domingo, 28 de noviembre de 2010

El dios Pan está aquí



Mike Scott, líder de los Waterboys, cantó al dios Pan, incitó a buscar ese dios pagano, lúbrico, primario, primitivo, en el interior de cada uno, a iniciar un viaje bajo la piel, a respirar lentamente, cerrar los ojos y empezar, a sentir el viento delicioso, dulce y salvaje con la promesa del placer. Nadie como Scott para unir épica y sentimiento, poesía y pasión. This is the sea era el álbum; The Pan within, la canción, que habitualmente unía con otro clásico del rock: Because the night. Más tarde compuso otra canción titulada The return of Pan, en la que asegura que el gran dios Pan está aún vivo en nuestro mundo. Obviamente, Pan es una gran obsesión de este gran compositor irlandés, tomado el dios como la personificación de las pasiones, no literalmente, es decir, ese hombre con cuernos y patas de carnero que en los mitos del pasado en Grecia perseguía con lúbricas intenciones a zagalas o zagales indistintamente (según Jimmy Giménez Arnau, "iba a vela y vapor"), paralizándolos con lo que dio en llamarse "terror pánico", eso que sentimos algunos cuando oímos las previsiones sobre la economía.




viernes, 26 de noviembre de 2010

Payasos



Cuando era pequeño, parecía como si a todo el mundo le gustara el circo. A mí, en cambio, me producía una inmensa tristeza. Por supuesto que era diferente ver los grandes circos profesionales europeos y ver esos de pueblo a los que tenías acceso. Y esos me bajaban el alma a los pies. Los trapecistas fallaban y caían en la red, los leones estaban desnutridos como si hubieran pasado la vida en Treblinka, los trajes más que de oropel eran de mercadillo, y los payasos... ay, los payasos. Yo intentaba reírme con sus gracias, pero me resultaba imposible, y era horrible oír los abucheos de los demás niños, crueles por definición. Los payasos eran lo más triste que había visto en mi vida, nada que ver con los Payasos de la tele, esos molaban porque eran distintos. Es que, la verdad, a mí ni el gran Charlie Rivel me hacía ni puñetera gracia.
Con el tiempo, y con la decadencia del circo, el payaso tipo clown llegó a otro estatus, y creo que por obra y gracia de Stephen King, con su novela (demasiado larga, la verdad) It. Stephen King tiene un punto de genialidad cuando explora los miedos de los niños, porque, la verdad, un payaso visto de cerca daba más miedo que otra cosa. A raíz del libro y la película, el clown ha pasado a ser un objeto más del universo del terror, o al menos del límite del terror (pensad en Krusty, el de los Simpson). Recuerdo una preciosa canción de Eels, 3 speed, en que una niña acechada por la muerte expone sus deseos de niña: una bici con tres piñones, una fiesta con un "scary clown" (un payaso que da miedo). Sí, el clown se ha quedado en nuestro mundo para causar miedo, o para usar sus máscaras para cometer delitos (no sé en qué película vi esto) no para hacer reír. Como las muñecas de porcelana. Si quieres que un niño pase terror, hazle dormir en una habitación llena de muñecas de porcelana. Pocas cosas hay tan perturbadoras.
Aquí está una escena antológica de It, una de esas que no puedes olvidar aunque quieras porque resumen los miedos de un niño de tal modo que parece mentira que King no fuera niño cuando lo escribió. Y más abajo, 3 Speed de Eels.



miércoles, 24 de noviembre de 2010

Homer y Langley, y el apocalipsis


Homer & Langley es el título de la novela más reciente del norteamericano Doctorow. Si hay algo que me gusta cuando hablamos de películas o libros son estos que te permiten ver la evolución de una sociedad a través de ellos. Es el caso de El Padrino, de Forrest Gump o, en caso de literatura, de esta novela de la que hablo. En ella, Homer (ciego, como no podía ser de otro modo) y su hermano Langley (un pirado que quiere llegar a conseguir una especie de periodismo definitivo) viven en una mansión ruinosa de la Quinta Avenida de Nueva York, mansión que llenan de todos los cachivaches que encuentran, incluidos coches viejos: o sea, un síndrome de Diógenes exacerbado. Pero el caso es que desde esa casa en que están recluidos ven pasar el siglo XX por delante de sus ojos. Es una novela entrañable, simpática y con su punto trágico.
En otro orden de cosas, las cuatro conversaciones que sostuve ayer con cuatro personas distintas apuntaron a lo mismo: la visión catastrofista de la crisis. Ya he oído que el estad
o presentará suspensión de pagos a finales de mes, que estamos arruinados, que nos van a recortar más los sueldos, que van a bajar las pensiones, que van a echar a miles de funcionarios, que hay que huir de aquí mientras aún tengamos piernas y no tengamos que empeñarlas en el monte de piedad. Debo reconocer que no soy impermeable a estas cosas, y que el miedo asoma
cuando los especialistas hablan del poder de los especuladores, cuyas oscuras intenciones apuntan a liquidar el estado, aunque afirmen que nuestra situación no tienen nada que ver con Portugal, Irlanda o Grecia. Yo no sé qué es la verdad: desconozco estos temas, se me antojan un galimatías insoluble. Sólo sé que hay un partido que dice saber la solución a nuestros males, y que no es capaz de disimular su placer al ver que las cosas van mal, y que no ha planteado una moción de censura por si acaso (no vaya a ser que tampoco sepan qué hacer), porque al final la fruta (victoria electoral) caerá madura. A mí me recuerdan a los agoreros de ciertas sectas escatológicas: siempre están anunciando el fin del mundo, y un día seguro que acertarán... pero no va a quedar nadie para celebrarlo. Ni ellos.

