jueves, 11 de diciembre de 2008

Momentos estelares de la tele de los 70

El otro día vi una versión rusa de "Doce hombres sin piedad" titulada "Doce". Era notable, como la versión cinematográfica original cuyo protagonista era Henry Fonda; sin embargo, ninguna de las que he visto hasta ahora le llega al tacón a aquella impresionante versión teatral de Estudio 1, dirigida por Gustavo Pérez-Puig, que se me quedó en el corazón para siempre. Es increíble el lujo que teníamos en esos días, con aquellos actores que hacen palidecer a los acuales, aquellos montruos del escenario que formaron parte del elenco de la obra: José Mª Rodero, Ismael Merlo, Pepe Bódalo, Fernando Delgado, un Sancho Gracia jovencísimo, y muchos más. "Doce hombres sin piedad" fue un tour de force interpretativo espectacular, que me hizo adicto al gran subgénero de películas de juicios del cine norteamericano. Esta obra fue para mí la cristalización perfecta de aquella generación, y la expresión mejor de la calidad existente en el momento.
De aquellos años recuerdo también "El Conde de Montecristo" y "Crimen y castigo" en el espacio vespertino "Novela"; inolvidable la fuga de If en el primer caso, y también inolvidable la escena en que el protagonista mata a Lola Gaos (qué miedo daba Lola Gaos) en el segundo.
Pero aparte de esto, de aquellas series norteamericanas a las que estaba enganchado ("Jim West", "Bonanza", "El Superagente 86",...) y de aquellos ciclos de cine dedicados a Bogart, Hitchcock y otros, me marcó especialmente aquella minipelícula de Antonio Mercero, "La cabina", en la cual se pudo empezar a constatar que José Luis López Vázquez era un gran actor, solo limitado por los papeles que le suministraba el infame cine que se hacía en España. A partir de "La cabina" sucedió algo muy similar a las consecuencias de ver "Tiburón" de Spielberg: si en este último caso no te atrevías a bañarte ni en la bañera por si el gran escualo venía a zamparte, en el primero, más de uno se lo pensaba dos veces antes de entrar en una cabina telefónica, y los más dejaban el pie fuera atrancando la puerta por si las moscas. Me queda la memoria de una escena: José Luis López Vázquez es conducido en un camión hacia el extrarradio de Madrid, preso dentro de la cabina. Pasan por uno de esos campos baldíos de las afueras y se oye la voz (la película es prácticamente muda) de unos niños que lo ven pasar cantando "Mambrú se fue a la guerra". Desde entonces, "Mambrú" ha estado asociado, para mí, a lo tétrico, a lo triste. Inolvidable también la llegada al almacén de cabinas, donde un enloquecido protagonista ve en el resto de las cabinas almacenadas, todas llenas de cadáveres, el futuro que le aguarda. Ojalá repongan estas dos genialidades alguna vez.
Lo dicho, momentos estelares.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dentro de las novelas que ofrecia television española, yo añadiria dos mas: la de los tres mosqueteros que alcanzaba su momento mas importante cuando Athos ajusticiaba a Lady de Winter, también conocida como Milady.
De la otra no recuerdo el titulo porque apenas pude verla, pero si recuerdo que en un momento determinado el protagonista adquiria la capacidad de ver hasta las cosas mas nimias con todo detalle: asi veia las manos de su amada pero llena de las imperfecciones que se pudieran observar con el mas potente de los microscopios ... finalmente el protagonista llegaba a la locura.