lunes, 28 de junio de 2010
Un dúo insólito
Demandando a tus padres
miércoles, 23 de junio de 2010
La casi verídica historia de Eladio Fontes, "O Burro"
martes, 22 de junio de 2010
Lume de Viqueira
lunes, 21 de junio de 2010
Hallazgo de un manuscrito
domingo, 20 de junio de 2010
Palabras familiares
Un clásico de Portishead
El tiempo de los vencejos
Igual que la calandria anunciaba al prisionero la llegada de mayo, a mí la llegada del verano me la anuncian los vencejos. Siempre a mediados de este mes asisto al mismo espectáculo cuando me asomo al enome patio interior que conforman cuatro bloques de pisos: una pareja de vencejos vuela frenéticamente en círculos, y cada equis vuelos se incrustan literalmente en una cañería inutilizada; de repente vuelven a salir como fittipaldis aéreos, quién sabe adónde o para qué. Los vencejos, muy similares a las golondrinas, son velocistas por naturaleza, poseen unas alas desproporcionadas para su tamaño, tanto que si llegan a caer al suelo ya no se pueden levantar y remontar el vuelo. El vencejo es como el tiburón, un ser que sólo concibe el movimiento, aunque en su caso, no sabemos en realidad para qué sirve ese movimiento. En cierto modo el vencejo es muy similar al hombre moderno: ambos desconocemos a qué viene tanta velocidad, a qué tanto correr para volver a quedar en el mismo sitio. Pero al menos los vencejos siempre traen la ilusión del verano, mientras que nosotros no creamos más que malos presagios de futuro.
viernes, 18 de junio de 2010
Las andadas y el tiki-taka
miércoles, 16 de junio de 2010
Cantidades ¿indigentes?
martes, 15 de junio de 2010
Ventana al pasado
lunes, 14 de junio de 2010
Micah P Hinson en Vigo
viernes, 11 de junio de 2010
Las barcas negras
Tres latas vacías flotan al garete sobre las olas que van a romper contra el peñón. Son tres tamaños diferentes, tres envases que algún tiempo atrás contuvieron, de mayor a menor, los cadáveres untuosos de atunes, mejillones y anchoas. Su preferida es la más pequeña, vivaz y ligera como un barco pirata.
Barcas rojas, barcas blancas,
Gasas de lluvia, catedrales de niebla,
Sobre la zarca esfera inacabable.
Barcas rojas
Simón, aplastado contra la roca, extiende el brazo para recogerlas antes de que se hundan, y, con celo, con ternura, sacude el agua que ha inundado las sentinas y las vuelve a colocar sobre la lámina ondulante del mar.
Mercurio de la tarde, índigo del alba,
Esplendor mineral de los colosos
Que guardan los blandos caminos,
Barcas blancas
La marea se retira morosamente, las peñas emergen con la lentitud intimidatoria de los pasos largos que se aproximan con la mano en alto. Los plásticos del fondo, los hierros herrumbrosos, las botellas habitadas por los inquilinos del agua están ahora a la vista.
Los transparentes caminos plateados,
Los desiertos turquesa, grises, zaínos,
Adonde no llegan las velas
Barcas rojas
Jirones de árbol rasgan el cuerpo del agua,
El ejército del mar en retirada
Barcas blancas
A lo lejos ve su figura. Es pequeña, casi imperceptible, pero en unos minutos se habrá agigantado. El sol declina, la sombra se alarga. Se hunde
La luz a través de los dedos del pino
El crepúsculo ataca por la espalda
Barcas blancas
El mar se aleja, quién sabe adónde irá, quién sabe por qué volverá, quién sabe si rinde cuentas a alguien, si está endeudado con las montañas de la lejanía.
El cincel del niño borrando
El lenguaje de las gaviotas,
La mano del niño
Que aspira a detener bajamares
Barcas rojas
Barcas blancas
Se le distingue bien. Trae los aperos, la cara de pocos amigos, el aliento agrio, las manos duras, los pies torcidos, el ánimo sudoroso. Se hunde, a cámara lenta,
El rayo estival, rayo verde,
La luna del perro, luna gualda
Barcas rojas
Barcas blancas
El cuerpo del mar se retrae, no dice adiós, no dijo hola, está presente y está ausente.
La memoria eterna, congelada
El último recuerdo, los postreros días del sol
Que parece que siempre regresan, que creemos que nunca nos fallan
Hasta que un día no llegan
Barcas negras
Ha vencido a la marea. Simón la rescata del agua, orgulloso, luminoso, vibrante. Muchas veces ha soltado las naves al viento del norte, con la esperanza de que un día no regresen. Pero siempre lo hacen. Incomprensiblemente, siempre vuelven a aparecer en su playa, como si poseyesen una maroma invisible que los ata a ese pedazo de costa. No ocurrió así con su libro, el único libro que nunca tuvo, el que le dio el maestro, el que su padre arrojó al mar. Ahora los peces leen poemas. Por eso cada vez vienen menos, porque han comprendido lo que es la tristeza.
Los años que pasan, el tiempo perdido,
Las risas han partido a los verdes campos de los héroes
Las sirenas han muerto sobre los arrecifes
Las barcas rojas y blancas cabalgan sobre el lomo del reflujo. Unos pasos se acercan, y la tarde estalla en sombras. Y no duelen los golpes que recibe, ni duelen los gritos, ni las manos heladas, ni la cintura empapada, ni el rastrillo que ha de empuñar para secuestrar los seres que se esconden bajo la arena de bajamar, sino que duelen los años que pasan, el tiempo perdido, las risas que un día partieron a los campos de los héroes, las sirenas muertas en los arrecifes.
Barcas negras
Pitbull
jueves, 10 de junio de 2010
Freak y Todd
Muchísimas gracias a todos
Lo dicho: besos y abrazos para toods y todas.
Miguel
martes, 8 de junio de 2010
Deseadme suerte, please
domingo, 6 de junio de 2010
Gratis
viernes, 4 de junio de 2010
Una nueva luz sobre personajes históricos
Canuto el Grande: rey de Dinamarca e Inglaterra en el siglo XI; se dice que viajó por el mar y llegó hasta Jamaica, por entonces desconocida para los europeos. Pese a todo consiguió conquistar Inglaterra a su regreso.
Poncio Pilates: Gobernador romano muy flexible y tonificado, que solía ejecutar extraños ejercicios gimnásticos antes de lavarse las manos.
Parco Aurelio: Emperador de pocas palabras.
Pismarck: Canciller alemán unificador que marcó los límites del nuevo país a base de meadas territoriales.
Alsurvanytal: Emperador asirio con gran querencia a Puerto Banús; se dice que reencarnó en Jesús Gil.
Diván el Terrible: Zar ruso famoso por psicoanalizar a los boyardos antes de darles pasaporte.
Gorda Meir: Esta política israelí tenía problemas de peso.
Nike Eisenhower: Militar, político y presidente de los EEUU, extremadamente deportista.