que debía defender la democracia, me pone los pelos de punta, y me produce esa tristeza tan cercana a las lágrimas y tan similar a las imágenes de los vencidos republicanos cruzando la frontera hacia Francia, o los padres despidiéndose de los hijos que se irían a Inglaterra o Rusia durante la guerra civil.
Vi un documental sobre la muerte de Allende. Está demostrado por fin que Allende se suicidó. Su muerte ha causado mucha polémica, pues unos defendían que había muerto luchando, y se negaban a creer en la hipótesis del suicidio. Yo me pregunto qué más da: el suicidio fue una opción coherente. ¿Qué podía hacer un hombre inhabituado a la violencia? Sería reducido con facilidad, sería hecho preso y sometido a terribles vejaciones. Su decisión fue más que valiente: fue incluso honorable. Pero queiro resaltar algunos fragmentos de su última alocución a los chilenos. Empieza con un "je accuse" sobre los traidores de la cúpula militar, sobrevolando la siniestra figura de Pinochet, uno de los mayores cobardes e hijos de perra de la historia del siglo XX; sigue con una despedida, y termina con un canto de esperanza magnífico, conmovedor, poético, cuyo final transcribo literalmente.


Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria. El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.
Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.

¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.


Estas fueron sus palabras.Si un día viajo a Chile, caminaré por esas grandes alamedas y tendré mi momento de recuerdo a Salvador Allende, un hombre bueno que fue avasallado por unos tiempos crueles, despiadados, despóticos. Qué daría yo por poder hacer un discurso así con las bombas silbando a mi alrededor, con la certeza de la muerte tan cercana como el aire que respiro.


(A todos los muertos y desaparecidos de Chile y Argentina. Contra el perdón)


lunes, 20 de abril de 2009

El valor de la vida de un soldado

Tenía razón Kuro cuando relataba cómo el ejército soviético dotaba a sus soldados de un fusil para cada dos, de modo que cogieran el fusil del primero que cayese. Esto aparecía en "Enemigo a las puertas", película muy fiable dcumentalmente, y me olvidé de comentarlo pese a ser uno de los hechos más estremecedores del fim. Y ya es curioso, porque en otra entrada iba a comentar sobre algunas películas bélicas cuyos inicios me impactaron, y es precisamente "Salvar al soldado Ryan" una de ellas: las escenas del desembarco en Normandía son de un verismo aterrador, esas ráfagas de ametralladora son casi reales, esos instantes en que caía la plancha de la lancha de desembarco y sabías que tenías un 90 % de posibilidades de morir son autentícamente escalofriantes, esos cuerpos destrozados por los obuses... Pero es que Kuro toca una cuestión relevante, que es el valor de la vida del soldado. Los soviéticos no dudaban en ganar batalals por cuestión numérica, independientemente del número de bajas, que al alto mando le traía sin cuidado. Hitler no dudó en sacrificar su VI Ejército, la joya de la corona, en Stalingrado, simplemente para tomar la ciudad que llevaba el nombre de su fiero antagonista: el resultado fue la muerte y apresamiento de cientos de miles de soldados, por no hablar de los civiles. Y, por último, los aliados mandaron al matadero a miles de soldados norteamericanos para poner el pie en Normandía e iniciar el desembarco: dicen que la esperanza de vida de cada soldado se cifraba en minutos. El fin justifica los medios para el alto mando militar.
Tal vez el ejemplo mejor y más radical de cómo se puede utilizar la vida de los soldados es la legendaria "Senderos de Gloria" de Stanley Kubrick, película prohibida en Francia hasta la década de los 80. En ella, durante la guerra de trincheras de la I Guerra Mundial, un general francés manda a un regimiento a una misión suicida para poder colgarse una medalla. Esta película se sustenta en un episodio histórico e ignominioso, y puedo afirmar que contiene una de las escenas más meorables e impactantes del cine bélico, esa que reproduce la foto: Kirk Douglas avanzando por la trinchera, con un fondo de música de tambores, mientras la niebla causada por la artillería se va haciendo cada vez más densa, hasta oscurecer la imagen: genial, magistral, insuperable, legendaria.
Podríamos poner cientos de ejemplos para seguir demostrando la tesis... y no quiero entrar en el tema del Yak 42, pero también demuestra que una ceremonia solemne con los jerifaltes es más impostante que la constatación de la identidad de los cadáveres de los soldados. Ahí se demuestra lo que vale la vida de un soldado: nada. Justificar a ambos lados

