jueves, 25 de septiembre de 2008

El niño 44 y otros asesinos





Siempre me ha fascinado el asesino en serie. De hecho, he leído unos cuantos libros acerca de ellos (siempre son hombres), pero prácticamente todos son irrelevantes: inciden en los abusos que sufrieron de pequeños, en frustraciones sexuales, familias desestructuradas, y, sobre todo, en su apariencia de perfectos vecinos, si bien existen muchas excepciones que nos hacen ver que simplemente la crueldad en estado puro no conoce fronteras ni clases sociales (aunque casi nunca aparezcan mujeres en este triste rol). Por eso, por mi fascinación por e incomprensión hacia la crueldad humana, este verano me animé a comprar "Child 44" ("El niño 44") del autor desconocido Tom Rob Smith. Por eso, y porque la historia se desarrolla en otra época tristemente fascinante: durante la atroz época de Stalin, desde la hambruna brutal de la deskulakización hasta la muerte de ese auténtico asesino de masas.
Con ambos ingredientes, me puse a leer el libro, y me enganché a la primera. No solo está bien escrito, sino que también está muy bien documentado. Por supuesto, recurre a las técnicas clásicas de la novela de misterio, con la resolución y sorpresa final, lo cual dista de ser un defecto para mí. Por supuesto que es un best-seller, pero es un best-seller que a cualquiera le habría gustado haber escrito (salvo a algunos gurús endiosados, claro). Además, a medida que la leía, iba viendo el paralelismo de la trama con la historia real de Andrei Chikatilo (en la foto, el momento de su detención), acaso el más atroz asesino en serie que ha visto Europa, con más de cincuenta niños y jóvenes asesinados en su triste cuenta durante un periodo de más de diez años, un monstruo que fue capturado gracias a la titánica labor de un funcionario que asumió el papel de detective y policía forense, creando métodos de trabajo que incluso fueron copiados en los Estados Unidos, y un anciano psicólogo que logró desarmarlo en la confesión. En la bibliografía a la que recurre la novela, vi que, en efecto, Chikatilo estaba presente. Pero no es la historia de ese hombre: únicamente le sirvió de inspiración, como se ve en la sucesión de hehchs que configuraron la búsqueda de Chikatilo: la vigilancia de estaciones de tren rurales, las víctimas escogidas,la personalidad y vida privada del asesino, la renuencia de los comisarios políticos a reconocer que en la URSS existían asesinos en serie, como en la corrupta Occidente. El caso es que, con tales mimbres, Ridley Scott ya prepara la mcesta del rodaje de "El niño 44". Que no nos decepcione.


Con respecto a la verdadera historia de Chikatilo, siempre recomiendo ver el telefilm "Ciudadano X", protagonizado por tres monstruos de la pantalla como Donald Sutherland, Max Von Sydow y Stephen Rea. Si la podéis conseguir, no dudéis en verla: es excelente, aunque difícil de conseguir. Hay muchas otra películas relativas a estos asesinos en serie reales, casi todas infames, como las biografías de Gacy, Ted Bundy o Ed Gein. Estos monstruos han dado libros y películas como "American Psycho"(mala la novela, peor la película), "La matanza de Texas" (sobrecogedora y excesiva, epítome del gore, inspirada en Ed Gein) y otras, algunas teóricamente reales, otras apócrifas. En nuestra filmografía tenemos una joya no muy conocida del género, "El Cebo" de Ladislao Vajda, sí, el mismo de "Marcelino, pan y vino", una rareza en una cinematografía casposa, una coproducción hispano-suiza de 1958, en que un asesino vestido de negro con sombrero de ala ancha asesina niñas en unos idílicos paisajes alpinos. Tenéis que verla.

