lunes, 5 de abril de 2010

Lenguas macarrónicas en Eastbourne


La primera vez que fui a Gran Bretaña fue en el verano de 1981. Mi hermano y yo pasamos dos semanas en la localidad de Eastbourne, en el sudeste de Inglaterra, un lugar llamado "el rinconcito soleado de Inglaterra", aún no sé por qué razón. El choque cultural fue fuerte, dado el nivel de civilización que Inglaterra tenía comparado con el nuestro. Fue también mi primer encuentro con el turismo lingüístico internacional, de hecho en la escuela de verano a la que acudí conocí a austríacos, suizos, luxemburgueses, alemanes, franceses, italianos... e incluso a un tipo de Qatar (confieso que por aquel entonces no sabía dónde demonios estaba aquel extraño país). Fue asimismo un choque brutal con la estética británica: hoteles de color pastel, horribles parterres, cursis avenidas por las que podría pasear gente como Agatha Christie o Barbara Cartland diciendo: "Oh, querida, ¿no es este un primor de día? Por otro lado, supe que lo que veía por la tele era verdad: vi a unos punks genuinos paseando cerca del mar. Y también me enteré por los periódicos de que Inglaterra estaba sufriendo una ola de calor. Ni mi hermano ni yo nos habíamos enterado. ¿Qué más? Me bañé en el gélido Mar del Norte, en la playa del pueblo, típica playa de pedruscos y mar gris, espantosa.
Pero lo mejor de todo fue que tuvimos que hacer una visita a una familia gallega que llevaba muchos años viviendo allí. Aún hoy ignoro la razón de la visita. Allá fuimos los dos, nos abrió la puerta una señora muy amable, pontevedresa, que mezclaba indistintamente inglés y español. Y cuando digo mezclaba, es que mezclaba. Tuvimos que mordernos los carrillos y apretar los puños para no soltar una carcajada cuando la señora respondió a una pregunta de mi hermano. La pregunta era: ¿Dónde hay una zona animada por aquí?. La respuesta fue así, tal cual: "I don't know dónde estará; anyway, pregunten por el pier" (El "pier" en cuestión es ese espigón típico que se adentra en el mar, y en el que habitualmente hay casas de juego, recreativas y algún pub o restaurante; es el que sale en la foto). Al salir de allí reventamos. Es que me recordó a aquella poesía macarrónica o pidgin que recitábamos en plan coña: "One mariposita was flying in the garden when de repente, ¡zas!, hostia in the flowers. 'Coño', said the mariposita, 'I forgot to open my alitas'".
En fin, que toda broma está siempre basada en elementos reales.

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