domingo, 10 de abril de 2011

De cuando el pueblo judío dejó Egipto

Un día el hijo de Ramsés II, Ramsesciño, dejó tuerto con un tirachinas a Moisés Dayan, judío con ciertas influencias en la corte del faraón, y experto en gramática. Fue la gota que colmó el vaso, y Moisés decidió llevarse a su pueblo, largo tiempo esclavizado, de aquellas tierras. Partieron de noche, y cruzaron el Nilo sin problemas, ya que Iberdrola había vaciado el cauce por unas obras. Se enteró Ramsés y mandó su ejército en persecución, pero hete aquí que Iberdrola abrió las compuertas, y el ejército fue arrastrado por las aguas.
El pueblo judío se vio libre por fin, sin comida y en un desierto. Vaya planazo, se dijo Moisés Dayan, que subió a un monte para hablar con Dios. Este le dijo: "Ten estas tablas, que son mis mandamientos, y que no te se olvide nada". Moisés, temeroso de Dios, no se atrevió a corregirle la gramática, y tampoco a preguntarle qué demonios iban a comer durante los 40 años que iba a durar la travesía.
Al día siguiente, caminaban por el desierto, sudorosos y cansados, cuando sucedió el milagro: del cielo caían a millares cedés de Maná. Moisés pensó con rapidez: "Rápido, colocadlos encima de unas mantas y se los venderemos a los nómadas que pasen por aquí". Así se creó el top-manta, y Dios vio que era bueno. pero no pararon de poner Maná durante 40 años, especialmente la canción Rayando el sol, muy apropiada para el paisaje.
Con los ingresos de Maná fueron aguantando el tirón, pero la música nublaba los sentidos de los judíos, y esto hizo que adoraran a ídolos, a becerros, a Baal y a otros dioses menores tales como Justin Bieber. Dios llamó a Moisés a capítulo: "Macho, contenme a tu pueblo, que son muy heréticos. Que no te se desmanden o lo pagarás tú con el otro ojo". Moisés Dayan asintió, y tampoco tuvo el valor de corregirle la gramática a su Dios.
Moisés Dayan castigó a los herejes, sobre todo a los adoradores de Justin Bieber, una nueva deidad mesopotámica. Y siguieron su camino hasta que, por fin, un día, llegaron a los límites de la Tierra Prometida, Canaan. No sabiendo bien qué hacer, Moisés Dayan subió a otro monte, sabiendo la querencia que le tenía Dios a los montes y pináculos, y se entrevistó con él.
"Moisés: tendrás que entrar en la Tierra Prometida, pero te está bastante habitada, por tanto tendrás que exterminar a los saduceos, urreos, gebeos e incluso a los seborreos, que adolecen de exceso de grasa corporal. Que no te se olvide: tus conquistas serán en nombre de Dios y no del tuyo, peazo de tuerto". Moisés se quedó mirando a un geranio ardiente que era el avatar de Dios, y finalmente explotó. "Jopé, Dios: no se dice "me se" o "te se". ¡Vaya vulgarismo para un dios omnipotente!". Dios se quedó callado, pero al final habló. "Ahora te j... como Herodes, que no entras en la Tierra Prometida. Entrará tu hermano Aarón, derribará los muros de Jericó con la música de Maná y tú te quedas aquí solito. Y suerte tienes que te dejo el otro ojo" "Pero, ¿qué será de mí?" "Pos funda el Mossad, vete a la Guerra de los Seis Días, yo qué sé. Hala, hala: puerta". Hubo un último intento de Moisés Dayan de ablandar el corazón de su dios. Entonó Rayando el sol:
Rayando el sol, desesperasión,
es más fásil llegar al sol que a tu corasón...
Dios no le escuchó. A escondidas ponía a Justin Bieber.
Y esta fue la razón de que Moisés Dayan no entrara en la Tierra Prometida. Pero ganó la Guerra de los Seis Días, que no te se olvide.

No hay comentarios: