jueves, 27 de marzo de 2008

Irak va bien, dijo Ánsar






Irak va bien, dijo Ánsar. Cincuenta muertos diarios.
Pero va bien, repitió Ánsar. Guerra civil chií-suní.
Mirusté, Irak va bien, reiteró Ánsar. Millones de refugiados.
Je, je, je, claro que va bien, afirmó con sorna. El área de Oriente Medio está al borde de la deflagración.
Irak va muy bien, dijo. Al Qaeda consigue legiones de durmientes esperando para autoexplotarse.
Lo que va mal es España, afirmó, patrióticamente, en todos los países que visitó.

Creo que Ánsar es el único ex presidente que viaja por el mundo alardeando de detestar su patria (su patria también son los millones de votantes de su partido rival). Ánsar es único. Observa todo como el ojo de Sauron en "El Señor de los Anillos"; desde el Monte de la FAES, hace que se multipliquen los orcos de la bandera del gallo, pero al final, afortunadamente, vence el Bando de la Luz. Ánsar nunca le perdonará a "su" pueblo haber salido por la puerta de atrás con los muertos de Atocha en la espalda ("gentuza", les llama a esos difuntos de la clase trabajadora, y para colmo emigrantes, la venerable gente de la AVT, otro ejército de orcos más, alentado por el Bando de la Oscuridad), ni los gritos que sufrió en aquellos dramáticos días de marzo, ni, por supuesto, haber perdido unas elecciones que se podrían haber ganado simplemente con decir que los terroristas islámicos habían puesto las bombas.
No le importó que el precio de poner los pies sobre la mesa de una habitación del rancho de Bush (otro presidente único: a su lado, Ronald Reagan parecía un intelectual de la "rive gauche") fuera meternos en una guerra que a nadie aquí interesaba, ni siquiera al setenta por ciento de los votantes de su propio partido. No le importó que no existieran las armas de destrucción masiva. No le importó que España se dividiera en dos durante esta legislatura, con una acritud casi sin precedentes, gracias a él, a su institución pro-franquista, y a sus turiferarios de las ondas (¿qué es Jiménez Losantos? ¿un uruk-hai?), de la prensa (llamémosle Exuperancio, para que se abstenga de sermonear a los españoles), de la Iglesia (¿tienen los huevos de unirse a los secuaces de las ondas y la prensa para llamar subvencionados a los artistas cuando ellos viven exclusivamente del dinero del Estado laico?) y de la política en general. ¿A alguien le extraña que Gallardón, Piqué o Arenas parezcan elfos si los comparamos con Acebes, Esperancita y Zaplana?
Muchas cosas han cambiado, pero Ánsar sigue con sus dientes de conejo y su bigote Adolf Chaplin que oculta un labio semileporino, e infringiendo normas de tráfico porque a él nadie le dice cómo conducir, ni cuántos vinos puede beber antes de ponerse al volante. Oh, qué hombre. Única novedad: la melenita grasienta, que tan mal queda con un Lacoste rosa de pico. Dios, no me digan que encima ahora va a crear moda...
En fin. No sé si sabrán que un ánsar es un ganso (es una de esas palabras que salen solo en crucigramas, como "tas", "ova" y otras legendarias; y, por cierto, hay, entre otros, ánsar común, ánsar clavo... y ánsar careto. Qué apropiado.). Y un ganso es, técnicamente, un pato. Y, sabrán también que todos los patos son, lo quieran o no, hijos de pata.

A mis hermanas Reyes y Susana

No hay comentarios: