viernes, 21 de septiembre de 2012

¡Pedrooo!


Ayer me puse a pensar en que de mis próximos cincuenta años por cumplir, habré conocido a Pedro desde hace unos 45, lo cual lo coloca en una clasificación solo superada por mi familia, y solo igualada por nuestro amigo común, Gonzalo. Mi primer recuerdo de Pedro es en el portal de mi casa, ambos con el terrible uniforme de las Concepcionistas (jerséy en pico azul, camia blanca, corbata negra y pantalones cortos grises), y él hablándome de El Capitán Trueno. Hasta juraría que la entrega semanal era la de El Bajel del desierto, pero la memoria...

   Después, entre los siete años y los catorce, nos perdimos la pista pese a vivir muy cerca. Pero es que él era un chico del barrio del polígono, activo y futbolero, y yo no salía de casa para nada, no conocía el concepto "aire libre" aunque me sabía de la tele hasta la carta de ajuste. En el instituto retomamos la amistad, y sucedió como sucede con cierta (poca) gente: daba la sensación de que habíamos continuado nuestro contacto durante aquellos años en tierra de nadie. En el instituto y después llegó la era de las emociones, con nuestras películas, nuestras discusiones de cine, política y literatura a brazo partido en Las Cuadras (Manolo, Gonzalo, Pedro Josa, él y yo, con alguna aparición estelar de mi hermana Susana). Nosotros no lo sabíamos, pero éramos unos friquis avant la lettre. Deberíamos haber patentado nuestra relación, con el aderezo de nuestras insólitas rutas de los vinos, siempre por los lugares más recónditos e ignotos.

Siguieron pasando los años, las vicisitudes cambiaron, los destinos de cada uno, y creo que los dos nos hicimos mejores personas. La verdad es que no coincidimos en demasiados gustos (hasta creo que a él le gustan más mis novelas que a mí, aunque las critique ferozmente), pero creo que ahí justamente está la gracia de la cosa. Solo coincidimos en haber dado con dos mujeres maravillosas que soportan estoicamente nuestras rarezas.

Estas dos fotos resumen la mayor parte de mi gente imprescindible. Faltan algunos, claro, pero el elenco está ahí. Y además, una de las fotografías resume uno de esos días inolvidables e imprescindibles en nuestra memoria colectiva, en la calita escondida de Carril, un día sereno de julio de 2011.
Me estoy haciendo blando, serán los cincuenta, que en seis días me alcanzarán.
Un beso, Pedro, Mar, y a todos los de las fotos... (Paco, esta la sacaste tú, ¿no?) y a los que ese día no estaban allí, pero como si estuvieran.

1 comentario:

Pedro dijo...

No pienses tanto Miguelito que no son buenos tiempos para pensar.

Muchas gracias, un beso a todos los presentes en la foto y tambien al resto que faltan y que tanto Mar como yo compartimos con vosotros.

(Un apunte: no recuerdo que numero era pero si puedo certificar que la coleccion era Trueno color)