jueves, 18 de septiembre de 2008

El tigre, la nieve y Tom Waits



¿Habéis visto la película "El tigre y la nieve", de Roberto Benigni? Si no la habéis visto, un consejo: no se os ocurra verla. En primer lugar, es una película ñoña, vacía, absurda; en segundo lugar, fue dirigida e interpretada por Roberto Benigni, el Jim Carrey europeo, con todo lo nefasto que esto conlleva. Eso sí, no hay obra de la que no se pueda extraer algo bueno: al principio de la peli, el protagonista (Benigni) sueña que se casa con su amada. En la ceremonia, la música la pone el inimitable Tom Waits, muy amigo de Benigni, por cierto, desde que filmaron juntos "Down by Law" ("Bajo el peso de la Ley"), de Jim Jarmusch, otro de los amigos de Tom. La canción elegida es una de las mejores, según mi opinión, de las de su larguísima carrera: "You can never hold back spring". Es uno de esos temas atemporales que Tom Waits logra, una balada sentida, constelada de sonidos antiguos, que forma parte del triple disco "Orphans", el más reciente de Waits, y que comparte ambiente con temas imprescindibles como "Alice", del álbum homónimo, o "Frank's Theme" del espectacular "Frank's Wild Years".
Hoy en día el marco de referencia del escritor ha variado, y cada vez es más frecuente que los epígrafes de las novelas estén tomados de canciones en vez de las consabidas poesías clásicas: yo mismo utilicé el tema "Black Wings" para mi novela "Alas Negras". Y es que la poesía, la capacidad de generar imágenes de Waits no es menos que la de cualquier poeta consagrado por la crítica. Hay una imagen de la canción "Alice", del disco de mismo título, que guardo en mi corazón: un patinador cincela en el hielo el nombre "Alice", y cuando va a repasar el nombre con las cuchillas de sus patines, el hielo se quiebra, y el patinador cae a través del "hielo de Alice" o tal vez de "los ojos de Alice", lo cual es un juego de palabras entre "eyes"(ojos) y "ice" (hielo), que son palabras prácticamente homófonas. Bien, a veces vivimos de estas pequeñas cosas, de unos versos de una canción, de una imagen poderosa que se nos instala en el alma para nunca dejarnos.
No es menos "Frank's Theme", un tema en que el cantante insta a su amada a que siga soñando, a que los sueño barran su tristeza, sus lágrimas y que recuerde cuándo la banda tocaba aquella vieja canción que ellos consideraban suya. Es una atmósfera de 13 rpm, un olor a gramófono, a terciopelo y a madera del suelo desgastada por los zapatos de los bailarines arrimados. Buf, se me salen las lágrimas. Tom Waits es el único autor que me provocaría dudas en caso de tener que grabar una antología en el consabido CD de 700 Mb: me vienen a la mente unas cuarenta canciones, y todas no caben. Tom Waits es al hoy lo que fueron Dylan y Los Beatles en el ayer, una influencia constante, sorda, aunque, en su caso, mucho más arriesgada por la dificultad que conlleva muchas veces su música.
Recomiendo que vayáis a YouTube y veáis la versión en directo de "You can never...", que forma parte de la gira "Orphans" de Waits. Sentiréis la emoción, el power. Y si queréis ver justamente lo contrario, el anticlímax, visitad YouTube y ved el vídeo "Torres gemelas" de un tal Delfín noséqué, ecuatoriano. Ay, madre, qué cosa. Da bastante vergüenza ajena.
El vídeo de Tom Waits está en esta dirección:

http://es.youtube.com/watch?v=wUtSfjGvB3k

(A Celso Pérez, genio de la farmacéutica, con todo mi cariño)

