lunes, 3 de mayo de 2010

La restitución de Héctor Abad






Héctor Abad Faciolince escribió un destacable libro sobre la memoria de su padre, Héctor Abad, médico epidemiólogo y activista por la democracia y los derechos humanos en Colombia (en la foto superior). El libro es El olvido que seremos. Estas memorias están marcadas por dos hechos luctuosos: las muertes de su hermana Claudia (la pequeña violinista que aparece en la portada) , por un melanoma, y la de su propio padre, asesinado por paramilitares. Héctor Abad se afana en restituir el recuerdo de su padre, un hombre machadiano en el sentido de "bueno en el buen sentido de la palabra", apasionado respecto a las injusticias sociales, cándido en relación con el alcance de sus actos y su propia seguridad, bondadoso en todos los aspectos. El libro es casi una superación del Complejo de Isaac, cuando el protagonista e hijo, ya mayor, sabe que debe romper de algún modo los lazos poderosos que le unen con él, el padre perfecto, divino, ejemplar. Es también una radiografía de la sociedad colombiana durante cincuenta años: arbitrariedades, fanatismo, violencia política y, finalmente, la violencia novedosa de los narcos, ésa en cuya existencia el padre del escritor no pudo ni llegar a creer, tan insondable era para él algo tan cruel como absurdo.

Pero el libro es, sobre todo, un entrañable rescate de la memoria, un intento de que tras la muerte no seamos sólo olvido, un motivo recurrente y obsesivo a través de las citas literarias de Jorge Manrique, Quevedo, Shakespeare, Antonio Machado y Borges, a quien pertenece el verso que da título a las memorias; al perder la vida no somos más que olvido, es la tesis de Borges; no obstante, Héctor Abad hijo lucha contra esa condena, y deja por escrito su testimonio de una vida, no una más, sino una especial, ejemplarizante, luminosa.

El olvido que seremos es la demostración de que el héroe es un ser común que lucha contra fuerzas más poderosas... y que finalmente cae derrotado; sin embargo, su mensaje queda ahí: su vida llena de amor, conciencia y bondad es en sí imperecedera, mientras que los equidistantes, los asesinos, los que miran a otro lado nunca tendrán un epitafio tan hermoso como este libro de un hijo dedicado con todo el amor del mundo a su padre.

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