domingo, 19 de abril de 2009

El chimpancé Santino


Ya he comentado en otra ocasión que subestimamos las capacidades de los primates. Se ha ido descubriendo que tienen sentimientos de orgullo, envidia, venganza, solidaridad e incluso un germen de pensamiento religioso. Pero se seguía diciendo que los primates no poseían pensamiento a largo plazo, es decir, que no podían hacer planes. Pues bien, en un zoo de Suecia el chimpancé llamado Santino (ahí, a la izquierda) se dedicaba a recolectar piedras para después lanzárselas a los visitantes. Y como le retiraron las piedras, se puso a buscar proyectiles en partes débiles de muros de cemento. Caray con Santino: llegará a algo. Esto se va pareciendo a "El Planetas de los Simios". Tal vez un día chimpancés, gorilas y orangutanes inicien una rebelión "santinista", en honor al precursor, y dominen la tierra, y nos releguen a zoológicos y servicios domésticos. Nos lo mereceríamos. Quién sabe si acabaríamos enamorándonos de chimpancés u orangutanas. En rigor, lo que demuestra el chimpancé Santino es que está a un pasito de ser humano, pues una característica primaria de ser humano es devanarse los sesos para jorobar al prójimo. Y viendo el comportamiento sociópata de algunos alumnos de colegios e institutos, no descarto que un día nos manden chimpancés a los centros educativos. Dudo que resultaran peores que esos "algunos". Yo, por mi parte, estaría encantado de tener algún primate en clase. Total, ya que casi nadie atiende, por lo menos tendría algo en que entretenerme... hasta que empezase a recolectar tizas y borradores y me dejase acribillado.

sábado, 18 de abril de 2009

Muangsurin




¡Ha muerto Muangsurin! ¿Que quién fue Muangsurin? Pues el boxeador tailandés que derrotó al inefable e irrepetible Perico Fernández en el combate por el cetro mundial de su peso en Bangkok.
¿Y por qué hablo de esto, yo que nunca he dedicado una línea al boxeo? Pues porque de ese combate quedó una frase, para mí histórica, pues resume las capacidades de Perico Fernández, aquel boxeador aragonés, bajito y tartamudo que quiso dedicarse al rock al dejar el boxeo. A la pregunta del reportero sobre qué había ocurrido en el ring, por qué Perico se había desmoronado ante su contrincante tailandés, Perico respondió que no había sido él quien le había vencido, sino el calor sofocante de Bangkok. Perico lo expresó de esta manera, literalmente: "No fue el chino, fue la caló". Esta frase memorable, solo comparable con el sueño que tuvo Martin Luther King, o la sangre, sudor y lágrimas de Churchill, lo utilizo en diversas ocasiones: cuando pierdo a algo, o cuando el calor me atonta en exceso.
Por otra parte, me parece un poco injusto que se prohíba la emisión de boxeo en las televisiones públicas. Quede claro que el boxeo no me gusta, en absoluto, pero también quede claro que el boxeo se emite siempre por la noche, en horario adulto, mientras que en horario infantil he visto a tipejos o tipejas contar cómo se lo montaban con sus parejas, dando todo tipo de detalles mensurables, o también he visto cómo un psicópata estrujaba el cerebro de una víctima con el consabido desparrame de sesos, o en los telediarios he visto cuerpos mutilados sin previo aviso del presentador, o he visto episodios de "Padre de familia" no aptos ni para adultos, o al mismo Shin Chan dando lecciones sobre todo lo que no deben ser unos niños, o, mira por dónde, en ese horario infantil, a las cinco de la tarde, se retransmiten programas en que unos tipos vestidos con chaquetilla, manoletinas, sombreretes absurdos y pantalones ajustados de color rosa, marcando paquete ostensiblemente, torturan con diversas armas a un mamífero hasta acabar por matarlo con una espada. A mí esto me parece bastante peor que dos tipos dándose puñetazos, la verdad. Porque si los toros son un arte proveniente del mundo antiguo, no lo es menos el boxeo, practicado, que se sepa documentalmente, desde los tiempos de la Grecia clásica. Ni soy antiboxeo ni soy antitaurino: son dos asuntos muy complejos con evidentes contras y algunos pros de índole cultural y económica, e incluso conservacionista, según sus partidarios. Ahora me lloverán comentarios sobre las sutiles diferencias entre ambos artes. ¡Qué contradictorios somos!