UK según The The


Es una canción de 1986, de Matt Johnson, es decir, de The The. Su título es Heartland. En ella el cantante daba una visión desoladora de su propio país, Gran Bretaña, con el Estado del Bienestar colapsado por los gobiernos de Thatcher, con las "manchas que nunca se podrán sacar" aludiendo al conflicto del Ulster, con la visión autocomplaciente de sí misma con sus autobuses rojos y su ropa victoriana, una visión pesimista de esa Gran Bretaña que, para él acabará siendo el 51 estado de los EE UU. La letra podría haberse compuesto ayer u hoy, aludiendo a los poderes invencibles que siempre se llevan la parte del león: el escéptico que mire a su alrededor y piense en la banca mundial. Creo que la canción no ha envejecido mal, y ahí está:

lunes, 22 de noviembre de 2010

Nuevas del papa


Ratzinger va y dice que el preservativo sí, pero sólo cuando el buen cristiano se arrime a los lupanares. Por otro lado, como el preservativo no es el método para frenar el SIDA, sigue proponiendo la castidad. Tiene coña la cosa. Impone castidad a los ciudadanos católicos cuando los representantes de Cristo en la tierra están metidos en múltiples y escandalosas demandas por violaciones, pedofilia, violencia indiscriminada... Pero ahí sigue, este señor infalible, amargándole la existencia a tantas y tantas personas, cuando, si existiera una mínima objetividad, alguien debería pedirle cuentas, no sólo por haber condescendido durante años con la pederastia, sino también por haber formado parte de las Juventudes Hitlerianas. No entiendo muchas cosas. ¿Cómo es posible que un hombre que nació con las señales y los estigmas propios del que un día será papa, perteneció a las juventudes de uno de los partidos más racistas, xenófobos, crueles, genocidas de la historia? Y además, ¿qué autoridad puede tener un cura para hablar sobre sexo? Que ellos quieran pontificar sobre esos temas como si supieran algo (que teóricamente no PUEDEN saber) sería como si yo quisiera discutirle de mecánica a Fernando Alonso. Y hay gente que dice: ¡vaya avance, el del papa! Sí, vaya avance. Yo creo que, como se ve en la foto, ha entrado hace tiempo en el Lado Oscuro.

Cuando Los Lorchos fueron expulsados del Paraíso


El Quinto Día, Dios había jugueteado con barro, y formó de él a tres jóvenes. No quedó muy contento con lo que le salió. Como no sabía bien qué hacer con ellos, los alojó en el Hotel Paraíso, donde los tres jóvenes (todavía sin nombre, pues el mundo era demasiado joven) disfrutaban de las delicias del Todo Incluido. No pasaba día sin buffet libre y sin happy hour, ni había día en que no hicieran aerobic en la piscina. Todo era idílico, incluso Dios había prometido llevarles tres chicas de La Braña, Vilanova, aunque había introducido un elemento de discordia para que no se aburrieran demasiado: había hecho que cada uno sintiera simpatías hacia un club de fútbol distinto: el Madrid, el Barcelona y... el Bayern de Munich. Sólo había una cláusula impuesta por Dios: nunca debían abrir el Minibar del Bien y del Mal.
Un día subió el recepcionista del hotel a la habitación. Ellos no eran muy espabilados, por lo que no se percataron de que era una serpiente. La serpiente recepcionista insinuó que Dios le echaba mucho morro, negándoles el acceso al Minibar: ¿por qué no iban ellos a disfrutar de ese conocimiento? Ellos se alborotaron: tenía razón. ¿Por qué no podían abrir el Minibar del Bien y del Mal? Instigados por la serpiente, lo abrieron, y allí hallaron... Una botella de Brandy Gran Duque de Alba. Bebieron con placer, con fruición, con pasión. No quedó ni gota.
Pero Dios andaba supervisando por el Hotel, y algo se olió, porque entró en la habitación de los tres jóvenes y los sorprendió con la botella vacía en la mano.

-La habéis hecho buena- dijo, visiblemente cabreado-. Habéis bebido del Minibar del Bien y del Mal.

Los tres jóvenes sintieron temor. Y Dios habló con un cabreo que ni te cuento.

-De ahora en adelante, ansiaréis beber Gran Duque de Alba, pero sólo podréis beber Veterano de Osborne; codiciaréis a las chicas de La Braña, pero tendréis que conformaros con las del Campamento Paco Leis, o, aun peor, con las del barrio de San Pedro, es decir, Corea; desearéis ser las estrellas de las fiestas, pero permaneceréis huraños en un rincón; crearéis un grupo de música que nunca llegará a la fama mundial; seréis funcionarios del estado, o incluso algo peor: no podréis lucraros con las comisiones de los ayuntamientos; escucharéis música que nunca se pondrá en las discotecas (que inventaré en breve, para darle más caché al Hotel Paraíso); regresaréis andando de los clubes de las afueras, y tendréis esguinces, o meteréis vuestros pies en pozos negros. Y además, os ganaréis el brandy con el sudor de vuestra frente, y pariréis con dolor. Y aparte, una vez expulsados del Hotel Paraíso, las gentes os llamarán como a unos peces espantosos que acabo de crear, los lorchos, que son todo espina y nada de chicha. Por cierto, una vez fuera tendréis que repoblar el mundo, que de aburrido que está parece un pueblo inglés a las ocho de la tarde.

Obviamente, Dios, en su ofuscamiento, se había equivocado en una de sus maldiciones. Los tres estaban sobrecogidos. ¿Qué sería eso de parir? ¿cómo serían esos nefando lorchos acuáticos? Las palabras del Señor eran tan indescifrables como la campaña política de Laporta con María Lapiedra. Un ángel vestido de segurata los echó del hotel a cajas destempladas. Con un subfusil les enseñó la puerta de salida. Los Lorchos salieron cabizbajos, con una tabla de porexpán bajo el brazo que constituía el decálogo lorchuno, dictado por Dios.
-Jopé, nos han echado del Paraíso.
-Sí, pero mirad qué pillé del Minibar.
Los otros dos, admirados, vieron la botella de Torres 10 que a Dios se le había pasado desapercibida. Ignoraban que Dios los seguía vigilando, hábilmente disfrazado de zarza ardiente.
-Bueno, Dios dijo también que repobláramos el mundo, pero todo puede esperar, ¿no? Se me acaba de ocurrir una canción...
La zarza ardiente exclamó:
-¡Por favor, no! No será Pedro el Arroás, ¿verdad?
Como no eran muy espabilados, no se plantearon lo extraño que era que una zarza hablase, sino que pensaron que podía quemar el entorno. La apagaron a patadones, le echaron tierra y escupieron hasta que dejó de echar humo. Ahí firmaron su destino de lorchos incomprendidos.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Springfield