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Educando a los ciudadanos

El año pasado leí un libro del periodista inglés John Hooper acerca de los españoles actuales, "The New Spaniards" ,un libro muy interesante en el que abundaré más adelante. Los comentarios de un extranjero que vive en España son habitualmente más aprovechables que los de los propios españoles, por una cuestión de distancia y perspectiva, y una de las cosas que más me llamó la atención fue su asombro ante el siguiente hecho: el gobierno español, sea del color que sea, lejos de impulsar la autofinanciación de la iglesia católica, a la que ésta se comprometió al principio de la Transición, se dedica a financiar tanto esta Iglesia como el resto de confesiones que se suceden en este país. Esto, para un protestante, es absurdo. Nunca el contribuyentye debe sostener las confesiones privadas de unos o muchos, sino que los propios acólitos son los que deben financiarlas con su propio dinero. Esto es evidente para cualquiera excepto para un porcentaje importante de polacos, italianos y españoles, al parecer.
Sin embargo, se ponen trabas a una asignatura cuya finalidad es que los alumnos aprendan a vivir según los principios democráticos de esta sociedad, y mostrar la pluralidad de ésta. Al parecer, esto es adoctrinar a la gente: hablarle del sistema político en que vivimos, de la necesidad de tolerancia, de las diferentes familias que surgen con las nuevas relaciones personales, de los problemas éticos con que nos enfrentamos (eutanasia, aborto...), etcétera. Realmente ridículo lo del señor Camps en su feudo-comunidad, con esas traducciones simultáneas; realmente bochornoso lo de los papis que objetan porque no quieren que sus pocholitos sepan lo que sucede en la sociedad española, no desean que se imbuyan del espíritu ciudadano, que es muy hortera y muy rojillo. Para Rouco y sus amigos, acaso debamos volver a poner en el currículum la hagiografía y el catecismo, pero esto no es adoctrinar, aparentemente. Entonces, ¿por qué no se rebelaron los obispos cuando se empezó a dar Ética? Pues son contenidos éticos los que se van a impartir, al fin y al cabo. ¿Quién puede objetar a las normas de convivencia de esta sociedad? ¿Quién puede desear que el crucifijo vuelva a presidir las aulas, como si todos los españoles fueran cristianos? ¿En nombre de quién se hace esta cruzada rancia que recuerda tanto a aquella cruzada de la derecha contra el divorcio, derecho al cual los derechistas, por cierto, se apuntaron a la rprimera de cambio? ¿Quién puede negar el carácter laico del Estado a estas alturas? ¿Quién puede negar que dentro del PP, brazo político del obispado, existe una multitud de laicos, ejemplo del cual es la señora Cospedal? ¿Cómo se puede ser tan hipócrita, tan manipulador, comparando derechos civiles inalienables con un adoctrinamiento perverso? Son preguntas retóricas: todos sabemos quiénes son. Son los que quieren que el español vuelva a aprenderse de memoria el catecismo, sea cristiano o no. Véanlos en instantáneas tomadas cuando propusieron objetar la Educación para la Ciudadanía (¡qué francmasona, qué judeo-comunista suena esta nomenclatura!):






Solo espero que sus hijos o familiares objeten (qué verbo más feo, suena al agujerillo del ano), y se queden sin el título académico correspondiente. Por burros. Por retrógrados.

Por último, si yo perteneciera a una secta cristiana que afirmase que los números son obra de Satán (no olvidemos que su cifra es 666, y que esto contamina por fuerza todos los números, primos incluidos) , ¿podría mostrar mi insumisión al currículum de las matemáticas, la física, la química? Se abre una vía apetitosa para los estudiantes.

(La última del polifacético Aznar: sabe de buena tinta que no existe el cambio climático)



martes, 16 de septiembre de 2008

Las Benévolas


Este verano no he escrito absolutamente nada pero he leído muchísimo. Os informaré de algunas cosas en entradas sucesivas, a ver si compartimos opinión. Una de las novelas que leí en agosto fue "Las Benévolas" de Jonathan Littell, a la izquierda en la foto.

Un hombre se preguntaba en internet qué demonios quiso decir Jonathan Littell titulando su novela "Las benévolas". Por si me lee, le informo de que "Las Benévolas" ("Las Afables", en la traducción española) es el nombre que reciben Las Erinias o Euménides, diosas griegas de la venganza, en la obra de Esquilo "Las Euménides", que forma parte de la trilogía de la Orestíada.
El nombre de las diosas solo aparece en la íltima página del libro, recurso que a mí me gusta mucho, por cierto, eso de elegir un título de una frase de las últimas de una novela o de un relato. Pero, hablando de la novela (1000 páginas, muchachos), ¿es recomendable? Bueno, debo decir que solo es recomendable si el lector es un apasionado de temas como el Nazismo, Stalingrado, la caída de Berlín, el Holocausto, etcétera. Yo lo soy. Y aun así, creo que a este libro le sobran unas 500 páginas, lo cual es un gran mal de la narrativa contemporánea.
Sin embargo, debo reconocer que es el relato más minucioso que he leído en mi vida en relación con los entresijos de las diversas familias del nazismo. En eso, en el día a día de la maquinaria nazi, en las tensas relaciones de unos y otros, en las miserias y corruptelas que socavaban todo, reside, creo yo, el gran acierto de Littell.
El testimonio en primera persona del protagonista, Maximilian Aue, oficial de las SS, homosexual e incestuoso, recorre los momentos estelares del derrumbamiento de la Alemania nazi; a veces resulta tedioso; otras, escalofriante por la crudeza con que describe barbaridades; otras, francamente desagradable e innecesario, para qué negarlo: el capítulo en que Aue está solo en una casa de campo fantaseando perversiones con su hermanita también sobra, o podría haberse despachado en una líneas.
¿Recomiendo leerla? ... Buf, no sé. Solo si eres un adicto a estos asuntos, pero aun así, tanto puede maravillar como repugnar. A mí me dejó a medio camino de ambas cosas.

