miércoles, 2 de diciembre de 2009

Mis hermanos

Ahí estamos los cuatro, en el mes de julio de 2002, las bodas de oro de mis padres, en el porche de la casa de As Sinas. De izquierda a derecha, y reproduciendo el orden en que fuimos naciendo, Jose (así, sin acento; todo el mundo le llama Javier, o Jai, su nombre de batalla), Maria (así, también sin acento, aunque todo el mundo le llama Reyes), Susa (Susana es su nombre, claro) y yo, el benjamín, que es como nos llamaban antes siempre a los más pequeños: hoy en día creerán que es por beber botellitas de champán, y no por la referencia bíblica. Ahí estamos, siete años atrás, y sé que debo rendirles un pequeño homenaje a estos tres "pelouros", ya que lo que yo soy se debe en gran medida a las influencias de ellos. Por ejemplo, es difícil que yo fuera un aficionado a la Historia, que me interesase la política, que me hubiese fascinado siempre la música y las artes en general, que me convirtiese en lector compulsivo, si no hubieran sido ellos mis hermanos: en mi mente siguen parpadeando aquel álbum de cromos de Historia del Arte, aquella deslumbrante primera canción de Led Zeppelin, aquellas enconadas discusiones sobre el PC (el Partido, no el ordenador), aquellas canciones de Serrat y otros cantautores, aquellas novelas de Los Cinco y Los Siete Secretos que devoraban (y yo alucinaba: ¿cómo podían leer libros con tanta letra?), las unánimes películas de los ciclos de Bogart y Hitchcock en la vieja tele Kastell en blanco y negro, una conversación inolvidable sobre los almogávares, el rpimer cómic de Mafalda, los paseos en piragua que se antojaban travesías oceánicas...
Los padres te dan el bagaje ético, y ejercen su influencia cultural, por supuesto. Pero gracias a mis hermanos tuve un temprano descubrimiento de esas pequeña cosas (que diría Serrat) que un día me iban a marcar. Es la ventaja de ser el pequeño, y también de tener la suficiente curiosidad como para querer saber cosas. Es curioso, además, ese cóctel genético que somos, pues todos tenemos algún rasgo compartido... pero me figuro que eso ocurre incluso en las mejores familias. Al final, cada uno elige un camino, pero este camino estará siempre mediatizado por ese aire que respiraste de pequeño. Es difícil escribir sobre personas tan próximas: arduo encontrar el tono, complicada la elección de palabras para no pasarte o con el miedo de no llegar. En fin, que os agradezco mucho todo el bagaje, queridos "pelouros" (también es difícil traducir este apelativo gallego). Espero que penséis lo mismo de mí. Y si no, ojo, que pronto nos veremos.

(A mis hermanos)

1 comentario:

pedro dijo...

Pues no seré yo el que te quite la razon mas que nada porque estando en la misma posicion de la escala fraternal me vi rodeado de libros de todo tipo: albunes de cromos como vida y color, razas del mundo, coches; tebeos como TBO, Pulgarcito, revistas de historia como historia y vida ... siempre un periodico en mi casa.

Llegó un momento en que cada dia de la semana habia una novedad diferente y en cumpleaños y navidades siempre habia algo para leer.

De ahí a indagar sobre los Gengis Khan, Montecassinos, maelstroms, erik el rojo, zambezes ... y tantas otras cosas no hay mas que un paso.

(en todo caso y para equilibrar la balanza habra que decir tambien que el numero de pantalones, camisas, guantes, bufandas, asi como carteras de las de llevar los libros a clase - y riete tu de las mochilas de ahora porque entonces se iba a pie hasta el colegio - que se heredaban tambien eran numerosos.

Saludos a Jose, Reyes y Susana