viernes, 17 de abril de 2009

Ritos y relatos



Sigamos con los cuentos, que es uno de mis temas favoritos.
Hace un siglo, el folklorista ruso Vladimir Propp escribió varios libros sobre los orígenes de los cuentos populares. Basándose en varios modelos repetidos en toda Europa, llegó a la conclusión de que muchos de los relatos o cuentos universales que luego transcribieron Andersen, Grimm, Perrault y demás tenían su origen en un rito de paso: el de la madurez.
Me explicaré. Hace tiempo inmemorial las pequeñas sociedades rurales dividían los pasos de la vida en ritos de iniciación, de celebración o de paso. Un rito fundamental era el que convertía a los niños y niñas en hombres y mujeres. Para esta transformación, los niños deberían morir simbólicamente para volver a nacer como personas formadas y maduras. El procedimiento para llevar a cabo el rito solía consistir en alejar a los niños de sus familias y encerrarlos en un lugar alejado (una cueva, una cabaña en el bosque...); el chamán los sometía a la violencia, la vigilia, el hambre, las drogas existentes (hongos, hierbas...) y, sobre todo, al terror. Los niños sentían que realmente se morían allí, a oscuras, sufriendo alucinaciones con el poder asociado de las drogas, el hambre y la falta de sueño.
Después de esa experiencia terrorífica, de esa "muerte", salían de aquel lugar del horror para vovler a sus casas convertidos en personas diferentes. Por fortuna, a medida que la sociedad se iba haciendo más compleja y más benevolente con sus miembros, esos ritos se fueron abandonando. Pero, según Propp, algo quedó de ellos. Imaginad un pueblo entero que haya sufrido esa experiencia desde tiempo inmemorial: ¿qué recuerdo irá quedando de ese rito abandonado? ¿dónde se revelarán esos miedos? En los cuentos. Por eso, cuando en un cuento infantil veamos que alguien llega a una casita de chocolate, a una cabaña en medio del bosque, a una casa en la cima de una montaña... ese es el lugar del terror, la memoria del pánico grabada en la mente de los hombres.

jueves, 16 de abril de 2009

Cuéntame un cuento y verás que contento...

