miércoles, 7 de mayo de 2008

¿Qué pasa en Alemania?



No bien nos enteramos del caso de Fritzl, los vecinos de Alemania se empeñan en mantenerlos los pelos como escarpias. El caso alemán últimamente consiste en infanticidios.




El antropólogo Marvin Harris dejó claro en uno de sus libros que el infanticidio es una constante en la historia humana, siempre en referencia con la sociedad tradicional, es decir, agraria. Un hijo o una hija podían ser una bendición (sobre todo el primero) o la condenación al hambre o a la necesidad, de ahí que "accidentalmente" muchas madres llorasen desconsoladas aduciendo que, sin querer, habían aplastado al bebé mientras dormían en la misma cama. Los bebés no pasaban de ser un mero factor económico más, mientras que ahora, en Europa, son una especie protegida, dadas las bajísimas cifras de natalidad (en España, creo que sigue siendo de 1'2 hijos por familia, por lo que toda familia, yo incluido tiene un hijo y un hobbit).




Por esa razón es aún más chocante la oleada de crímenes cometidos por mujeres contra sus bebés: no vivimos en una sociedad agraria, y el Estado provee múltiples recursos para que la educación sea posible. El caso más reciente de infanticidas en Alemania fue el de una mujer residente en Wenden que guardaba los cadáveres de sus bebés (¡tres!) en un congelador. Al parecer los tuvo clandestinamente años atrás, y no se le ocurrió mejor manera de camuflarlos una vez asesinados. ¿Qué pasa por la mente de personas así? De todos modos, si esto fuera lo peor, nos daríamos casi por contentos, ya que otra ciudadana alemana, una tal Sabine H., mató a sus ¡nueve! hijos, o porque otra madre de Erfurt asesinó a dos recién nacidos porque no le permitían desarrollarse como persona. Sí, en cambio como asesina infanticida. ¿Cómo duermen estas personas? ¿Es que este mundo está destruyendo las conciencias?




Lo preocupante es que estos crímenes van a más en esta sociedad en que vivimos. Los hijos, para muchas personas, son un obstáculo para poder ir de copas, de cámping, para estudiar o trabajar. Nunca ha habido tanta información ni tantos medios anticonceptivos asequibles para evitar embarazos; sin embargo, muchas, quizá demasiadas personas se embarcan en la aventura de la paternidad/maternidad creyendo que los bebés resultantes serán como perritos Yorkshire a los que poner lacitos, o como Geyperman a los que vestir y dejar abandonados en una caja. La gente rehúye toda responsabilidad. No es casualidad lo que oigo a veces decir a las madres a la puerta del colegio: "Yo no los educo, que los eduquen los maestros, que para eso cobran y tienen tantas vacaciones". ¿A alguien le extraña la conflictividad creciente en las aulas? ¿Alguien se asombra de que cada vez más padres denuncien las agresiones de sus hijos?




Estos hechos espantosos han sucedido en cadena, en Alemania. Pero no seamos inocentes: estos sucesos son solo la punta del iceberg, y han salido a la luz porque vivimos en la sociedad de la información, en una sociedad democrática que no censura contenidos, cosa que no sucedería, por ejemplo, en China. No creamos que aquí no suceden ni sucederán: también creíamos que nuestra sociedad no era racista, y resulta que vamos destacados en la clasificación de racistas-xenófobos. Todo puede suceder, todo puede estar sucediendo aquí, en Lyon, en Brighton, en Rotterdam. de hecho, en un país tan anodino y pacífico como Finlandia ya hubo una matanza en un colegio a la americana. No estigmaticemos, pues, a los austriacos o a los alemanes, por mucho que nos sorprendan estos asesinatos en cadena de un cariz tan semejante, porque todo país tiene sus cadáveres en los armarios, y, lo más triste, es que va renovando sus técnicas y sus objetivos homicidas por imitación.

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