No voy a hablar del pueblo de los Simpson, sino de una canción del nada común cantante norteamericano Sufjan Stevens, del álbum The Avalanche. Si alguien quiere más información de él, y de su relación con la también extraña literatura de Henry J. Darger, y sus Vivian Girls, puede acudir a una entrada del 12/05/2008 titulada Experiencia Nocilla y Neo Folk en la que intento profundizar sobre varios temas sin conseguirlo, como siempre. Por cierto, acaba de sacar un disco, pero, con sinceridad, no creo que deba recomendar discos de Sufjan Stevens. Me parece excesivo, y para mí lo excesivo tiene un listón muy alto. Pero esta canción, cuyo título completo es Springfield, or Bobby got a shadfly caught in his hair, me parece irresistible, en su mejor acepción. Es como coger a un grupo folk que haya consumido cantidades masivas de psicotrópicos. Y si no me creéis, prestad atención al punteo de la guitarra, tal vez uno de los más cautivadores y estrambóticos que he oído en mi vida. Si os gusta, otra recomendación: si queréis levantaros con optimismo el lunes por la mañana, poned The Hennyey Buggy Band, también del mismo álbum.

Llueve


Llueve. Un telón de agua se cierne sobre nosotros. Las hojas de los árboles de la ciudad lloran colmadas de alegría. Sigue lloviendo, con precisión aritmética. La luz se borra, los días se acortan, el ánimo se postra en un sofá. Los animales subterráneos cavan más hondo. Las gaviotas caminan en círculos por las playas, como padres primerizos esperando en la sala de espera de maternidad. Llueve música monótona, minimalista, una misma nota más fuerte, más suave, igual. Llueven basílicas, llueven pirámides, llueven mezquitas de agua en la ciudad. Los ríos rugen como tigres desperezados. Hay olas en el asfalto. Llueve. Pasó la luna de octubre, Luna de Cazador, estamos en la luna de noviembre, Luna Helada. Las gotas de los cristales se congregan, se paran o aceleran con el viento. Las baldosas de las aceras preparan sus trampas. Sigue lloviendo, las nubes sonríen. Esto es sólo el comienzo.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Yo La Tengo



No podía faltar la canción del fin de semana. Esta es de Yo La Tengo, un grupo de Nueva Jersey creado en 1984 por Ira Kaplan y Georgeia Hubley, que pasan del pop indie a la música ambiental en un mismo álbum.. Su nombre, extraño como pocos, se debe a una anécdota de béisbol algo complicada de contar. Por cierto, en la última novela de Paul Auster, Sunset Park, de próxima publicación en España, hay muchísimas referencias al béisbol, referencias que me dejan frío porque no entiendo ni jota de este deporte (aburrido como pocos, dicho sea de paso: sólo el cricket le supera en tedio). Pero a lo que íbamos: la canción se titula Stockholm Syndrome, y me gusta el título porque la primera vez que la oí me sentí secuestrado por ella.
En otro orden de cosas, si no habéis leído a la autora canadiense Joyce Carol Oates, creo que deberíais, sobre todo si os gustan los relatos de misterio, o de intriga psicológica. Recientemente he leído una selección de cuentos de este tipo, The museum of Dr Moses, que me ha parecido fascinante. Sé que algunos libros de relatos están traducidos al español, o sea que ánimo y a leer.
Y ahí está la canción:

Adiós, Balillo



Cuando se murió mi perro Randa, un dálmata de pequeña estatura guapo a rabiar y mimoso como pocos, en enero de 1983, el disgusto fue tan descomunal (ocho años con él en casa, ocho años siempre a mi lado con una lealtad inquebrantable) que juré que nunca más volvería a tener un animalito en casa (no uso la palabra "mascota": para mí una mascota es la cabra de la legión, por ejemplo). Ya por aquel entonces se pusieron de moda los hámsters, y yo no me explicaba qué demonios le veía la gente a un ratón enjaulado. Pero, como siempre, llegan tus hijos y haces cosas que nunca pensaste que llegaría a hacer: por lo tanto, hace poco más de un año accedimos al deseo de mi hijo Juan de tener un hámster ruso en casa. Mis hijos le pusieron de nombre "Balillo", que es un personaje peculiar que crearon ellos cuando eran niños: para parecerse a un "balillo" hay que hinchar los mofletes y asumir una expresión de pachorra inmensa. Probadlo: seréis balillos. Algún día debo hablar largo y tendido sobre los balillos y sus subdivisiones. Los balillos son consustanciales de nuestra familia.
Al principio yo era de lo más excéptico con lo del hámster, pero debo confesar que Balillo me empezó a hacer gracia, con su vitalidad y su velocidad que dejaría en paños menores a Speedy Gonsales. Pronto Balillo se convirtió en una institución, una pequeña y huraña institución, ya que su vida consistía en dormir, enterrarse en el serrín, dar vueltas a una rueda frenéticamente y comer como un poseso. Desgraciadamente, el pobre balillo contrajo un tumor (qué raro se me hace aun hoy en día que los animales sufran nuestras mismas enfermedades) , y esa cara de ratoncito listo se le fue deformando
por unas monstruosas inflamaciones a rebosar de pus. Pasamos un mes tratándolo como a un convaleciente semihumano, pero al final ya no hubo nada que hacer. La verdad, ¿quién me iba a decir que se me iba a poner un nudo en la garganta cuando, al dejarlo en la clínica veterinaria, di un toquecito en la jaula para despedirme de él (para siempre) y asomó la nariz?
Me reafirmo en mis antiguas convicciones: nunca más tendré ningún ser viviente (excepto las personas) en mi casa.

viernes, 19 de noviembre de 2010

400 entradas


Anda, resulta que acabo de ver que esta es mi entrada número 400. Si me dicen en febrero de 2008 que iba a escribir 400 entradas del blog me habría carcajeado, pero ya véis. La verdad es que no es sencillo esto del blog: hay fases en que escribo como un maníaco, y otras en que no tengo nada que decir, como es de comprender. Con todo, no creo que lo deje. Mucha gente me anima a que entre en Facebook porque me dice que viene a ser lo mismo. Ja. Yo me apunté dos veces al Facebook. La primera, me borré porque, sinceramente, a mí, a mi edad, no me dice absolutamente nada. Sí, ya sé que podría tener 10 000 amigos, casi tantos como el cantante Roberto Carlos en su canción, pero... ¿quiero yo tener 10 000, o 100 000 amigos? No. Me borré y luego tuve que volver a apuntarme para estar en contacto con ex compañeros de facultad de los que no sabía nada desde hace más de veinte años. Nos reunimos hace unos meses... y a partir de ahí no he regresado al Facebook. Las redes sociales no están hechas para mí, soy un tipo más bien solitario, incluso algo sociópata, y eso de tanta camaradería me abruma. En fin, que seguiré, no sé si 400 entradas más (dificilillo), pero seguiré porque me siento más feliz y más cómodo en este blog. Sé que es mío, y que lo domino a mi antojo, y no tengo que soportar las chorradas que escriben esos teóricos amigos que no me interesan nada de nada. Gracias por visitarme en las tardes eléctricas. Y por cierto, mi asombro no conoce fronteras cuando conozco desde dónde entran las visitas al blog. Las más numerosas, claro, de España, pero hay también de Portugal, Francia, México, Colombia, Chile, Cuba, Argentina, EE UU y... no os lo perdáis: ¡Rusia! ¿Será por mi sobrenombre "moterof"? Quién sabe.
Feliz fin de semana.
Os adjunto una de mis primeras entradas, del 3 de marzo de 2008. Muchos no la habréis leído porque os habéis unido al club más tarde:


Dios es gallego

Tengo la teoría de que Dios es gallego. Lo demostraré.
Analicemos la historia de Moisés. Moisés sube al monte donde recibirá los Mandamientos. Al llegar a la cima, contempla una zarza que arde pero no se consume (posiblemente era "buxo", o boj, en castellano). Esa zarza le habla, lo cual no deja de ser bastante extraño, pero el caso es que él, curioso de nacimiento, le pregunta a la zarza quién es o a quién representa. La voz responde: "Yo Soy Quien Yo Soy". Moisés, aturdido por la respuesta, vuelve a inquirir: "Vale, ¿pero quién eres?". La voz responde esta vez: "Yo Soy Quien Es". Moisés prefirió dejarse de inquisiciones, y visto el talante de la zarza, y asimismo el uso sibilino y tortuoso del lenguaje del que hacía gala, decidió hacerle caso y bajar los Mandamientos a su pueblo.
Se dice que en realidad Moisés no murió a las puertas de Canaán, sino que emigró hacia Poniente, sentando un precedente en su propio pueblo (bueno, su pueblo emigró hacia todos lados).
Un día llegó a un lugar que con los siglos se llamaría Cambados. En el camino se cruzó con un hombre que iba en manga corta pese al viento glacial que venía del mar. Moisés, admirado, le manifestó que era el hombre más fuerte que había conocido. El hombre afirmó que eso era cierto, pero también que "era o que máis frío pasaba". Desconcertado por estas palabras, entró en una taberna a ahogar el pasmo que le producía la retórica del paisanaje A la luz del vino blanco contó la historia de la zarza a cinco lugareños que acababan de descargar mirra de contrabando. Cuando terminó el relato, uno le dijo: "Dígocho eu"; otro, "Ai, si"; otro, "Ai, non"; el cuarto le espetó: "Andas por aí, calamidá" , y el quinto dijo: "Fala para un menos" y salió de allí a paso lento.
Moisés entonces cayó en la cuenta de que Dios podía ser omnipotente, omnisciente, ubicuo e incluso inicuo cuando se terciaba, pero lo evidente era que, de ser nativo de algún lado, Dios solo podía proceder de esa tierra donde hablaban tan raro. ¿Quién si no podía responder a las preguntas de modo tan extraño?
Se quedó a vivir allí, pues se sentía más cercano a Dios (¡hasta había gente que se apellidaba Dios!), y un día, años más tarde, se encontró por casualidad con otro hebreo, aunque a este le habían obligado a emigrar. El hombre lo reconoció, y, sorprendido, le preguntó: "Moisés, ¿qué haces tú por aquí?" Moisés replicó, en el habla local: "Si cho digo sabes tanto coma min".

Alguien tiene que parar esto


Leo atónito los comentarios de esa teórica persona llamada Salvador Sostres en una cadena pública (por llamarla de algún modo), Telemadrid. En presencia de los niños de un colegio, de once y doce años, este personaje repulsivo se dedicó a hacer comentarios libidinosos sobre las chicas menores de edad o en el límite. Lo peor fue que algunos, como ese pseudo-dandy llamado Alfonso Ussía, le reían los chistes. Es triste leer lo denigrante de sus comentarios sobre las mujeres hechas y derechas, que parecen apestar a ácido úrico, según él, cuando es evidente que él no se ha olido a sí mismo: huele a caspa, a sudor rancio, a troglodita (no: a dinosaurio). Ese mismo tipo ha sido defendido por, cómo no, Esperanza Aguirre, sí, la misma que defendió a Sánchez Dragó. Sotres colabora también con El Mundo, que es propietaria de Intereconomía, la cadena donde el fascista más atroz y reaccionario y carpetovetónico de este país se siente a gusto. Alguien tiene que detener esto. Alguien tiene que decirles que llamar "puerca" y "zorra" a una representante política tiene que tener un precio alto, que alardear de haber cometido el delito de pedofilia es algo que no debe prescribir, que por decir más o menos "que se joroben los haitianos, la naturaleza es sabia" uno debería rendir cuentas por lo menos ante Dios, ya que esta gente alardea de ser muy devota, que insinuar que los labios de otra representante de un partido político estarían mejor en "otro sitio" que en su propia cara es de una bajeza indescifrable. Todos católicos, apostólicos, romanos y de derechas. ¿Dónde está la derecha civilizada? ¿Son estas las enseñanzas que imparte esta gente tan eximia que cree estar por encima del bien y del mal? ¿Quién va a detener esto? ¿Quién tienen el coraje de clausurar ciertas cadenas de TDT, germen de xenofobia, fascismo nada encubierto, sexismo alarmante, groserías que te dejan anonadado? ¿Quién demonios va a parar esto, si ni siquiera el pilar moral en que se basan tiene la decencia de censurarlos?