El niño se mostraba reacio a dormir y llamó por su papi. Llevaba seis horas jugando al "San Andreas", y el cerebro no era capaz de descansar tras tanta matanza y extorsión virtuales.
Niño: Papi, cuéntame un cuento para conciliar el sueño.
Papi: De acuerdo, hijo. Te haré un popurrí de varios de los que a mí me contaban, ya que estáis en la era del mix, y los actualizaré para que comprendas mejor.
Niño: Okey.
Papi: Érase una vez dos niños que vivían con su papi y su madrastra. La madrastra detestaba a los niños, ya que no permitían que el papi y ella viajaran a Punta Cana, por lo que la madrastra propuso abandonarlos en un bosque. Al día siguiente el papi los abandonó en el bosque, y los niños, después de andar mucho, hallaron una casita preciosa. Entraron en ella, y una bruja los secuestró. Encerró al niño en una jaula y lo fue alimentando para comérselo en un futuro cercano, y a la niña la dedicó a las labores del hogar en una época en que no existía Cillit Bang.
Niño: ¡Jopé!
Papi: Mandó a la niña a un recado: tenía que ir a un centro de la tercera edad porque la mami de la bruja estaba allí. La niña fue con una cesta llena de Danacol para el colesterol de la mami de la bruja... y se encontró con un lobo que se la comió, cesta incluida.
Niño: Jolín.
Papi: Pero por fortuna la niña quedó viva dentro de la barriga, y con la hebilla del cinturón rasgó el vientre del lobo. La niña salió de la panza toda ensangrentada y quemada de los ácidos estomacales, y le arrojó ácido sulfúrico al lobo: "Es para que sufras mejor, cabronazo", le dijo. Llegó al hogar de la tercera edad bastante deformada por la acción de los ácidos, y encontró que la mami de la bruja se había convertido en un monstruo espantoso, una mezcla de Belén Esteban y Karmele Marchante, que se había comido a todos los residentes mientras bailaban pasodobles en una de sus típicas fiestecillas de clubes de jubilados; el monstruo la persiguió por todo el bosque hasta llegar a la casita de la bruja.
Niño: ¡Qué horror, Karmele Marchante!
Papi: En efecto. Allí, la bruja ya estaba salpimentando a su hermano y decorando un plato cuadrado con una ramita de eneldo cuando aparecieron niña y monstruo en la casa. El monstruo descuartizó a la bruja no sin antes sacarle a relucir todos los trapos sucios: "¡Te acostastes con el Príncipe Azul, te liastes con todos, hasta con la sirenita Lorelei, zorrona, y vendistes la exclusiva!". La niña aprovechó ese momento para clavar un hierro candente al monstruo, y meterle además la cabeza en el horno pirolético; falleció entre horribles estertores.
Niño: ¿Qué son "estertores"?
Papi: Y yo qué sé. Después, los dos hermanos mearon encima del cadáver de modo reivindicativo. Salieron de la casa, salieron por fin del bosque... y cuando llegaron a casa de papi, papi había sido torturado y asesinado por la mafia rusa y supieron que la madrastra había sido vendida a un prostíbulo de los Monegros. Pero vivieron felices y comieron perdices. Qué, ¿te ha gustado?
Niño: Sí, papi.
Papi: ¿Apago ya?
Niño: Mejor no. Déjala encendida toda la noche. Yo pago la factura si quieres. Jopé, qué bestias eran vuestros cuentos, papi.


(A todos los cuentos que no nos dejaban dormir)

¡Kansas, Kansas! (1)




