jueves, 16 de abril de 2009

Cuéntame un cuento y verás que contento...

El niño se mostraba reacio a dormir y llamó por su papi. Llevaba seis horas jugando al "San Andreas", y el cerebro no era capaz de descansar tras tanta matanza y extorsión virtuales.
Niño: Papi, cuéntame un cuento para conciliar el sueño.
Papi: De acuerdo, hijo. Te haré un popurrí de varios de los que a mí me contaban, ya que estáis en la era del mix, y los actualizaré para que comprendas mejor.
Niño: Okey.
Papi: Érase una vez dos niños que vivían con su papi y su madrastra. La madrastra detestaba a los niños, ya que no permitían que el papi y ella viajaran a Punta Cana, por lo que la madrastra propuso abandonarlos en un bosque. Al día siguiente el papi los abandonó en el bosque, y los niños, después de andar mucho, hallaron una casita preciosa. Entraron en ella, y una bruja los secuestró. Encerró al niño en una jaula y lo fue alimentando para comérselo en un futuro cercano, y a la niña la dedicó a las labores del hogar en una época en que no existía Cillit Bang.
Niño: ¡Jopé!
Papi: Mandó a la niña a un recado: tenía que ir a un centro de la tercera edad porque la mami de la bruja estaba allí. La niña fue con una cesta llena de Danacol para el colesterol de la mami de la bruja... y se encontró con un lobo que se la comió, cesta incluida.
Niño: Jolín.
Papi: Pero por fortuna la niña quedó viva dentro de la barriga, y con la hebilla del cinturón rasgó el vientre del lobo. La niña salió de la panza toda ensangrentada y quemada de los ácidos estomacales, y le arrojó ácido sulfúrico al lobo: "Es para que sufras mejor, cabronazo", le dijo. Llegó al hogar de la tercera edad bastante deformada por la acción de los ácidos, y encontró que la mami de la bruja se había convertido en un monstruo espantoso, una mezcla de Belén Esteban y Karmele Marchante, que se había comido a todos los residentes mientras bailaban pasodobles en una de sus típicas fiestecillas de clubes de jubilados; el monstruo la persiguió por todo el bosque hasta llegar a la casita de la bruja.
Niño: ¡Qué horror, Karmele Marchante!
Papi: En efecto. Allí, la bruja ya estaba salpimentando a su hermano y decorando un plato cuadrado con una ramita de eneldo cuando aparecieron niña y monstruo en la casa. El monstruo descuartizó a la bruja no sin antes sacarle a relucir todos los trapos sucios: "¡Te acostastes con el Príncipe Azul, te liastes con todos, hasta con la sirenita Lorelei, zorrona, y vendistes la exclusiva!". La niña aprovechó ese momento para clavar un hierro candente al monstruo, y meterle además la cabeza en el horno pirolético; falleció entre horribles estertores.
Niño: ¿Qué son "estertores"?
Papi: Y yo qué sé. Después, los dos hermanos mearon encima del cadáver de modo reivindicativo. Salieron de la casa, salieron por fin del bosque... y cuando llegaron a casa de papi, papi había sido torturado y asesinado por la mafia rusa y supieron que la madrastra había sido vendida a un prostíbulo de los Monegros. Pero vivieron felices y comieron perdices. Qué, ¿te ha gustado?
Niño: Sí, papi.
Papi: ¿Apago ya?
Niño: Mejor no. Déjala encendida toda la noche. Yo pago la factura si quieres. Jopé, qué bestias eran vuestros cuentos, papi.


(A todos los cuentos que no nos dejaban dormir)

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