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Selectividad: un poquito de sentido común

Hace veinte años ininterrumpidos que imparto clase en 2 Bachillerato (y antes en su equivalente, COU). Todos sabemos que la presión a la que se someten muchos alumnos es grande, sobre todo si necesitan una media para acceder a la carrera que desean estudiar. Por lo tanto, yo creo que todo profesor debería regirse por criterios lógicos, es decir, informarse bien de las directrices de la CIUG, saber perfectamente qué temas van a entrar y cuáles no, y acto seguido proceder a lo siguiente: eliminación del temario del curso escolar de lo que no entre en selectividad, y en segundo lugar, y muy importante, atenerse al tiempo que tendrán los alumnos en esos exámenes. Es decir, que si el examen de equis asignatura dura hora y media, y tiene cinco preguntas, de las cuales sólo una es un tema a desarrollar, me parece absurdo poner exámenes de dos horas o más, introduciendo temas que no caerán en selectividad, y un tipo de examen descomunal, elefantiásico, que no se corresponde en absoluto con lo que ellos se encontrarán en mayo. Yo no entiendo el porqué de esa obcecación en hacer exámenes diferentes: no redunda en beneficio de nadie, y menos de los alumnos, y tal vez responda a un inmovilismo propio de la gente de ciertos años (puede, pero otros y yo también tenemos ciertos años, e intentamos no cometer esos errores). Debo afirmar con orgullo que en mi caso, el departamento de inglés siempre se ha regido estrictamente por las directrices de la CIUG, con el consabido engorro de tener que modificar todos los años algo en los exámenes, por supuesto. Pero este engorro redunda en una mejor preparación de los alumnos de cara a ese examen globalizador, que para muchos es decisivo.
También hay profesores que estiman que su propio caché se mide en la cantidad de trabajo que mandan a casa a sus alumnos. Si se juntan varios profesores así en un curso, es seguro que los alumnos lo van a pasar mal, porque (lo sé ya que lo veo a diario) ese antiguo consejo de "estudiad todos los días y da tiempo a todo" pasa a ser una gran mentira. Harían falta días del planeta Júpiter para que diese tiempo a hacer todo lo que piden cada día todos los profesores, que palean tareas como si su asignatura fuera la única en el universo... para después casi ni pararse en la corrección de esas tareas. Por tanto, si alguien implicado me está escuchando, espero que me preste algo de atención, no porque yo sea un sabio (que no lo soy), sino porque yo, junto con mis compañeros de inglés,y también otros departamentos de mi instituto, gracias a un trabajo coordinado de años, y al buen uso de la lógica y el sentido común, hemos conseguido excelentes resultados en selectividad, y cuando hablo de excelentes, no hablo de los alumnos excelentes, sino de los medianos, que empiezan desanimados y titubeantes y acaban sacando notas más que satisfactorias.
Además, nunca entenderé a cierta gente, que se ha olvidado totalmente de que un día tuvo diecisiete años. Gente que debía disfrutar mucho a esa edad cuando los profesores les mandaban toneladas de trabajo para las vacaciones de Navidad, digo yo. Porque si no, no lo entiendo. Hay veces que odio mi profesión, y no por culpa de mis alumnos.

martes, 16 de noviembre de 2010

La película perfecta





Si hay una película que conjuga literatura, cine y música a la perfección, esa es Apocalypse now!. Para mí, esta película es la mejor adaptación que he visto de una obra literaria, El corazón de la oscuridad de Joseph Conrad (obra de la que se va a hablar mucho de ahora en adelante, dado que fue pionera en la
denuncia del esclavismo colonialista, y está emparentada con la última novela de Vargas Llosa, El sueño del celta), transfiriendo el escenario del Congo Belga a la guerra de Vietnam, y la trama de la búsqueda del comerciante loco, Kurtz, a la misma búsqueda, del coronel demente Kurtz, en la última gran interpretación de Marlon Brando.
Hay demasiadas escenas que pasan por mi cabeza cuando pienso en ella: el ataque de los helicópteros con la música de La cabalgata de las Valkirias de Wagner, el helicóptero en llamas colgado de un árbol, las fotos del coronel Kurtz con sus informes (y la célebre frase "Matadlos a todos" ("Kill them all")), el caos del último puente que cruzan para adentrarse en las tinieblas, la primera visión del poblado de Kurtz, el rostro de Martin Sheen emergiendo del agua, el cráneo de Brando en la penumbra, un jovencísimo Lawrence Fishburne bailando Satisfaction
en el bote militar, el paralelismo del sacrificio del cebú y el asesinato de Kurtz, el surfista de la compañía, el fotógrafo de Kurtz con sus innumerables cámaras (Ed Hopper), la escena del surf en pleno bombardeo, la matanza de la familia del shampán, las palabras del coronel Kilgore (un memorable Robert Duvall diciendo "Charlie no hace surf"... "Huele a victoria", refiriéndose al olor del napalm)... innumerables, sí.
Pero hay dos escenas impactantes, que son la del principio y la del final, ambas con la banda sonora de la canción de The Doors The End. Al principio vemos a Martin Sheen en un trance de locura, sudoroso, borracho y golpeando un espejo (creo que la escena fue tal cual; no en vano Sheen sufrió un infarto durante el rodaje). Al final de la película, la aviación bombardea el poblado de Kurtz, y suena la larguísima canción de Jim Morrison, con su letra enigmática y perturbadora: "Perdidos en un desierto romano de dolor donde todos los niños están locos"... "El autobús azul nos está llamando: conductor, ¿adónde nos llevas?... "El asesino despertó antes del amanecer, se puso las botas, cogió un rostro de la galería ancestral y caminó vestíbulo abajo..."
Siempre he tenido el convencimiento de que Coppola tuvo esta canción en mente desde el primer momento al realizar la película. Y la canción tiene su tela. Cuando la cantaron por primera vez, allá por el final de la década de los sesenta, el propietario del local los echó a cajas destempladas. Una parte de la canción representa un diálogo entre un hijo y sus padres. Es así:
"Padre" "¿Sí, hijo?" "Quiero matarte. Madre, quiero..." Y Morrison pronunció esa palabra que os imagináis, pues la canción quería ejemplificar la hondura del sentimiento edípico. No me extraña que los echaran: aquello era excesivo hasta para la California de 1969.
Recomiendo que los que vean esta película elijan la versión que llegó al cine, y no la larga revisada por el director. En esta hay 50 minutos más de metraje, que a mí se me antojan irrelevantes. Y a los que no la hayan visto sólo les puedo decir que nadie dijo que la cosa fuera fácil: la parte de Kurtz ha echado para atrás a más de uno; hay que prestar atención a sus palabras, poderosas como pocas, propias de un hombre que ha cruzado el umbral de las convenciones y ha ido a parar al territorio donde no existen la moral, la hipocresía ni las buenas intenciones, sólo existe "el horror, el horror". Este es el tráiler original de la película, donde si os fijáis podéis ver por un instante a un joven Harrison Ford:

