lunes, 15 de febrero de 2010

El Génesis de Crumb, el ágora de Hipatia



Si a alguien le impone la Biblia, si alguien no osa abrir sus páginas porque se le antoja demasiado denso, o antiguo, o críptico, ese alguien tiene una perfecta opción: leer como introducción su primer libro a través del cómic Génesis, realizado por el célebre autor underground Robert Crumb. Crumb ha solventado las dificultades que acarrea plasmar en dibujos una sociedad tan antigua como la que va del XX a.C. hasta, aproximadamente, el siglo XIII a.C., época de Moisés, coincidente, por cierto, con el mítico sitio de Troya por los aqueos. Crumb se atreve a dibujar a Dios, y puedo afirmar que es el dios más perfecto, más imaginable que uno podría pergeñar, y se documenta concienzudamente sobre la vida cotidiana (ropas, costumbres...) de esos tiempos lejanos. Es destacable que habiendo surgido de una rama del cómic tan definida y teóricamente limitada como el underground salga tan bien parado en un intento tan arriesgado: ahí reside su grandeza. Génesis es para mí una de las obras maestras del cómic, y sólo espero que el autor se haya puesto manos a la obra con el siguiente libro, Éxodo. Una aproximación veraz, naturalmente gráfica, histórica, amena y sumamente inteligente de ese libro de libros del que en España se sabe tan poco, a diferencia de otros países con preponderancia de otras ramas del cristianismo.
Hablando de cristianismo, y de tiempos lejanos: acabo de ver Ágora. Me reivindico como amenabariano, en contra de los almodovarianos: uno es un gran director que se atreve con cualquier género, y otro es un director que siempre hace lo mismo (lo siento, es lo que pienso de Almodóvar). En Ágora resulta descorazonador ver lo poco que ha cambiado el mundo en estos últimos 1.600 años. Los parabolanos son la viva imagen de los talibanes, o incluso de esos personajillos que pululan en ese canal de El Mundo llamado Intereconomía. Un mismo dios con distintos nombres, un idéntico fanatismo, y la constatación de que toda secta que llega a religión oficial sólo lo puede conseguir a través de la sangre, la demencia, el odio y el engaño. Explora incisivamente en el inicio de la maldición del judaísmo, y en el ocaso del paganismo y el librepensamiento clásicos. Una lección sobre la dignidad humana frente al fanatismo. Una historia demasiado actual, desgraciadamente.

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