La siguiente etapa, con final en Pra Loup, Merckx atacó, como siempre, en una bajada suicida. Iba destacado del pelotón cuando, al pie del último puerto, una pájara descomunal, consecuencia del medicamento para aliviar el tremendo dolor del hígado, lo dejó clavado al asfalto. Le adelantó el gran felice Gimondi, quien volaba hacia la meta cuando se le pincharon las dos ruedas. Llamó al coche del equipo, pero este no llegó, puesto que se había caído por un barranco (milagrosamente salvaron la vida los viajeros). En esta tesitura, Thevenet superó a Merckx y a Gimondi, quien aun así llegó de segundo, y ganó la etapa, enfundándose el maillot amarillo. Merckx estaba a menos de un minuto del francés en la general.
La siguiente jornada fue decisiva. La etapa acababa en el alto de Izoard. Merckx vuelve a escaparse al descender un puerto, y caza a un grupo de escapados... que le niegan la colaboración. Thevenet acaba por alcanzarlos, y demarra en el puerto, ganando esa etapa. Merckx consigue llegar segundo, transfigurado de los dolores que padece. El tour está prácticamente perdido.
Pero la cosa no acabó ahí. La siguiente etapa, en la misma salida, Ole Ritter chocó contra Merckx y lo mandó contra el asfalto. Resultado: fractura de pómulo y maxilar. El jefe de equipo de Eddy le rogó que abandonara (no podía comer sólidos, aún estaba aquejado del hígado, y el dolor era insoportable). No lo hizo. Resistió cinco etapas más en unas condiciones muy precarias, pero no le faltó arrojo para, incluso en los Campos Elíseos, escapar con un grupo y arañarle unos segundos a Thevenet. No fue suficiente, por supuesto. Sin embargo, Merckx, odiado por el público francés, despertó auténticas oleadas de admiración por su coraje titánico.
A partir de ahí, su carrera declinó. Fue en el tour 76 cuando culminó otra de sus epopeyas a lo Leónidas. Un Merckx crepuscular luchaba por llegar a meta, ascendiendo Alpe D'Huez, a más de diez minutos del líder de la carrera, de nuevo Thevenet. Merckx no tenía nada que hacer, y hasta el director del Tour le pidió que lo dejase, que incluso su vida corría peligro con aquel esfuerzo sobrrehumano. Merckx no cejó. Antes se habría cortado las piernas que bajarse de la bici. Llegó a meta, jaleado por todos sus antiguos enemigos, quienes, con lágrimas en los ojos, parafraseando la cita sobre Napoleón tras Waterloo, vieron la auténtica estatura del más grande campeón en su caída.
P.D.: Muchos años más tarde, Thevenet reconoció haber corrido dopado esos dos tours.
Esta entrada va dedicada a él, una de esas pocas personas imprescindibles que hayamos en nuestras vidas.
2 comentarios:
"Muchos años más tarde, Thevenet reconoció haber corrido dopado esos dos tour"
Tambien sobre Eddy Merckx se ha extendido la sombra de la sospecha del dopaje, asi como sobre Indurain y como no Amstrong.
Habria mucho que hablar sobre los dioses del deporte: J.Louis, el pastor griego Spiridon Louis, Emil Zatopek, y probalemente uno de los mas grandes fue Nikolai Trusevich (portero del Dinamo de Kiev en 1942fusilado por la Gestapo por ganar junto con otros un partido de futbol)
Merckx podria ser uno de ellos ¿o no?
eres un poco exagerado.... hoy en día el legendario record de la hora de mercks lo hace cualquier corredor profesional.. cualquiera. No es para tanto, el ciclismo estaba menos profesionalizaqdo que ahora.
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