lunes, 15 de noviembre de 2010

Una tarde de recuerdos



Vagueando por la red me he reencontrado con The Woodentops, uno de esos grupos de finales de los ochenta, de corto recorrido y pasión larga que siempre me han fascinado. Me he encontrado con Last time, uno canción que siempre me ha tocado la fibra (y a ti, Freak Masters, si me estás leyendo), porque me recuerda a unos años en que todo estaba aún por hacer, y cada nuevo conocimiento era una explosión de gozo, y la música era un poder sobrenatural que te elevaba hacia otras dimensiones (si es que las otras dimensiones habitan las alturas). Si no conocéis a The Woodentops, probad a escuchar Plenty en la red. Si no os gusta, podéis dejarlo. Si os gusta, sigamos con Well, well, well, Love Train, Why y otras. Aquí está Last Time, más acelerada que en la versión del álbum Giant, como no podía ser de otro modo: The Woodentops sólo sabían vivir y tocar deprisa. Qué grandes fueron. Imprescindible para exploradores musicales el álbum en directo Live Hypno Beat.

La película más larga de la historia


me entero de que la película más larga de la historia se realizó hace un año o dos, y que su director fue el francés Gérard Courant, y que se titula Cinematon, y que consta de centenares de clips, grabaciones hechas a gente diversa. ¿Interesa a alguien esta película? Puede ser. Pero, ¿sabe alguien cuánto dura la susodicha película, si tal nombre se le puede aplicar? Doy opciones:
a) Cinco horas
b) Veinticuatro horas
c) Tres días
d) Seis días

Pues bien, la opción correcta es... tatatachánnn!!!... ¡LA "D"! Nada menos que seis días y ocho horas de duración. Es como si un novelista escribiera una novela de treinta mil páginas, más o menos, cosa que pocos autores habrán logrado reunir sumando el conjunto de su obra completa (desde luego que Juan Rulfo no se acercó mucho, pues su obra completa se cifra en menos de 400 páginas). Además, ¿alguien querría leer una obra de 30.000 páginas? Que no me escuche Ken Follett, no le vaya a dar ideas. Y, por otro lado, ¿alguien tiene el más mínimo interés en ver una película que dura más de seis días? Yo no. Me recuerda a cuando en Villarriba hacen la paella más grande del mundo, o cuando un tipo bate el récord mundial en deglución de salchichas en una hora. Una auténtica estupidez. El tamaño importa, sí, pero esta vez al revés del dicho clásico.
En otro orden de cosas, a ver qué os parece esta canción (puede que la conozcáis, es de las más famosas de Micah P. Hinson, Diggin' a grave), grabada en un ensayo en el estudio: le falta la orquestación del álbum, de influencias de la música de Europa Oriental, pero creo que es realmente reseñable la atmósfera que crean dos tipos con una guitarra, un banjo y una voz personal y poderosa:



domingo, 14 de noviembre de 2010

Díaz Ferrán, ¡qué gran presidente de la patronal!




Sí, señor. Como debe ser. Con dos gónadas. Yo soy Díaz Ferrán, presidente de la CEOE, y me permito el lujo de dar consejos a otros como si fueran unos indocumentados, mientras que AirComet y Marsans, propiedad mía, se van a la quiebra y dejo a la gente en la calle, sin haber cobrado durante meses, aunque, eso sí, los altos ejecutivos cobraron hasta el final unos sueldos desproporcionadamente altos. Qué bella es la empresa privada, qué majetes estos empresarios que critican agriamente a los que no nos sacan de la crisis y mientras tanto sus propias empresas se derrumban como castillos de arena.
Pero como la paradoja es tan grande, es decir, que
el presidente de la patronal lleve sus empresas a la bancarrota, creo que es nuestro deber moral proponer nuevos presidentes.
Por ejemplo del Gremio Nacional de Sastres debería
ser presidente, obviamente, Camps.
>Asociación Mundial contra la Drogadicción: Keith Richards. Solucionaría el problema en un periquete, es decir, en el tiempo que le llevase consumir todas las drogas mundiales.
>ADENA o Green Peace: sin duda El Pocero. Con él nadie se preocuparía por las selvas
tropicales, ya que las habría alicatado todas.
>Real Academia de La Lengua: sin miedo al error, una presidencia colegiada: el elenco de Sálvame Deluxe. Ríase usted de Lázaro Carreter.
>Asociación Mundial para la Concordia en el Deporte: Jose Mourinho haría una labor impagable.
>Asociación Mundial contra el Fingimiento en Deportes de Equipo: Dani Alves sería votado por aclamación.
>Asociación Mundial para la Risa y la Alegría: Aznar y Aznar junior serían incontestables. Fíjense en la foto y juzguen quién es más cenizo.
>Federación Mundial de Footing: Zapatero podrá presidirla cuando deje el gobierno. Su estilo de garza poliomielítica ha dejado honda huella.
>Asociación para la Transparencia de Premios de Lotería: ¿Quién si no Fabra, presidente de la diputación de Castellón?
>Unión Internacional de Modestos, Humildes y Ahorrativos: Joan Laporta, ¿quién si no?
>Asociación Mundial por los Sordomudos: ¿Alguien podría quitarle el sillón a Hugo Chávez?

