lunes, 27 de abril de 2009

Sin ellos


Sin ellos tres soy poca cosa. Me sobra el espacio, me falta el sonido, me quedo sin risa, me borro las emociones, sintonizo la tele y me convierto en sofá. Sin ellos tres no sé si podría levantarme todas las mañanas y acudir al trabajo, y escribir por la tarde, y entrar en el blog. Sin ellos, todo habría sido diferente. Es decir, peor. O mucho peor. Sin ellos tres soy un paramecio deambulando por sopas primigenias, un escorpión picando a mala uva sin razón, un ballenato perdido en el océano al no oír las voces de su manada. Les debía algo así desde hace mucho tiempo. Desde siempre, en realidad. Pero es difícil expresar lo que sientes a los más cercanos. Es fácil caer en la sensiblería (tal vez he caído, y me da lo mismo), en la falta de objetividad (¿pero es que aún alguien cree que tal cosa existe?). El caso es que sin ellos soy como un jilguero liberado a la fuerza, como un narval en una bañera, como un vencejo volando frenéticamente alrededor de la nada, soy un unicornio perdido en Carrefour, soy un pájaro de alas rotas, un vendedor de deshumifificadores en el Sahara, un representante de Rolex en Haití, un tucán en la Sierra de Gredos, un nómada en Ibiza. Sin ellos tres soy poca cosa. Tal vez nada.
Por fin, a ellos. Se lo debía. Se lo merecen.

1 comentario:

Lara dijo...

Si aun tienes por ahí mi lista de artículos favoritos, añade este. Es precioso :)

Un beso.