domingo, 12 de junio de 2011

Preso en mi cuarto invento nombres

Quien llegue a encontrar esta botella con mensaje, que se dirija a la dirección que anoto en la parte inferior del folio. Estoy preso en mi cuarto. No sé quién me ha encerrado ni por qué, pero no puedo salir, y de tanto estar a solas con mis pensamientos, para pasar el tiempo he decidido crear palabras para objetos que me rodean cuyo nombre desconozco, si es que existen en realidad: sabed que me he quedado encerrado con libros, cuadernos y demás objetos de papelería, lo cual me condiciona en la nomenclatura. Por ejemplo, a los flecos de papel que quedan dentro de la espiral del cuaderno cuando arrancas una hoja les he llamado "flapeles", por una fusión de "flecos+papeles". A la punta de lápiz que se queda dentro del afilalápices y no te permite afilar, "tapunta", por "tapón+punta". A los restos de goma resultantes del borrado, "gómigas", porque son las migas de las gomas. Existe un olor especial que es el "milor", resultante del aroma de las gomas Milán Nata (ya extintas). He creado un nombre para el color de los ordenadores, teclados, impresoras, que acaban adoptando con el tiempo una pátina de color ocre-mugre casi imposible de eliminar: es el "pezocre", pues es ocre y es de PC (recuerdo ahora a mi tío Carlos inventando un color, el "dorbano", que es el color que adquiere un cubata de ginebra con ginebra hasta arriba y solo unas gotas de Coca-Cola, cubata que bebía implacablemente un vecino de su edificio).
Me siento como el primer hombre poniendo nombres a todas las cosas, todos los seres. Tú te llamarás caballo; tú, geranio; tú, basalto; tú, te jodes, que te voy a llamar ornitorrinco. Qué poder, qué arbitrariedad más atrayente. Y sigo pensando nombres. Tal vez nunca salga de aquí, pero si recibís este mensaje, respondedme, y decidme si estos objetos, estos desechos, estos colores, tienen un nombre real.

2 comentarios:

Grilo do Demo dijo...

Sobre el ornitorrinco tengo una teoría desde hace años que posiblemente te gustará. Como es bien sabido, Dios creó a todos los animales (entre otras cosas). Mientras Dios iba creando, Adán les iba poniendo nombre a los animales. Caballo. Perro. Tal. Cual. Pero cuando Dios terminó, le sobraron piezas: una cola plana, un pico de pato, unos huevos, unos pezones, pelo, espolones... Y Adán se dio cuenta de que aún tenía algunas sílabas de sobra: rrin, or, co, ni, to.

- ¿Qué hacemos ahora con esto que sobra? - preguntó Dios.
- No sé, sería una pena tirarlo - contestó Adán.

La decisión que finalmente tomaron y su resultado son de todos conocidos.

Paula dijo...

Va de palabras.... Mi abuela ( que era de Almagro, tierra de teatros, encajes de bolillos, berenjenas, migas y gachas ) decía que las gallegas éramos "acérrimas " (de cuatro nietas que tenía, tres éramos gallegas! ) . Esa palabra esdrújula, superlativa e irregular donde las haya siempre me gustó, aunque -a decir verdad- tardé mucho tiempo en saber a qué se refería mi abuela con ese calificativo que ella aplicaba a todos los gallegos y que nos dejaba en un lugar de gentes medio descaradas y callejeras. Nunca llegué a preguntarle si los castellanos, catalanes, vascos, etc eran "acérrimos".