martes, 9 de noviembre de 2010

Una canción atmosférica


Probad a apagar las luces, tumbaos sobre la alfombra, encended el equipo y poned un disco de Portishead titulado Dummy. En él, podéis buscar la canción más famosa, Glory box, pero casi recomendaría que pusierais una titulada Roads. Dejaos llevar, como si esto fuera alguna rama de la filosofía new age, y disfrutad del sonido de Portishead, de la voz trémula de Beth Gibbons, de los sonidos esquivos que resuenan y se quedan, contradiciendo las leyes más elementales del sonido. Esta es la versión de un concierto en directo en Nueva York. A mí me parece emocionante, emocionante cuando agarra el micrófono, y cuando aparta el rostro de él, cuando parece que está a punto de llorar y la gente aplaude. Emocionante.

Mi primer recuerdo


Ayer en clase hablamos sobre cuál era el recuerdo más lejano que tenían los alumnos. Y yo pensé en el mío. Mi recuerdo más antiguo es así: Yo estoy en brazos de una mujer, o una chica, no lo sé, buscando con la vista a mi madre. A mi alrededor había un muro de piedra que a mí me parecía de una altura descomunal, y recuerdo perfectamente un árbol: era un sauce llorón, y lo sé porque a partir de ese día ese árbol ha ejercido cierta fascinación en mí. Sé que era una finca en las afueras de Ponferrada (ahora esas afueras son prácticamente céntricas), de unos amigos de mis padres. Sé que la mujer o la chica me llamaba "gordito", haciendo honor a mi condición no muy musculada a esa tierna edad. Si pregunto en mi casa tal vez puedan precisarme dónde ocurrió aquello exactamente, pero el caso es que siempre me olvido de preguntar. Por cierto, yo soy el niño asustadizo que se asoma a una terraza.
Curioso es el caso de mi madre, que con poco más de un año de vida recuerda que sus padres la llevaron a la inauguración del "Campo de Aviación de Labacolla"(también llamado "Lavacolla"), que creo que fue en 1932 . Fascinante es que su recuerdo de ese día fueran, más allá de los pájaros de acero, las medias que llevaba una mujer, pero es que mi madre, aunque lo niegue, ha sido siempre una fashion victim. Ahí se demuestra.

(En las fotos, la evolución de mi madre desde tierna edad hasta otra tierna edad, los veintidós años, con mi hermano en el regazo)

sábado, 6 de noviembre de 2010

...y una de Kevin Johansen



Este sábado sin fútbol me tiene prendido a ciertas canciones que hace tiempo no escucho. Esta es de Kevin Johansen, que por el nombre puede parecer sueco, danés, o algo así, pero nació en Alaska y en realidad es más argentino que cualquier otra cosa. Aparte, se le conoce como "Piojo" Johansen, por su parecido con el ex jugador de fútbol argentino "Piojo" López. Podéis juzgar si hay un parecido razonable o no. Timing es el tema, del álbum Sur o no Sur, y que os guste.

Old-fashioned morphine

Una preciosa canción de la cantante Jolie Holland, una de esas canciones limítrofes entre la música popular, el blues y el jazz. Para mí fue un descubrimiento, hace ya cosa de diez años, esta mujer, con una voz impresionante, y apadrinada por Tom Waits. En la canción nombra a famosos morfinómanos como el escritor maldito William Burroughs, la aventurera Isabelle Everheart o... su abuelito (dudamos si es verídico o no. Hoy en día tendría problemas para editar esta canción.

El Spanglish, tal vez la lengua del futuro


Prácticamente todas las lenguas que conocemos empezaron siendo lenguas "pidgin" o "macarrónicas". Por ejemplo, el español empezó siendo un bajo latín de la soldadesca que se fue contaminando del sustrato de la lengua de los pueblos sometidos. El español (cuando digo el español, digo cualquier lengua romance o germánica, o de donde sea) debió de tener esa fase embrionaria durante varios siglos, hasta que ese pastiche lingüístico se asentó en algo nuevo. Hoy en día existen lenguas pidgin en zonas de Asia, y existe una lengua pidgin en los EE UU, que posiblemente, no sabemos cuándo, acabe por convertirse en una nueva lengua, con su cultura y su literatura respaldándola. Hablo del Spanglish, esa mezcla curiosa de español e inglés que se habla en varias partes de los EEUU. De momento, sus resultados son bastante cómicos, claro, pero si esperamos unos siglos, el factor gracia se pierde. Hay ejemplos hilarantes del Spanglish, como por ejemplo llamar "chores" a los pantalones cortos ("shorts"), "marqueta" al mercado ("market"), "vacunar la carpeta" a pasar la aspiradora ("vacuum the carpet"), "te llamo p'atrás" a te devuelvo la llamada ("I'll call you back"), "el rufo del bildin" al techo del edificio ("the roof of the building"), "parquear el carro" a aparcar el coche ("park the car") y muchas más. Pero de todas, tal vez las joyas de la corona sean las siguiente, que planteo al lector:
a) Una tienda delibera groserías. ¿Qué demonios hace esa tienda?
b) Un negocio precisa mujeres estériles. ¿Qué negocio es ese?
c) Alfredo está corriendo para la oficina de mayor. ¿Qué cuernos hace ese Alfredo?

