domingo, 18 de septiembre de 2011

(Dime por qué) no me gustan los lunes



Hace dos meses de la matanza de la Isla de Utoya, en Noruega. Anders Behring Breivik habrá entrado tristemente en la historia de este pacífico país como uno de sus peores monstruos: 69 muertos por su mano. Y yo que siempre decía que la novela negra escandinava tiene muchos autores porque se inventan emociones de las que carecen en su vida... Estaba muy equivocado.
Dio la casualidad que ayer me puse a pensar en una canción, una de esas que son un gran éxito de un grupo que desaparece en la niebla inmediatamente. Fue el caso de I don't like Mondays, de Bob Geldof, interpretada por su grupo efímero, The Boomtown Rats. Es la única canción conocida de Bob Geldof, me temo. Pues pensando en la letra de la canción, quise salir de dudas; siempre había pensado que la canción trataba sobre las tendencias suicidas de un adolescente, o algo así: nunca imaginé que la canción fue inspirada por una de esas matanzas de guardería que tanto se dan especialmente en Estados Unidos. La historia fue así: el 29 de Enero de 1979, lunes, la chica de dieciséis años Brenda Ann Spencer, residente en San Diego, California, cogió un arma de su casa y al pasar por delante del patio de juegos de
una escuela de primaria se puso a disparar indiscriminadamente. Mató a dos adultos, e hirió a ocho niños, y a un policía. Al interrogarla sobre sus razones para esa locura respondió que no le gustaban los lunes, y que esa era una buena manera de alegrar un poco el día. No mostró remordimientos en ningún momento. Brenda Ann Spencer sigue aún hoy en la cárcel, por cierto: en los últimos años alegó que su padre la violaba, pero los jueces de la condicional no parecen creérselo.
El caso es que Geldof estaba siendo entrevistado en la radio cuando vio el teletipo de la noticia, que causó una profunda impresión en él. Le preguntaron qué opinaba sobre aquello, y respondió la que sería el primer verso de la canción: "The silicon chip inside her head has switched to overload" ("El chip de sílice de su cabeza se sobrecargó"). Ahí nació la canción. Lo que chirría, y más viendo el primitivo vídeo oficial, es el talante casi cómico de una canción que aborda un tema tan terrible: casi es como si pusiéramos Paquito el Chocolatero en una misa de funeral, la verdad. Por eso, al lado de esta primera versión, añado la de Tori Amos, tal vez más apropiada.



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