Ahora que Bardem ha ganado el óscar por su interpretación del asesino Chigurh en "No es país para viejos" (No Country for Old Men), es momento de plantearse quién ha escrito la novela en que se basaron los Coen.
Cormac McCarthy, el autor, es de esa estirpe huraña y esquiva que tanto prolifera en el cuerpo de escritores norteamericanos. vean, si no, los ejemplos de Salinger o Pynchon. Para el público en general, es posible que les suene la película "Todos los caballos bellos" (All the beautiful horses), protagonizada por Matt Damon y Penélope Cruz. Esta obra forma parte de la Trilogía de la frontera, pues es este, el de la frontera el tema fundamental de McCarthy. Y siguiendo con la relación del autor con el cine, parece que pronto se estrenará la versión de su novela más reciente, "La carretera" (The Road), la cual no dejará indiferente a nadie y angustiado a más de uno (un día hablaré de ella, amenazo), y también parece que Ridley Scott está buscando financiación para su opus magna, tal vez una de las mejores novelas de la literatura norteamericana de todos los tiempos: "Meridiano de sangre".
No diré que sea fácil de leer; de hecho, incluso los que lean "No es país para viejos" y piensen que es un best-seller a lo Tom Clancy se quedarán sorprendidos por los registros del autor, por sus diálogos lacónicos y afilados, por la magnificencia del paisaje, un personaje más. "Meridiano..." es una de esas obras que dejan en el lector recuerdos perdurables. El ataque indio a una caravana permanecerá en mi mente hasta que me muera. Y los personajes de Clanton, el juez Holden y el niño quedarán para siempre en el olimpo de la literatura.
¿Qué es lo que tiene esta narración? Pues de entrada, su paisaje fronterizo, un extenso océano de desierto y matorral en que se desarrollan las pasiones más fieras y la violencia más gratuita (otra constante de McCarthy). Es fácil asimilar, como hizo Harold Bloom, esta novela a la estirpe de Melville, a la aventura metafísica de "Moby Dick" (si bien Bloom reconoce que solo a la tercera vez pudo acabar la novela, tal era la violencia que se desplegaba en ella). Es claro que Ishmael es el niño, pero los otros personajes cada uno debe emparejarlos como desee. El juez Holden destaca sobremanera, podría ser la ballena blanca, o podría ser el capitán Acab: calvo, albino, melómano, pedófilo... cruel hasta lo inimaginable, es de alguna manera una transposición del paisaje, o del destino.
La historia de McCarthy está basada en hechos reales. El grupo Clanton fue contratado por el gobierno mexicano a mediados del siglo XIX para acabar con los indios que hostigaban a la población. Después de una orgía de sangre y violencia, los mexicanos acabaron por pedir que volvieran los indios. Sospecho, volviendo al cine, que el film "Grupo Salvaje" de Sam Peckinpah tiene algo que ver también con estos hechos, aunque la violencia en la frontera del Río Grande es antigua y persistente. Pero nadie como McCarthy es capaz de expresar el horror, la iniquidad y la indiferencia de la naturaleza ante los hechos humanos.
Al final del libro, el niño tendrá que enfrentarse al juez Holden, por lo que según mi percepción, este personaje representa algo así como el destino. Las últimas líneas previas al epílogo son memorables ("Baila a la luz y a la sombra y es el favorito de todos. No duerme nunca, el juez. Está bailando, bailando. Dice que nunca morirá."), igual que las primeras, tal vez ejemplo paradigmático de como comenzar una novela: "He aquí el niño. Es pálido y flaco...". Comparemos con el "Podéis llamarme Ishmael" de Melville. Creo que existe una relación.
En fin, no se si he convencido a alguien de comprar el libro e incluso leerlo. Gracias a la película de los Coen, Mondadori se ha animado a reeditar su obra, por lo que "Meridiano..." está ya en todas las librerías. ¿No sentís la llamada de la frontera?
A Tomás Ruibal, otro adicto a McCarthy
Cormac McCarthy, el autor, es de esa estirpe huraña y esquiva que tanto prolifera en el cuerpo de escritores norteamericanos. vean, si no, los ejemplos de Salinger o Pynchon. Para el público en general, es posible que les suene la película "Todos los caballos bellos" (All the beautiful horses), protagonizada por Matt Damon y Penélope Cruz. Esta obra forma parte de la Trilogía de la frontera, pues es este, el de la frontera el tema fundamental de McCarthy. Y siguiendo con la relación del autor con el cine, parece que pronto se estrenará la versión de su novela más reciente, "La carretera" (The Road), la cual no dejará indiferente a nadie y angustiado a más de uno (un día hablaré de ella, amenazo), y también parece que Ridley Scott está buscando financiación para su opus magna, tal vez una de las mejores novelas de la literatura norteamericana de todos los tiempos: "Meridiano de sangre".
No diré que sea fácil de leer; de hecho, incluso los que lean "No es país para viejos" y piensen que es un best-seller a lo Tom Clancy se quedarán sorprendidos por los registros del autor, por sus diálogos lacónicos y afilados, por la magnificencia del paisaje, un personaje más. "Meridiano..." es una de esas obras que dejan en el lector recuerdos perdurables. El ataque indio a una caravana permanecerá en mi mente hasta que me muera. Y los personajes de Clanton, el juez Holden y el niño quedarán para siempre en el olimpo de la literatura.
¿Qué es lo que tiene esta narración? Pues de entrada, su paisaje fronterizo, un extenso océano de desierto y matorral en que se desarrollan las pasiones más fieras y la violencia más gratuita (otra constante de McCarthy). Es fácil asimilar, como hizo Harold Bloom, esta novela a la estirpe de Melville, a la aventura metafísica de "Moby Dick" (si bien Bloom reconoce que solo a la tercera vez pudo acabar la novela, tal era la violencia que se desplegaba en ella). Es claro que Ishmael es el niño, pero los otros personajes cada uno debe emparejarlos como desee. El juez Holden destaca sobremanera, podría ser la ballena blanca, o podría ser el capitán Acab: calvo, albino, melómano, pedófilo... cruel hasta lo inimaginable, es de alguna manera una transposición del paisaje, o del destino.
La historia de McCarthy está basada en hechos reales. El grupo Clanton fue contratado por el gobierno mexicano a mediados del siglo XIX para acabar con los indios que hostigaban a la población. Después de una orgía de sangre y violencia, los mexicanos acabaron por pedir que volvieran los indios. Sospecho, volviendo al cine, que el film "Grupo Salvaje" de Sam Peckinpah tiene algo que ver también con estos hechos, aunque la violencia en la frontera del Río Grande es antigua y persistente. Pero nadie como McCarthy es capaz de expresar el horror, la iniquidad y la indiferencia de la naturaleza ante los hechos humanos.
Al final del libro, el niño tendrá que enfrentarse al juez Holden, por lo que según mi percepción, este personaje representa algo así como el destino. Las últimas líneas previas al epílogo son memorables ("Baila a la luz y a la sombra y es el favorito de todos. No duerme nunca, el juez. Está bailando, bailando. Dice que nunca morirá."), igual que las primeras, tal vez ejemplo paradigmático de como comenzar una novela: "He aquí el niño. Es pálido y flaco...". Comparemos con el "Podéis llamarme Ishmael" de Melville. Creo que existe una relación.
En fin, no se si he convencido a alguien de comprar el libro e incluso leerlo. Gracias a la película de los Coen, Mondadori se ha animado a reeditar su obra, por lo que "Meridiano..." está ya en todas las librerías. ¿No sentís la llamada de la frontera?
A Tomás Ruibal, otro adicto a McCarthy
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