viernes, 28 de enero de 2011

300 000 niños robados


Esta es la estimación: desde hace sesenta años se han robado unos 300 000 recién nacidos para entregarlos ilegalmente a familias sin hijos. Ahora, como sucedió en la Argentina post-junta militar, todo aquel que no halle datos de su pasado llegará a la conclusión de que sus padres lo compraron después de que una red de delincuentes lo hubieran hecho pasar por muerto al nacer. En esta red hubo y hay monjas, curas (siempre la Santa Madre Iglesia, del lado de los pobres), médicos, abogados, funcionarios, enfermeras... Y no es una red única: es una red tentacular, como una hidra, que se fue desarrollando en muchos lugares diferentes. La primera vez que supe sobre esto fue al leer libros sobre la posguerra, en especial, la historia de un maquis legendario de El Bierzo, Manuel Girón, cuya figura es fundamental en mi novela Alas Negras. Como la guardia civil no era capaz de capturar a Girón, decidieron presionarlo a través de su familia. Su hermana, que vivía en Campo, muy cerca de Ponferrada, recibía palizas regularmente para que lo delatara (cosa común durante casi dos décadas de la posguerra), cosa que no hizo, y seguramente porque no tenía ni idea de por dónde andaba su hermano.
Ni siquiera sintieron compasión cuando vieron que estaba embarazada. Pero cuando nació su hijo, el que sería sobrino de Manuel Girón, las autoridades se lo robaron. Posiblemente se entregó a una familia pudiente del régimen. El caso es que esta mujer pasó cincuenta años de su vida preguntándose qué habría sido de aquel hijo que salió de sus entrañas. Creo que no es posible mayor crueldad. Pero es que este país era así, por mucho que algunos lo quieran negar, y los vencidos eran eso, vencidos: dejaban de ser personas al sufrir la derrota.
Y ahora viene el drama de esos hijos que descubren la gran mentira. Es algo tan novelesco que ni siquiera parece real.

2 comentarios:

Lirium*Lilia dijo...

Lamentable. Y por desgracia esas heridas nunca cierran. Robar la identidad a alguien es un crimen.
En Argentina se siguen encontrando hijos apropiados por torturadores, pero son muchos los que falta identificar.

No recordaba por què te había agregado a mi reader y desde allí te seguía. Ahora al entrar y ver mi cuadro preferido de Nino Tachibana supongo que será desde facebook que te descubrí.

Un abrazo.

miguel otero dijo...

Muchas gracias, Lirium. Y seguramente sea por Tachibana, que siempre está presente en la cabecera de mi blog.