En enero de 1986 fue a la universidad de Lawrence, Kansas, a trabajar de lector de español. En el contrato se incluía además matricularse en unos cuantos cursos de Humanidades. Yo elegí Literatura Hispanoamericana (impartida por el profesor Souza), Modernismo (el profesor Doudorff, un tío entrañable, una rara avis)y Super-Portugués (no recuerdo su nombre, pero sí que nos tenía bastante manía a los españoles), un curso acelerado de esta lengua en su versión brasileña.
Pero hablaré de mis primeras impresiones al llegar allí. Llegué de noche y mi amiga Ángela Llanos, a la que no veo desde hace veinte años, me vino a recoger al aeropuerto de Kansas City, Kansas (pues hay también Kansas City, Missouri, separadas ambas por un puente sobre el río Missouri). Cuando desperté al día siguiente todo estaba nevado. Salí de la casa que compartía Ángela con su amiga Lisa (su "roomy", como dicen allí) y comprobé algo: el aire era distinto, no sé si es que allí hay más o menos ozono, o más o menos oxígeno o hidrógeno, pero era distinto: allí el aire era aséptico, no olía a nada. Otra cuestión: creía que lo más liso que había visto en mi vida era Albacete, pero nada que ver con Kansas, un inmenso campo de fútbol extensible a todo el Medio Oeste, mayor aun que el campo de Oliver y Benjy.
Al día siguiente fui a la facultad de Humanidades y conocí a mis compañeros de departamento: aparte de Ángela, había dos puertorriqueños muy simpáticos y sandungueros; una peruana hierática como el Gran Inca; Jesús,un mexicano afable mientras no le tocasen el tema de los gachupines; Ana, una colombiana encantadora; Dilkash, una india de India muy maja; una argentina muy habladora (¡qué raro!), y de entre los nativos, de los que me dejo algunos porque la memoria es endeble, destaco a un norteamericano inmenso que debía de pesar 200 kilos y que llevaba a sus clases un dinosaurio de peluche de color verde: ¡Pensad en que estoy hablando de la universidad, y no de la escuela primaria!
Paseé por los pasillos enmoquetados del edificio, y vi las puertas de los despachos de los "professors" (catedráticos, por así decirlo). Excepto uno, todos tenían carteles antisandinistas y anticastristas, carteles que te planteaban la pregunta: ¿De qué lado estás? Era obvio que si no estabas del suyo, lo llevabas crudo. Me percaté de que entre el ambiente universitario de Santiago de Compostela y el de Lawrence había algo más que un océano inacabable. Por fortuna, visité la biblioteca... y me quedé atónito: ¡más de un millón de libros, aparte de fondos microfilmados! Como Santiago, vaya.
Salí del campus algo descorazonado y asustado de mis responsabilidades inminentes, y con un jet-lag que ni te cuento. Y me mudé a una casita de pioneros ubicada en Missouri Street, típica casita de madera (la pequeñita de la foto), con otro amigo de Ángela, Tim Doolittle (en la foto aparecen ambos, en un lago artificial llamado Clinton Lake). Fue en la convivencia donde advertí que, aun estando en la órbita occidental, españoles y norteamericanos no teníamos mucho que ver, excepto en el caso del humor negro, que allí se estila bastante (sin ir más lejos, me contaron tres chistes sobre el accidente mortal del Discovery). Y eso que Tim era un tipo realmente majo y tuvo mucha paciencia conmigo. Gracias Tim, wherever you are. Pero esto lo dejo para más adelante.

(A Ángela, mi ángel protector en Lawrence, Kansas)

Enemigo a las puertas


La batalla de Stalingrado fue tal vez la más decisiva, junto con la de carros de combate de Kursk, para el desenlace de la II Guerra Mundial. El cine norteamericano no se ha aplicado mucho en esta colosal y atroz batalla al no haber participado los norteamericanos en ella, y supongo que en la URSS hubo decenas de películas heroicas sobre este tema, pero las desconozco. Solo sé de la película alemana titulada "Stalingrado" (larga, dura, descarnada, muy buena), y de la que voy a hablar: "Enemigo a las puertas". Esta película me gustó muchísimo porque, aparte de las escenas bélicas, te hacías una idea de lo que pudo ser esa interminable batalla, podías sentir los 20 grados bajo cero a la intemperie, también el rugido aterrador de los tanques, el ataque cotidiano de los piojos, y además, podías disfrutar del duelo de francotiradores, en una concesión al western, creo yo, entre el oficial alemán König (Ed Harris) y el ruso Vasily Zaitsin (Jude Law), Héroe de la Unión Soviética. Según fuentes fiables este duelo no existió, pero los hay que mantienen que es cierto que el ejército alemán encargó la misión de eliminar a Zaitsin a un noble bávaro. No lo sé, y no me importa mucho. Me importa la historia de la película, y tambien que salga en ella Rachel Weisz, que es una belleza.
Ahora que, si hablamos de verosimilitud, es realmente simpático ver el retrato auténtico de Zaitsin, y el del actor que representa su papel. Ahí debajo están las fotos. Está claro que o los del cásting no se informaron sobre la apariencia real de Zaitsin... o simplemente les importó un pimiento, porque Jude Law tiene un tirón considerable. Estas cosas pasan. Billy el Niño podría ser, perfectamente, Jonathan Rhys-Meyers, y no un actor con la cara de gañán degenerado que tenía el asesino adolescente norteamericano, o Juana Calamidad podría ser Diane Lane, con toda su clase, en vez de la casi deforme y espantosa pistolera del Lejano Oeste. Cosas del cine, ¿no? Después de todo, en la serie "Los Tudor", el citado Jonathan Rhys-Meyers es nada más y nada menos que... ¡Enrique VIII!, y en "El descubrimiento" de Ridley Scott (concesión a los anuncios de perfume y a los anacronismos), la reina Isabel de Castilla, rubia y bajita (y muy guapa, según decían), fue la altísima y morena Sigourney Weaver. Bueno, por lo menos Gerard Depardieu sí que parece Obélix, Bruno Ganz nos espantó a todos creyendo que Hitler había resucitado, y el Julio César de la sensacional serie "Roma" parece haber nacido para representar ese papel. Por cierto, ¡qué pena que se haya acabado "Roma"!
(Por cierto, me he quedado alucinado con los conocimientos de la gente que visita el blog: gracias a Bio-Laura por la información. A veces me siento tan pequeño...)

martes, 14 de abril de 2009

Un crustáceo de Sonora

Existe un crustáceo que vive, por decir algo, en el desierto de Sonora, en México. Su vida, por así llamarla, es de esta guisa: unos huevos enterrados en la arena aguardan entre cinco y diez años a que llueva lo suficiente para que se forme una charca. Se forma. Entonces, los huevos eclosionan, los crustáceos nacen y se hacen maduros repentinamente, buscan novio o novia sin pararse en muchos detalles ni consideraciones, como si fueran las siete de la mañana en una discoteca de desguace; del amor veloz y verdadero surgen unos huevos que entierran rápidamente bajo la arena, y en cuanto se seca la charca, los crustáceos mueren. Su vida dura cosa de dos días. O incluso uno. Pero vaya dos días (o uno), qué ajetreo. Es como si tu vida fuese siempre la búsqueda desesperada de regalos para Nochebuena. Pobres crustáceos. Además, qué nombre más feo, "crustáceo".
Pues bien, si Dios demostró tener sentido del humor cuando creó al ornitorrinco, creo que cuando puso en la tierra a este crustáceo del desierto de Sonora tuvo mucha, mucha mala uva.

lunes, 13 de abril de 2009

Appaloosa



He tenido la fortuna de ver la película "Appaloosa", dirigida por Ed Harris y protagonizada por él mismo, Viggo Mortensen, Renée Zelweger y Jeremy Irons. La película sigue la estela del western contemporáneo, cuyo inicio yo pondría en "El jinete pálido", y cuyo mejor exponente ha sido, desde mi punto de vista, "Sin perdón", esa obra maestra de Clint Eastwood con tres monstruos de la pantalla como él mismo, Morgan Freeman y Gene Hackman. "Appaloosa", además, bebe de las fuentes del western clásico, y creo ver influencias de "Pasión de los fuertes", otra obra maestra de John Ford, en el personaje del marshall Virgil Cole (Ed Harris). Hay que felicitar a ese grandísimo actor que es Ed Harris, uno de los pocos actores actuales que llenan la pantalla por sí solos, por lanzarse a la dirección, producción y adaptación de este film, cuyo único punto débil (siempre desde mi parcialísimo punto de vista) es la inclusión de Renée Zelweger, o como demonios se escriba, pues, lo confieso, no la soporto, ni soporto su voz. Excelente también Viggo Mortensen en su papel hierático, y Jeremy Irons (otro de los grandes), en su papel de cabronazo ilustrado. En fin, que a nadie le eche atrás el hecho de que sea un western, dado el poco aprecio que le tiene la gente al género actualmente, ya que la historia, como todas las historias buenas, es universal: la bondad y la maldad se diluyen, como debe ser. Y para los detallistas, que aprecien la excelente, escrupulosa ambientación de las escenas, con un excelente vestuario, incluido el de los indios chiricahuas, que, increíblemente, parecen indios chiricahuas. Parece una tontería, pero no lo es: estoy harto de ver a apaches con penachos de plumas sioux, o jefes indios con la sombra de la barba y los ojos azules. Por fortuna, estos dislates no suelen suceder en los buenos westerns contemporáneos. Sí sucedía en los clásicos, pero es que en aquellos tiempos la verisimilitud les importaba un pepino: importaba más la historia en sí, y el mensaje de América como Nueva Frontera conquistada con el rifle y la Biblia.

