miércoles, 8 de mayo de 2013

Momentos estelares: infancia (1)


Uno de los momentos estelares de mi infancia vino dado por algo que no me gustó demasiado. A los siete años detectaron que era un miope sin esperanza, y un día de verano fui a Santiago al oculista con mi madre. El oculista me dijo que tenía dos dioptrías en cada ojo (de miopía) y que además, tenía 1'25 de astigmatismo. Achaqué a esa deficiencia mi nulidad en la rama de las matemáticas... pero con gafas la cosa no mejoró mucho. El caso es que, igual que cuando iba al dentista mi madre me invitaba a un batido de chocolate en el Samoa, en Ponferrada (detrás de la Iglesia de San Pedro, desaparecido hace muchísimos años, y no hablo de San Pedro, que también, sino del Samoa), del mismo modo buscó un modo de recompensarme por ingresar en el ingrato mundo de gafitas-cuatro-ojos-capitán-de-los-piojos. Y me llevó a la (desaparecida también) librería Carballal de Santiago (Rúa del Villar), donde me regaló dos libros, en ejercicio de compensación por mi ingreso en la pitoñez. Me puse a rebuscar, y encontré los tomos especiales de Trueno Color... y hallé allí, en aquel anaquel, nada menos que ¡el número uno del Capitán Trueno! Me temblaban las manos, más aún que las pupilas dilatadas por las gotas del oculista. Un sueño hecho realidad. Pude comprar otro, que aparece en la foto. Cuando volvimos de Santiago a la playa, pues era el mes de julio, ignoro si ya llevaba las gafas o no (puede que sí, porque creo recordar el gesto extraño con que me recibieron mis primos), pero sé que a Freak y Todd no les habría importado que su primo fuera el Hombre Elefante: tomaron en sus manos el libro como si fuera el Grial. Eso no me eximió, con todo, de recibir ciertas ironías, tales como llamarme Rompetechos o, años más tarde, "Toloveo Largavista". La justicia poética se cumpliría años después: ambos acabaron usando gafas. En realidad, el único que no usaba gafas en nuestra familia era mi perro Randa. 
Momento estelar de la niñez.


5 comentarios:

Pedro dijo...

Pues yo no recuerdo como comenzo el asunto pero tengo idea de que lo vi en un quiosco y me gustó. A partir de ahí años y años con el Capi.

En mi casa siempre había muchos tebeos asi que no es raro. Poco tiempo despues apareció el Jabato y clario ese tambien cayó. Lo chungo era aumentar al doble el gasto en heroes de espada. Solucion: sisar todo lo que podia, hasta que la cosa ya se hizo oficial. No recuerdo cuanto costaba pero seguro que era una pasta.

Si te das cuenta fue nuestro primer tema en comun, bueno y a excepcion del R.M. y las patatas del bodegon, casi el único.

Que grande el Capi y que guapa nos parecia Sigrid

Anónimo dijo...

Sigrid era la bomba. Crispín era un cero al izquierda. Y qué decir de Garritas y Ju-Ju: ahí empezó a jorobarse el CT.

pedro dijo...

Tengo curiosidad y como recuerdo que tenias los primeros numeros seguramente puedas sacarme de la duda: Recuerdo haberlos pagado a ocho pesetas pero me suena que inicialmente eran seis.Cuando tengas un rato lo compruebas y me dices.

miguel otero dijo...

Los primeros que compré yo eran a 8 pesetas. No sé los anteriores, pero yo empecé en aquella historia de una especie de vampiros que lanzaban a sus víctimas por un tobogán hacia el fuego, ¿recuerdas?

Pedro dijo...

¿Vampiros? Pues la verdad es que no lo recuerdo, aunque si me esfuerzo me viene a la memoria algo asi como unos tipos con mascara y traje/túnica ¿rojo?


Recuerdo la primera aventura alla por las cruzadas con Saladino y Ricardo Corazonde Leon, tambien el encuentro con Sigrid y Ragnar y tambien que por el numero 7 estaban en Egipto y habia unos cocodrilos por el medio en una especie de trampa.