Hoy me siento eléctrico.
Tal vez sea la resaca de los dos debates, que te dejan una corriente latente en el cuerpo. O tal vez simplemente me gusta el adjetivo "eléctrico". Hace cosa de dos años empecé una novela, titulada como mi blog, "Las tardes eléctricas". Tenía en la recámara una canción de Quique González, "Dos tickets", en que usa la expresión "paisajes eléctricos": me encantó esa frase, y yo decidí nombrar "tardes eléctricas" a los calurosos días de junio en Ponferrada, cuando al sol abrasador de la mañana se sucedía una tormenta descomunal por la tarde, que te dejaba empantanado y aburrido. En la novela, el recuerdo de esas tardes eléctricas sumía a una de las protagonistas en un trance de ira. Quiso la casualidad que cuando estaba a punto de rematar la novela, Marlango sacó un disco titulado "The electrical mornings". Oh, no, me dije. Creerán que he copiado el título (lo cual es horrible), o que soy fan de Marlango (lo cual no está tan mal, porque me gusta más la Leonor Watling cantante que la Leonor Watling actriz). Da igual, al fin y al cabo. Esta novela muy posiblemente permanecerá un tiempo largo en el purgatorio de las novelas, es decir, en el disco duro de mi ordenador. El limbo es la red, por eso pienso ofrecer mis relatos cortos y fragmentos de novelas inéditas en el limbo.
Soy demasiado vulnerable a las canciones, me temo, sobre todo cuando me siento tan eléctrico como hoy. Por eso, en mi única novela publicada, "Alas Negras", el epígrafe es un fragmento de la canción "Black Wings" de Tom Waits, y repito al bendito Tom en una cita de "Las tardes eléctricas"; la canción se titula "November". Es desoladora, es un poco T.S.Eliot, aunque este se sentía eléctrico en abril. Ha cambiado el marco de referencias, y me alegro de ello. Ya nadie siente pudor al citar a un grupo de música pop en vez de a Rilke. A mí, por ejemplo, me comunican mucho más las letras de Eels, Elliott Smith, Tom Waits, Quique González y algunas de R.E.M. (cuando no desbarran de más) que los poetas modernos, aunque siempre hay excepciones. Por ejemplo, José Ángel Valente es el poeta más citable del siglo XX, según mi percepción. Y posiblemente el mejor.
Pero no debo desbarrar más. Hoy me siento eléctrico, y un poco atrabiliario, como el señor Rajoy en los debates. El día 9 votaré eléctricamente para que cierto partido no consiga acceder al poder, pese a que uno de sus hipotéticos ministros también era eléctrico (ahora jubilado de oro), y para que no se gasten, de ganar, los presupuestos del estado intentando hallar a esa niñita paradigmática de la nada.
A mi hermano J.Javier, the man in the plastic mask
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