P.D.: Por cierto, ace dos día falleció el escritor norteamericano David Foster Wallace. Ha entrado en la triste y larga nómina de escritores suicidas. Antes de saber de su muerte iba a ponerlo como ejemplo de autor desmesurado que piensa que escribir una novela de 1200 páginas ("Infinite Jest", 1996) es de por sí un sinónimo de calidad, pero me ha quedado mal sabor de boca. Tenía mi misma edad.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Profesión de riesgo


Cuando me despedí del blog en junio, mi amigo Pedro Díaz (en la foto, con mis hermanas Susana y Reyes, y una amiga, Marta, en Villafranca del Bierzo) me sugirió que tratase más temas. Pensé que me sobrevaloraba (lo hace, de hecho), y aduje que en rigor no sabía de nada más que aquellos temas de los que hablo, pero él replicó que nunca hablaba de mi propia profesión: entonces recordé que soy profesor. Pues tenía razón Pedro. Pero es que me he habituado a ocultar mi oficio en público, porque cuando la gente sabe que soy profesor, o cuando me veo obligado a confesarlo, a todo el mundo se le llena la boca diciendo (escribo entre paréntesis lo que piensan y habitualmente no expresan): "Jo, vaya suerte de vacaciones (cabronazos, que no dais un palo al agua)", "Qué, y habrá que empezar a currar ya, ¿no? (porque además ese trabajo lo hace cualquiera, y aún os quejáis, gandules)", "Ah, profesor; tenían que ser como los de antes, que a la mínima, una hostia para mantener el orden (pero si se la dan a mi hijo los denuncio y después descuartizo al profesor que lo haya agredido)". No, no despertamos muchas simpatías ni solidaridades. Más bien un resquemor poco disimulado por culpa sobre todo de nuestras célebres vacaciones que cada gobierno va acortando más y más, creyendo erróneamente que redunda en beneficio de la enseñanza.
Solo hay que pasarse como infiltrado por el exterior de un colegio de primaria y oír los comentarios sobre los profesores para darse cuenta de que esta es una profesión bastante arriesgada, pues, por ejemplo algunos padres parecen estar deseando que algo malo les ocurra a sus hijos para así poder sacar tajada: es canónico el caso del niño que se lastima durante el recreo, y la acusación a los profesores de guardia de patio, que debían tener tantos ojos como una mosca para controlar a trescientos niños en estampida recreacional, mientras que estadísticamente está demostrado que los peores accidentes se producen en el hogar dulce hogar; otros muchos progenitores, en los institutos, permiten que sus hijas vayan al insti como starlettes del Molino Rojo, con la consecuente incomodidad que provoca tanto a sus sufrientes compañeros con cotidianas sobredosis de tanga y chichas como a los profesores (me refiero solo a los hombres, que debemos mirar al techo o a la ventana cuando se aproximan alumnas en biquini a consultar algo), quienes, por supuesto, en ningún caso se atreverán a objetar sobre el atuendo de las chicas por lo resbaladizo que es ese terreno (¡pues no mires, pervertido!, podría ser la réplica); otros alumnos salen de casa con un aspecto de matón del Bronx que, si no espanta a los padres, es porque los padres tienen aun peor pinta; muchos padres frustrados esperan como agua de mayo las evaluaciones finales para así tener una excusa y poder partirle la cara a los profes que se han juramentado para que su hijo, que tiene un historial policial como Unabomber, no apruebe la ESO... etcétera.
Por lo tanto, no puedo evitar recelar de los que dicen: "Vuestro trabajo sí que es difícil, aguantar a todos esos maleducados, que ni los aguantan sus padres". Me cuesta creer que alguien ajeno al gremio se compadezca así de nosotros, pero hay gente así, por fortuna. Y tampoco buscamos compasión.
