martes, 8 de febrero de 2011

Alicia en Sunderland



Alicia en Sunderland es un cómic o una novela gráfica (tal vez esto sea más adecuado, no sé) del artista brotánico Bryan Talbot. Creo que, al igual que El arte de volar, ya reseñado aquí, trasciende su género para llegar a la universalidad. Con el pretexto de profundizar sobre Lewis Carroll y su célebre obra de Alicia ... Talbot nos presenta un estudio pormenorizado de la población de Sunderland, puerto costero del este de Inglaterra que pasó mejores tiempos. Y a través de esta población y sus aledaños, Talbot pasa a mostrarnos la historia de Gran Bretraña, con sus literatos, sus filósofos sus pequeños o grandes héroes, sus pobladores,
sus invasores, su arquitectura, su vida pequeña y su vida grande. Talbot crea un impresionante collage que nos deja abrumados, boquiabiertos, y una vez que acabamos este libro sabemos a ciencia cierta que somos un poco más sabios.
De las muchas anécdotas e historias que nos revela, me he quedado con dos: una la sabía pero la había olvidado; de la otra lo desconocía todo. La primera consiste en la personalidad del monje del monasterio de Jarrow, Beda el Venerable (s. VII), quien es toda una celebridad en Gran Bretaña, pero aquí es casi un completo desconocido. Entre sus muchos logros está el de haber sido el que creó la referencia de la cronología cristiana: a.C./d.C (no confundir con los famosos rockeros australianos), que ahora, por cuestión de lenguaje políticamente correcto (no se debe ofender a nadie, ya se sabe) ha pasado a E.C. (Era Común).
La otra es una horrible tragedia sucedida en el teatro Victoria Hall de Sunderland en 1883. Dos mil niños, prácticamente todos de la clase obrera presencian una función benéfica en ese lugar. de repente se anuncia que se repartirán regalos gratis. Se produce una avalancha, y los niños que intentan escapar mueren aplastados al no poder abrir una puerta del escenario que se abría hacia dentro. Murieron 191 niños en ese trágico lunes de 1883. Como consecuencia de esto, se dictaron leyes, que ahora rigen en casi todos los países, para que las puertas de los edificios públicos abran hacia afuera: las puertas anti-pánico.
En fin, que es una lectura muy recomendable, y que Talbot demuestra magistralmente que de la pequeña historia de un lugar se puede llegar a lo universal.
No podía faltar una canción, dedicada a una Alicia. Es de Tom Waits, y es perfecta. Lástima que quedara cortada al final. Preciosas imágenes de Père Lachaise.

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