martes, 29 de enero de 2013

Una crítica a "El asedio"

El 6 de enero de 2013 salió esta crítica en la revista semanal del Diario de Pontevedra, hecha por Tomás Ruibal:

La primera reacción al terminar la lectura de ‘El asedio’ es la de preguntarnos si el autor podía
haberla alargado, y ese es otro mérito de Furelos: el lector se pregunta por la posible continuación
de los personajes, por las andanzas de esa especie de fantasmas que recorren el pueblo de Vega,
en el espacio mítico de Zabiega, nombre formado - según creo- por las iniciales de Zamora, el Bierzo y Galicia,
 y que se encuadra en el grupo de los territorios míticos que tanto juego han dado en
la literatura de las últimas décadas: la referencia más obvia es ‘Pedro Páramo’ y Juan Rulfo, y
no solo por la utilización narrativa de un lugar imaginario que a la vez podemos situar de forma
aproximada en el mapa, sino por la conversión de ese paisaje en un personaje en sí mismo, que
interviene en las conductas de los personajes. ‘El asedio’ transmite un desasosiego que se ve
remarcado desde el inicio, de gran fuerza narrativa: “Dicen que la arena va cubriendo las
ciudades, los campos y los valles… Dicen que varias ciudades están asediadas, que hay grandes
caravanas de gente que huye hacia el nordeste. Las radios silencian la verdad, la televisión hace tiempo
que no emite, los teléfonos no funcionan”. A ese lugar que recuerda a Comala, pero también
a la Santa María de Onetti o al condado impronunciable de Faulkner, y que probablemente
quede muy cerca de la región de Juan Benet, un sitio que en puridad no está en ninguna parte y
sobre el que se cierne una amenaza similar a la del desierto de los tártaros de Dino Buzzati, a ese
pueblo de Vega, llega un visitante al que todos sus vecinos conocen y que no deja indiferente a
ninguno de ellos, que reviven antiguos amores, disputas por propiedades, rivalidades familiares
y hasta engaños cometidos por las fuerzas vivas que creyeron muerto al recién llegado. 
   ‘El asedio’ modula las diferentes voces de los narradores, de manera que asistimos a la vida cotidiana de
Vega en los días anteriores a la celebración del Zarrajo, un rito ancestral que se celebra en la
zona y alrededor del cual se van desencadenando los acontecimientos, mediante una superposición de
capítulos cortos como la propia obra, construidos con frases intensas que nos van
proporcionando las diferentes reacciones de los vecinos y los recuerdos que en ellos despierta el
recién llegado.‘El asedio’ avanza así hacia una conclusión que parecía la única posible desde el principio, culminando en una última página tan contenida como la obra entera y tan llena de fuerza narrativa como los breves capítulos que la van precediendo... Un libro excelente.

Bueno, ¿qué puedo decir? Además, viniendo de un crítico-lector con los conocimientos y la intuición de Tomás Ruibal, solo puedo dar saltos de alegría.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Moitos parabéns Miguel