El caso es que estamos en el tercer lugar del ránking de las profesiones que sufren más agresiones, solo por detrás de médicos y enfermeras, y en el segundo en estrés profesional, solo detrás de los controladores aéreos. Baste decir que de un tiempo a esta parte en muchos centros las tutoría con los padres se hacen con testigos y puertas abiertas... y que las tutorías personalizadas con alumnos han dejado de ser a puerta cerrada por el peligro que conlleva estar con un alumno a solas: principalmente en universidades se han producido casos de fingimiento de agresiones sexuales para poder apañar buenos resultados académicos, y amenazas incluso de muerte aprovechándose de la ausencia de testigos. No es broma, no es exageración, y la cosa aquí solo acaba de empezar. Pero, para que os deis cuenta del rumbo que está tomando la nave, os explicaré dos casos sucedidos en Galicia, sin dar detalles. Ambos, como dirían Les Luthiers, no solo son verídicos, sino que además son ciertos.
El primero, en la provincia de La Coruña, salió en los periódicos. Un alumno expulsado días atrás por una profesora entró en el instituto sin permiso, entró en el aula y se pasó una hora insultando a la citada profesora con violencia inusitada. No sé qué se sentirá cuando un energúmeno te está llamando puta y cosas similares durante una hora, pero se lo recomiendo a los excépticos. Otra profesora acudió a defender a esta, y ambas bajaron a dirección. El director quitó hierro al asunto, aduciendo que eso es normal (insultarte, vejarte, etcétera) hoy en día, con lo cual, la profesora, alucinada, acudió al inspector, quien le vino a decir que trabajara y se dejara de tonterías, so tiquismiquis. La profesora, pues, tuvo que recurrir a la Justicia, y estoy a la espera de ver qué ocurre. Esto es más emocionante que C.S.I., pero aquí suelen ganar los malos.
El segundo caso, sucedido en la provincia de Pontevedra, terminará por acabar en los periódicos, me temo. Una profesora encuentra que en un fotolog unas alumnas del centro se ensañan con ella con insultos y otras cuestiones violentas y/o denigrantes. La profesora informa a las alumnas que sabe del fotolog, y les urge a retirar los insultos. Solo una de las alumnas se negó a retractarse, con el apoyo inestimable de su padre, un profesor universitario que casualmente tiempo atrás había sido vejado en internet por sus propios alumnos. La profesora recurre a inspección, y el inspector contraataca amenazando ¡con investigarla a ella! La profesora acabó por poner asimismo el asunto en manos de la Justicia, que ha hallado indicios de delito. Ya veremos qué ocurre.
Tal vez lo peor de todo esto no es que los alumnos vejen o insulten, por duro e inaceptable que sea, sino que los propios compañeros de estas profesoras (las mujeres son mayor objeto de vejación que los hombres en los centros de enseñanza) no dudan en mirar hacia otro lado y reflexionar: "Esto les pasa porque son como son: demasiado duros, demasiado blandos, demasiado bordes, demasiados fachas o demasiado progres. Yo, como soy un profe guay, no corro peligro". Hay muchos precedentes de esta actitud. Siempre la gente prefiere mirar hacia otro lado... hasta que las piedras le caigan en los morros, y entonces se preguntará por qué nadie les apoya.
Tal vez lo peor es, simplemente aquello que empecé comenrtando: prefiero evitar comentar que soy profesor. Así me libro de una gran sarta de gilipolleces. Y que cada uno recoja lo que siembra (me he puesto bíblico).

martes, 9 de septiembre de 2008

Los Lorchos II




En el blog de Los Lorchos, como en otros, me dejé cosas en el tintero. Intentaré subsanarlas. Por ejemplo, me olvidé de una de las primeras canciones, “Sandra”, una de las peores de todas, lo cual no carece de mérito, en que el autor incide en uno de sus temas favoritos: la degradación a través de alcohol y psicofármacos: “El alcohol y la droga hicieron mella en tu juventud…”. Era la vena calvinista de Todd, quien entona un "Yo....." que solo podría igualar Yoko Ono (por su disonancia, me explico).

