sábado, 17 de octubre de 2009

Misterios y polémicas acerca de los Beatles


Hace unos quince días murió Lucy O'Donnell. ¿Quién era esta mujer de 46 años, fallecida tan desgraciada y prematuramente, víctima de un lupus? Pues era la compañera de escuela de Julian Lennon, hijo de John Lennon, quien enseñó a su padre un día un dibujo realizado por esta niña, en el cual otra niña volaba en un cielo con estrellitas. Todo esto es la versión de Lennon. Cuando John le preguntó a Julian qué significaba el cuadro, su hijo le explicó que era Lucy en un cielo con
diamantes. Al parecer, de ahí surgió la canción Lucy in the sky with diamonds, tercer corte del legendario Sgt. Pepper's, un tema repleto de imágenes
surrealistas, imaginativas (un cielo de mermelada, una niña con ojos de caleidoscopio, taxis de papel de periódico y muchas más), con una música entre näif e hipnótica. Pues como sabréis, un sector de la sociedad culpó a Lennon de fomentar el uso de las drogas, ya que las iniciales de los sustantivos del título eran LSD; la verdad es que no me extraña que la gente pensase esto, pues en aquellos años de los sesenta el que más y el que menos iba con una farmacia abordo día sí y día también, y nadie niega la influencia de los psicotrópicos en la música (y en las letras) de aquellos tiempos. Nunca sabremos la verdad. O tal vez la verdad está en ambos lados: canción inspirada en un dibujo, realizada bajo los efectos del LSD.
En el mismo álbum surgió una nueva polémica: la canción A day in the life, en su parte intermedia, compuesta por McCartney, tiene unas líneas un tanto sospechosas. Traducidas, son así: "Fui al piso de arriba, eché otra calada, alguien habló y entré en un sueño" y acto seguido los coros canta
n etéreamente "Ahh ah ah ah- ah ah ah ah ah ah", y entra la orquesta para retomar el tema central. Hombre, el primer cigarrillo de la mañana suele marear un poco, ¿no? No hay que ser tan malpensados. En esta misma canción, esta obra maestra de Lennon, éste comenta con ironía "Leí la noticia hoy acerca de un hombre afortunado que llegó a la fama, y aunque la noticia era muy triste, no pude evitar reírme al ver la fotografía". ¿A qué se refiere? Pues posiblemente al bulo de la muerte de McCartney, bulo extendido durante un par de años, aproximadamente entre el 67 y el 69. Los Beatles no solían perder la ocasión de reírse de la información masiva que generaban, aunque esta vez la cosa fue demasiado lejos: estoy hablando de la portada de Abbey Road.
Veis esta portada y no podéis imaginar las teorías que suscitó: teóricamente McCartney no era tal, ya que estaba muerto, sino un actor. Siguiendo las teorías vesánicas de frikis beatlemanos, Lennon representaba el sacerdote del entierro, Ringo, el de pompas fúnebres, y Harrison el sepulturero. Además, Paul iba descalzo, y señalaba hacia abajo simbólicamente con un cigarrillo. Madre mía, vaya flipados. Y la cosa no se paraba ahí: el volkswagen blanco aparcado a la derecha tenía la siguiente matrícula: LMW281F. Según los "investigadores" los cuatro últimos números, y letra de la matrícula (281F) significaban "28 If", es decir, la edad de Paul "if" estuviera vivo en ese momento. El caso es que tendría 27, pero... en fin. La cosa va aun más allá, pero no quiero aburrir con los engendros mentales de tanto estúpido, intentando buscar pistas en canciones.
Por tanto, si añadimos a esto los supuestos mensajes secretos que mandaban sus canciones a criminales como Charles Manson (ver la entrada "Las coincidencias existen"), e incluso las acusaciones de satanismo en algunas de sus obras experimentales (por ejemplo, en Revolution #9 del Álbum Blanco (en el cual, según los pirados, hay cientos de referencias a la muerte de Paul), creo recordar que insinuaban que grababan al revés consignas satánicas, y, de nuevo, menciones a la muerte de Paul... pero no lo toméis al pie de la letra, porque no estoy seguro del todo), llegamos a la conclusión de que nunca un grupo ha generado ni generará tal cantidad de información como los Beatles.
Años después de su separación, en 1970, seguía habiendo peregrinaciones que hacía gente descarriada, totalmente zumbados por el abuso de las drogas, a la mansión de Lennon en Tittenhurst buscando el significado real de sus canciones, la verdad oculta, prístina y arcana que revelaría algo maravilloso para la humanidad. Lennon, que había dejado claro en su canción God que antes era la morsa pero ahora era John, que no creía en los Beatles y que el sueño se había acabado, intentaba abrirles los ojos y hacerles ver, de modo crudísimo, que no existía tal cosa. No lo creían. Para toda aquella gente, para millones de personas en el mundo, los Beatles eran dioses, no personas, o como mínimo, mesías de una nueva religión. Lennon siempre se sintió responsable por toda esta gente tan crédula, tan perdida, y por el monstruo que habían creado sin quererlo.

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