
"Dicen los de Luvina que de aquellas barrancas suben los sueños; pero yo lo único que vi subir fue el viento, en tremolina, como si allá abajo lo tuvieran encañonado en tubos de carrizo"
O el del cielo triste de Luvina:
"Nunca verá usted un cielo azul en Luvina. Allí todo el horizonte está desteñido; nublado siempre por una mancha caliginosa que no se borra nunca."
Este fragmento, en especial, casi me hizo saltar las lágrimas:
"Por cualquier lado que lo mire, Luvina es un lugar muy triste. Usted que va para allá se dará cuenta. Yo diría que es el lugar donde anida la tristeza."
Y este diálogo entre el narrador y su mujer, la primera noche en Luvina:
-¿Qué es? -me dijo.
-Qué es qué? -le pregunté.
-Eso, el ruido ese.
-Es el silencio
En Luvina la coordenada del tiempo se expande, se alarga:
"Y es que allá el tiempo es muy largo. Nadie lleva la cuenta de las horas ni a nadie le preocupa cómo van amontonándose los años. Los días comienzan y se acaban."
Pues no en vano, igual que Comala era el infierno...
"San Juan Luvina, me sonaba a nombre de cielo aquel nombre. Pero aquello es el purgatorio. Un lugar moribundo donde se han muerto hasta los perros y ya no hay ni quien ladre al silencio."
Tuvo que acudir el azar para que abriera el libro en esa página y supiera que todos los motivos de Vega y Zabiega, todas las constantes, todas las claves estaban en realidad en este relato. Luvina ha vivido dentro de mí todos estos años sin yo saberlo, como un virus latente, esperando a liquidarme. Y me ha liquidado. Daría cualquier cosa por ser capaz de escribir unas líneas como las que escribió el grandísimo Juan Rulfo.
1 comentario:
Pues francamente me alegro del descubrimienrto, tenía yo un cierto cargo de conciencia con haber encontrado la similitud aquella de jarramplas-Caceres pero ahora que el propio autor se auto inmola ya esta mas claro.
Tu subconsciente es mas potente de lo que pensabas
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