Otra (imperdonable la omisión) pieza es para nosotros lo que fue “Lucy in the sky…” para el Sargent Pepper’s: inmersión en el inconsciente, surrealismo, desvarío, llamadlo como queráis. La diferencia es que los Beatles atacaban al LSD profusamente, y nosotros recurrimos al Magno porque aquel día andábamos bien de fondos. El etilismo, que no el elitismo, flota en la canción, cuyas primeras estrofas no me resisto a reproducir:


Era una tarde de verano

(CORO: verano, verano…)

Paseaba por el campo

(CORO: por el campo)

La botella de jumilla

(CORO: de jumilla)

Estaba bajo mi brazo

(CORO: bajo mi brazo)

Estaba yo muy enrollado

(CORO inconcluso: muy enro…)

De repente apareció

(CORO confuso: Apareció/ ¿Qué, Qué?)

Apareció un montón de heno

(CORO lacónico: heno)

Me lo metí por mis pabellones auditivos

Lo cual me impidió la audición.


¿Qué más se puede decir? Debo notar, además, que el espíritu beatle estaba muy presente en nosotros, pues incluso a veces se intuían en las canciones las diferencias artísticas y temperamentales entre Todd (Jose)y Freak (Fran) que se palpaban entre Lennon y MacCartney ("Hello Goodbye", "Getting better"...); véase, si no, este fragmento de "Tanda", una canción que mencioné en el blog anteriormente, en que, resumiré el argumento, se rinde homenaje a una cavernícola de otra era que un día será la cabecilla de la tribu y multiplicará su prole, lo cual no mitiga su tristeza , y le lleva a esconderse en el fondo de su cueva:


Freak (voz cálida y bucólica): Tanda, juega y vete con la panda

Todd(voz cavernosa y cazallera): ¡Oh, Tanda, los pelos te cubren la cara! Dicen que eres fea, no lo creo.

Freak (voz dulce y melodiosa, soñadora tal vez): Tus pechos desnudos al sol...

Todd (réplica áspera): ¡Tus pechos no son una provocación!


Otra canción que quedó en el tintero fue una titulada (creo) “Todd’s negro Song”, un título agramatical y perturbador, un blues propio del Profundo Sur, tal vez del sur de Albacete, me parece. En ella, Toddie, un esclavo de Arkansas, contempla a su ama en escena de alta tensión sexual:


Ella es blanquita, yo soy chocolate,

Parecemos un helado de chocolate y nata

Ella salta por la campiña, oh yeah

Yo con mi cadena la persigo

Ella me dice “Negriiiitouuu, ven aquí again”


De repente, el autor entra en su vena reivindicativa, antiesclavista:


Me siento marginado

en este horrible estado: Arkansas, yeah


Al final el negrito Toddie planea fugarse.


Pero, ¿hubo vida antes de Los Lorchos? ¿Cuáles fueron sus orígenes? Los eruditos estiman que la primera canción lorcha fue una grabación temprana en que Todd entonaba una mezcla de blues, gospel, gregoriano y ringo-rango. La letra, dedicada a un amor irrealizado (otro leitmotif de Los Lorchos), es la siguiente: “He visto a M. C.” (las iniciales responden al nombre de la amada). La canción dura, obviamente, una eternidad, ya que cada sílaba se demora un par de minutos ("Heeeeee... viiiiiiiis ...tooo...)y demuestra la querencia temprana de Todd por la música negra. Más tarde, antes del Lp “Lorchos in the flowers”, Freak y yo hicimos unas grabaciones que prefiguraron el punk de los Sex Pistols. De aquellas sesiones infaustas solo me viene a la memoria una brutal versión cocina (no grabábamos en el garaje) de “Rocky Racoon” en que Freak tuvo la feliz idea de decir: “Only drums!”, y dejarme improvisar con la percusión. Se dice que vinieron a quejarse del ruido desde Rianxo. Y también hubo otro blues, “El blues de la contra”, cantado y tocado por Freak, conmigo en la batería, en que se relataba un incidente en el chalet de Las Sinas en que mi padre salió en calzoncillos al porche para ver si alguien rondaba la casa. Difícil olvidar aquellos calzoncillos con parte frontal en "Y".