(A Pedro Díaz y a mi hermano, que les gusta mucho el género)

sábado, 4 de abril de 2009

Silvio Rodríguez


Decía Andrés Trapiello que Benito Pérez Galdós no era más que Cervantes, pero tampoco era menos. Lo mismo puedo decir de Silvio Rodríguez y de cualquier cantautor anglosajón, español o francés que haya existido. Es más, tengo el convencimiento de que, si Silvio hubiese nacido, por ejemplo, en Idaho, y no en Cuba, y cantase en inglés y no en español, y si además fuera anticastrista, no sería más, pero tampoco menos que Bob Dylan.
La lista de canciones inolvidables de Silvio es interminable. En mis favoritas no puden faltar "Óleo de mujer con sombrero" ("como un cuadro del viejo Chagall..."); "Ojalá", que ha trascendido el rol de la canción para transformarse en un himno; "Te doy una canción", "Pequeña serenata diurna", "Ya no te espero", "Esto no es una elegía", "Adónde van", "La maza"... y decenas más, pero no quiero aburrir. hay amor y sexo, política, imágenes abstractas y surreales, cotidianeidad, reivindicación e incluso humor.
Fue David Byrne, el fundador de los Talking Heads, intelectual súpermoderno, quien descubrió a Silvio para el público norteamericano. Igual que Ry Cooder quedó fascinado con los viejos cubanos de la Vieja Trova (Ibrahim Ferrer, Compay Segundo y compañía) y lo plasmó en "Buenavista Social Club", Byrne sintió el embrujo de un autor bandera de la Nova Trova que hace hablar a su guitarra con esos arpegios tan suyos, que consigue imágenes literarias insólitas, complicadas, oscuras... e irremediablemente definitivas. Silvio no es un cubano al uso, es decir un cubano como todos imaginan a los cubanos: en vez de mulato, dicharachero y cordial, es blanco, serio, incluso desabrido; en sus conciertos con Pablo Milanés, este hace de poli bueno y Silvio de poli malo: he sido testigo de esto varias veces. Silvio no es precisamente la alegría de la huerta. Es un intelectual malhumorado y dinamitero siempre presto a hacer explotar la poesía en nuestras cabezas.
En definitiva, como dijo en esa joya llamada "Te doy una canción", Silvio nos ha dado canciones como un disparo, como un libro, una palabra, una guerrilla, nos las ha regalado con sus dos manos, con las mismas de matar, y ha dicho "patria" y ha seguido hablando para nosotros. Silvio Rodríguez nos ha dado canciones como da el amor. Y que sea por muchos años.

