lunes, 7 de septiembre de 2009

¿Crimen en palacio?


Siguiendo la teoría de los grados de separación, esa que postula que toda la humanidad está conectado por un número de grados (o contactos) no muy grande (por ejemplo, si mi hermano conoce a alguien que conoce a Brad Pitt, yo estoy a tres grados de separación), yo estoy a sólo dos grados de Alfonso XIII, lo cual, la verdad, tampoco es una suerte. El hermano de mi abuela paterna, es decir, mi tío abuelo, Javier Vales Faílde, nacido en 1872 en la parroquia de Fornas (en la foto), cerca de Lalín, Pontevedra, fue capellán real durante una parte del reinado de Alfonso XIII.

Javier Vales era doctor en Derecho y teólogo. Tuvo diversos e importantes cargos dentro de la jerarquía eclesiástica hasta ser nombrado capellán real, literalmente, “Capellán de su Majestad el Rey Alfonso XIII, sacerdote del Real Palacio y Receptor de la Real Capilla”. Además de ser miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Corresponsal de la Real Academia de Historia, Vicepresidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Rector de la Universidad Católica, y de publicar varios libros sobre dogma, moral, sociología, derecho canónico y más cosas. No le recomiendo a nadie ninguno de sus libros, que conste. Empecé a leer uno sobre la adoración mariana que mataría al más templado.

Pero el caso es que mi tío abuelo murió a los cincuenta años, en 1923, en extrañas circunstancias, y hay microhistoriadores que se han interesado por su enigmático caso. Porque mi tío abuelo, según versión oficial, murió accidentalmente, cortándose el gaznate mientras se afeitaba. Hombre, o le echaba mucho ahínco al afeitado, o resulta un poco raro, ¿no? Las teorías sobre su fallecimiento giran en torno a la reina Victoria Eugenia, pero no porque ella fuera culpable. Esta reina era famosa por su belleza, inteligencia y elegancia. Y fue a caer con un gilipollas como Alfonsito, mala suerte. Y no es de extrañar que el capellán quedara fascinado por esta mujer inglesa, tan diferente a las españolas de la época. O que Javier Vales supiera demasiadas cosas, dado que poseía la llave del secreto de confesión. El conocimiento, más que poder, es peligro, sobre todo dependiendo de quién estés rodeado. ¿Qué sabía Javier Vales? ¿Amaba a la reina triste? ¿Le correspondía la reina? ¿Quién afiló su navaja? Nunca lo sabré. Pero es una historia preciosa, y además de un antepasado mío cuya foto, flanqueado por los reyes, presidía el salón de la casa de mi abuela Carmen. Esa foto, desgraciadamente, se ha perdido para siempre.

5 comentarios:

gothai dijo...

Fascinante; quisiera saber más de esta fascinante historia ¿Podrías facilitarme bibliografía?
Keti soeng
www.cuentaviajes.over-blog.es

gothai dijo...

Sólo espero que te llegue mi comentario; estoy verdaderamente interesada.
Keti Soeng

gothai dijo...

La abuela de Javier Failde es mi tatarabuela; acaso somos parientes
Un afectuoso saludo
Keti soeng

juan alberto dijo...

Estoy en Argentina,investigue bastante sobre el tema,desde hace 3 años,JVFailde es mi tio bisabuelo,si podes contacte y hablamos del tema,estoy escribiendo algo sobre el tema,desde q lei la biografia en uno de mis viajes.Saludos

Roberto Alejandro Diéguez dijo...

Saludos..un familiar más.. desde Coruña España.