En fin. A veces me he planteado qué sucedería si la humanidad desapareciera y seres de otro planeta hallaran como único legado de nuestra civilización la cintas de Los Lorchos.¿Qué dirían los alienígenas? Estas son las opciones. Elegid la que os parezca más acertada:


a) Qué perturbadora música, y sin embargo, qué luz transmite

b) No me extraña que se extinguieran si oían esto

c) Malditos bastardos, destruye esta mierda, XTC7

d) ¿Qué significará "Arroás"?


A los que elijan la opción a) se les remitirá una foto autografiada de Los Lorchos. Por cierto, he conseguido un hito: si pones "Los Lorchos" en Google... ¡aparecen! ¡Ya somos un fenómeno global!

Un día escribiré sobre el Decálogo Lorchuno, pues ser un lorcho es, más que una filosofía, una religión. Os sorprenderá ver cuántos lorchos in pectore existen en este mundo.


(Este blog está dedicado a Fran y Jose, por supuesto, y también al célebre "cuarto lorcho", nuestro genuino Billy Preston, Domingo "Doc" Coto, un tipo tan alto como auténtico, y a "Big Broker" Iván, tan cachas como "real", ambos residentes en Madrid; del mismo modo se lo dedico a todos los lorchos del mundo, incluso a mí, ¿por qué no?)

(Fotos: ambas tomadas en la parte trasera del chalet de As Sinas cuando aún existía el bosquecito de pinos, ambas del verano de 1979; en la segunda aparece mi hermana Susana, que se negó a ser go-go girl del grupo, y Randa, cuyos ladridos sobrevuelan algunas de nuestras grabaciones)


martes, 2 de septiembre de 2008

Regreso, queridos lectores

Buenas, feliz retorno al trabajo. Hace una semana, recién llegado a casa, me puse a mirar, por curiosidad, cuántos participantes había en los concursos a los que he enviado novelas o relatos cortos. En uno, el afamado Hucha de Oro, hay cerca de 4000; en otro certamen de novela de Gijón, unas 600 novelas. Después de esto, he preferido no mirar más. Y me he planteado si, tal vez, tendré que cambiar mi estilo para que se me abra una puertecilla en este mundo tan inexpugnable. Una vez abierta la puerta, no tendría problemas para volver a escribir como me gusta.
Entonces, este es mi plan:
a) Plan A: En vez de escribir novelas de 200 ó 250 páginas, las escribiré de 800 ó 900; da igual si sobran 600 de ellas: muchos editores pesan los manuscritos (de cinco quilos en adelante, un exitazo). Elegiré temas candentes, añadiré mucho sexo oral, vueltas de tuerca sorprendentes, y ya está. me tildarán de comercial, de productor de best-sellers, me crucificarán si consigo vender 100.000 libros, y yo me reiré como la loca de "Jane Eyre".


b) Pero también tengo un Plan B. Consiste en escribir mucho sobre temas irrelevantes (cotidianos, vaya) usando un lenguaje tan intrincado, obsoleto, castizo o dialectal que la gente pensará que soy un genio porque no me entiende. Los editores aficionados a esta literatura miden la calidad por la longitud y frecuencia de los bostezos de los lectores-piloto. Prohibido el suspense, que es de mediocres: admiremos esas descripciones orgasmáticas de veinte páginas sobre cómo gira una rueda. Para este plan tendré que inventarme dos seudónimos; uno, Jefferson Juárez, que suena a fronterizo; el otro, Helenio Rosenberg, que suena a judeo-argentino. Me convertiré en autor de culto, sesudos autores bostezógenos me encumbrarán. Venderé 1000 libros en la primera edición, y después, nada: pontificaré sobre el horrible nivel literario mundial y rápidamente me pasaré al ensayo ficcional, dando por muerta la novela como prosa narrativa.


En fin, no debo engañarme a mí mismo. Mis planes A y B me van a salir como le salieron al Real Madrid en pretemporada. Debo resignarme a seguir escribiendo como lo hago, y a convencerme de que, si fuera inglés o norteamericano, o (voy a ser malo) mexicano o argentino o colombiano, o si hubiera publicado previamente algún opúsculo en vasco, catalán o gallego, seguramente ya me habrían publicado algunas de mis novelas. Qué malo soy, caray. Qué resentido estoy con todo esto, y qué mal lo disimulo. En conclusión, estamos en España, y no hay oxígeno que reste entre los editores A y B... y C, y D, y Ç, y Tx, y X...