jueves, 2 de abril de 2009

Adiós, Alfonsín


He lamentado mucho la muerte de Raúl Alfonsín, aunque a tenor de los datos biográficos leídos en El País (2/04/2009), la noticia llega con algún retraso, y, sí, tuvo una vida breve e intensa. Transcribo: "(...) el ex presidente Raúl Alfonsín (1983-1989) fallecido el miércoles..." Vaya envidia. Pero fuera bromas, la muerte de Alfonsín es de las que dejan huella. Me recuerda a cuando murió Tierno Galván, noticia de la que me enteré por las cartas de mis amigos, pues en aquel entonces estaba trabajando de lector en Lawrence (Kansas). Sí, son el adiós de gente entera, de una pieza, gente honrada que pasó por momentos durísimos, gente que aun así nunca habló de venganza, sino de justicia. Unido a Alfonsín estará siempre el nombre del fiscal Julio César Strassera (en la foto de la derecha, con Baltasar Garzón), el hombre que tuvo que mirar a los ojos a toda la cúpula militar de asesinos, de genocidas, el hombre que condenó a Videla y demás indeseables gracias a que Raúl Alfonsín dio vía libre para un proceso contra estos proyectos inacabados de personas. Argentina está de luto, más por la muerte de este gran hombre que por la humillante derrota de la albiceleste en Bolivia (¡6-1!), espero y deseo... aunque sabiendo que en este país existe la Iglesia Maradoniana... todo se puede esperar.
Hasta siempre, Alfonsín. Qué lástima que no abunden los hombre como tú en este mundo en que nos ha tocado vivir.

(A todos los alfonsines del mundo)

miércoles, 1 de abril de 2009

Premios literarios

Hoy estoy de bajonazo.
Si alguien ha visto la lista de finalistas del III Premio Iberoamericano Casa de América Planeta, que ha ganado la escritora Ángela Becerra, pues habrá notado que una de las novelas se titulaba "Zabiega", con el seudónimo "Agiebaz". Pues era mía. Exceptuando el Felipe Trigo de Narración Breve 2001, que gané con "Alas Negras", es el tercer premio prestigioso al que llego de finalista, que yo sepa, pues antes no buscaba las listas en internet. Los anteriores fueron el premio Azorín 2007, en el que, según la prensa local, yo era favorito con mi novela "Ceniza y humo", pero al final ganó Jon Juaristi con "La caza salvaje"; y el Ateneo de Sevilla 2007, al que acudí con esa misma novela, galardón que se llevó Espido Freire con una novela cuyo título no recuerdo. Se da la circunstancia de que en todos estos concursos se exigía el anonimato del autor. Hay que ver el ojo que tienen algunos jurados, qué linces.
Por lo tanto, una pregunta al aire: ¿qué creéis que es mejor, llegar a las finales y perderlas, o ya ni llegar y no sentir la desilusión (decía Di Stéfano: "Las finales no se juegan: se ganan")?
Yo, anteayer, cuando supe que era finalista, estuve al borde de un ataque de nervios; mi excitación era de ese calibre que solo pueden controlar un par de gin-tonics. Lo hicieron, y además esclarecieron mi mente: ¿cómo me van a dar a mí, un desconocido, un primer premio de 200. 000 dólares, o un segundo premio de 50.000? La magia no existe: como mucho, podía aspirar al segundo premio, y aun así... Por cierto, Ángela Becerra estaba presente al producirse el fallo del jurado en la Ciudad de México, y recogió el premio in situ. Y eso que vive en España. Bueno, no nos pongamos irónicos, ni mucho menos llorones o malos perdedores. ¿No haría yo lo mismo de estar en su situación? Es normal que gane un premio un escritor que ha publicado en la editorial que lo financia, y si no, fijaos en los premios de Alfaguara, Anagrama, etcétera. Y también es cierto que hay muchos premios "limpios", y un ejemplo es el Felipe Trigo, ya que tuve el privilegio de ser parte del jurado en 2002.
Lo cierto es que pese a todo prefiero perder las finales a no jugarlas. Esta breve e intensa experiencia me ha ayudado a valorar una obra que siempre me había generado dudas. El hecho de estar entre los diez últimos, habiendo eliminado a 483, me produce mucha satisfacción. No es fácil. Seguiré intentándolo. Tendré que seguir escribiendo, vaya por Dios.