Las respuestas son:
a) La tienda lleva la compra a domicilio ("deliver groceries")
b) El negocio necesita empleadas fijas ("steady women")
c) Alfredo se presenta al cargo de alcalde ("He's running for the mayor's office")

Bien. Da un poco de miedo pensar en estos estados embrionarios de una lengua. Uno puede acabar hecho un lío. Sin embargo, quién sabe si una de las lenguas del poder en un par de siglos será esta extraña mezcolanza que provoca tanta risa y tanto desconcierto. Seguro que los soldados romanos se partían de risa con las ocurrencias de los carpetos, vetones, castrexos o vacceos... Poco iban a sospechar ellos que Cervantes, Valle Inclán, Quevedo, Pla o Celso Emilio Ferreiro iban a hacer de sus lenguas un monumento.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Profetizando los nuevos caminos



Fue en 1980. Yo hacía COU en el Instituto de Conxo, en santiago; tenía 17 años. Un día un profesor de la universidad de Santiago, de la faculatad de Historia, Moralejo, vino a darnos una conferencia sobre la iconografía de Jesucristo, y cómo los distintos pueblos la habían adoptado a sus necesidades. Fue una charla hipnotizante, tanto que a punto estuve de elegir Historia como carrera, en vez de Filología Inglesa. En la ronda de preguntas, nadie se atrevía a abrir la boca, conscientes de que sólo podíamos preguntar estupideces a una eminencia tal, aunque humilde como pocos. Pero un valiente se tarevió a preguntarle hacia dónde creía que iba el arte. Moralejo respondió que Simon y Garfunkel tenían la clave (lo cual nos dejó anonadados): "las palabras de los profetas están escritas en las paredes del metro y en los vestíbulos de los edificios", más o menos eso decía el genial dúo en su canción imperecedera The sounds of silence. Y ahora, cada vez que veo o leo o oigo del grafitero Banksy y su impacto en el mundo artístico (independientemente de lo que piense al respecto), me rindo ante Moralejo. Tenía toda la razón. Los profetas del arte pintan en las fachadas. Moralejo supo ver la verdad del futuro en las palabras de una canción de Paul Simon, no en una frase de Rilke o una obertura de Mahler. Moralejo veía mucho más allá que todos, igual que Paul Simon. Este es un vídeo histórico del dúo que rivalizó en popularidad con The Beatles. Atención a cuando digan "the words of the prophets are written on the subway walls and tenement halls", porque ahí está el quid de la cuestión.



miércoles, 3 de noviembre de 2010

Hoy me he quedado impactado

Hoy leí un artículo sobre el nuevo libro de Manuel Rivas, Todo es silencio, y me quedé realmente impactado. Si alguien que entra en el blog leyó mi libro El Arlequín, tal vez recuerde que es una novela de misterio con el telón de fondo del contrabando gallego, y que se desarrolla en un lugar hipotético pero real cuyo nombre ideado por mí fue "Brétema", que significa "niebla" y que reproduce a la perfección la bruma de una sociedad que no quiere saber ni oír, que mira hacia otro lado y se hace la desentendida cuando le hablan del contrabando. Pues bien, el nuevo libro de Manuel Rivas trata sobre el contrabando y sus silencios implícitos, y el lugar donde se desarrolla la novela se llama... Brétema. Es posible que a dos personas se les ocurra la misma idea, por supuesto, pero no sé si podré dormir hoy, cavilando sobre una casualidad tan grande.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Novelas cortas



Ahora que el escritor que no saque una novela de 1000 páginas parece un burro o un paleto, yo estoy cada vez más enganchado a las novelas cortas o, al menos, razonables. Las dos últimas que he leído son altamente recomendables. La luz es más antigua que el amor del asturiano Ricardo Menéndez Salmón es una obra breve y conmovedora. Es una novela que infaga sobre los límites y la pasión del arte, en su función y en sus esplendores, tomando como pretexto el libro que escribe el alter ego del autor, Bocanegra, sobre tres pintores, uno real (Rothko) y dos imaginarios. La parte final ha conseguido conmoverme como pocas. Soy conmovible de por mí, lo sé, pero recomiendo a todos que leáis esas últimas páginas en las que el autor apócrifo lee su discurso al ganar el Nobel de literatura, en el que ensalza la función del arte como único modo de consuelo en el mundo atroz en que vivimos, pues la obra enfatiza el compromiso del artista contra todas las fuerzas que quieren hacerle zozobrar, léase las dictaduras, o la heterodoxia religiosa, o también el voluble mundo de los marchantes de arte. Más que una novela es un ensayo, escrito irreprochable, luminosamente por este autor, ya consagrado en los altares de los autores de calidad por su anterior Trilogía del Mal.
David Monteagudo, el gallego autor de Fin vuelve a las librerías con Marcos Montes, novella sobre la experiencia de un minero tras un derrumbe en la mina. Como en su celebrada novela anterior, Monteagudo nos somete a la tensión, nos hace vivir a través de las voces de los mineros, sumidos en la más completa oscuridad, y del protagonista, que juzga y relata la acción, la situación límite de la supervivencia en condiciones adversas. Pero como en Fin, a medida que avanza la novela, vemos que todo lo que hemos leído hasta entonces es solamente una imagen que hemos querido componer en nuestra mente. Hacia el final adivinamos qué es realmente lo que ha sucedido. Muy recomendable también. Debo decir que empecé ambas novelas al acostarme, y no pude parar hasta acabarlas. Como inversión económica no es muy buena, pero por lo menos sé que son dos obras que han dejado alguna huella, cosa que a día de hoy no es tan fácil de conseguir.

My God: Delfín Quishpé ( y otras) cantan a Israel

Este vídeo dejará una huella indeleble en vuestras mentes, tal vez tanto como el ya legendario Torres gemelas del peruano Delfín Quishpé (¿cómo? ¿que no lo conoces? No tardes un segundo en buscarlo). Aquí se unen las tres superestrellas de la música popular peruana (sic) para cantar una canción de apoyo a Israel. No tiene pérdida. A Delfín, que redunda en sus "Dios mío", "no puede ser", etcétera, le acompañan Wendy (que se hizo famosa de niña en su país por cantar La tetita, pero que no os recomiendo, porque es realmente grimoso) y La Tigresa de Oriente, mujer que parece salida de la resaca de un fin de año en el barrio del Raval, Barcelona. Espero que no se enteren en Israel de la existencia de este tema, porque tal y como son a lo mejor les declaran la guerra. Ay, madre mía. Israel, Israel en tus tierras bailaré... ¿Con quién? ¿Con los rabinos ultraortodoxos? ¿Con las facciones de Hamash? Sólo se me ocurre una persona israelí con la que puedan bailar estos friquis: con Dana Internacional. En fin. Ved el vídeo: tal vez os cambie la vida.