Entra el otoño, esa estación que en Galicia puede durar nueve meses. O diez. Llega el tiempo de la alergia desatada, del cambio de hora con su consabido prematuro anochecer, de los anuncios navideños dos meses antes de las fechas señaladas, de la temporada otoño-invierno de El Corte Inglés con sus semanas de La India en China, o algo así (He llegado a pensar que el otoño es un invento de la Fundación Ramón Areces. En serio.) Llega conocer las caras y los nombres de los nuevos alumnos, que no comprenden cómo no los recuerdas. Y además se irritan si no sabes cómo los llaman sus amigos: Tú le llamas Estefanía Villar, pero ella dice llamarse Fani, así, sin
apellidos. Llega el milagro de la tarde del viernes, horas consoladoras, horas de horizonte abierto, igual que llegan las lúgubres horas del domingo por la tarde (¡ay de aquél al que no le guste el fútbol!). Llega dormirse en el sofá de sobremesa, ese "desconectar" que ahora tanto usamos, así de enmaquinados estamos. Llegan también los despertares del sábado por la mañana, oyendo caer la lluvia sobre los tejados, una melodía que conduce irremediablemente a la piel, al tacto. Llega volver al rehabilitador, hacerme más radiografías, resonancias magnéticas, llevar a cabo veinte sesiones más de magnetoterapia para llegar a reparar la parte inferior derecha de mi cuerpo, cosa que no parece estar en vías de solución. Llegarán, espero, los recibos atrasados de Gas Natural Fenosa, empresa a la que tuve que llamar repetidas veces para que me cobraran de una vez (algo insólito en este mundo: un cliente rogando que le carguen las facturas). Llegará (es posible), también, la carta de ADESLAS echándome del seguro, porque con tres tipos como yo se hunde la empresa. Y tal vez llegue una carta de Gas Natural Fenosa pidiéndonos perdón por lo chapuceros que son, por lo inútiles, y, por encima, por las facturas abusivas que expenden. Me cuentan que Gas Natural Fenosa, empresa teóricamente fusionada (no así en la práctica, lo digo por experiencia kafkiana) va a rebautizarse. Se registrará bajo el título "Jerusalén". ¿Por qué? Porque ahí clavan a Cristo.(Dedicado al miserable que quiso subir el 4'8% del recibo de la luz, y al que permitió que lo subieran. )
(A Marta de la Calzada, que quizás me esté leyendo este desbarre)
5 comentarios:
La vuelta al trabajo siempre supone un bajón moral para casi todo el mundo, ya que se terminan los placeres del ocio veraniego: playa, calor, cervecita fresca, dermo-espectaculos ...
Luego llega la tristeza del otoño bien llamada depresión otoñal: reducción de horas de luz, llegada del frío, ropa mucha ropa, mismos lugares, mismos rostros, mismos problemas ...
Sin embargo no hay colorido como el del otoño, hace un par de años estuvimos unos dias en el valle de Roncal, y entre dias de (mucha) lluvia y (mas) nieve descubrí un paisaje fascinante. Habra que buscar este tipo de soluciones a la espera de la nueva temporada.
Curiosamente la primavera tambien tiene lo suyo, la astenia primaveral. Pero esto sera mejor dejarlo para dentro de unos meses
(Yo tambien tuve mis mas y mis menos pero con Iberdrola. No se cuantas llamadas y correos electronicos bajo el titulo de "historia de un desproposito" para conseguir que me pusieran mi direccion correcta)
Si al final voy a echar de menos el instituto...
Por lo menos matricularse era fácil y no había que volverse loco como para hacerlo en la universidad, que aqui nadie sabe nada y siempre tengo que preguntar en la otra punta del edificio y rellenar papeles y más papeles.
Si la vida del estudiante es la mejor que venga dios y lo vea.
Hola oscuridad, mi vieja amiga.
Al menos tu tienes la ilusion de poder enseñar, pocos alumnos tienen la ilusion de poder aprneder, sales ganando.
Relajate con "all you ever wanted" de The Black keys, te la recomiendo, si es que no la conoces ya claro.. y sabiendo que sabes lo que sabes, seguramente si.
Gracias por la confianza en mi sapiencia, pero no los conocía. La estuve oyendo en internet, y sí es buena. Gracias.
A mí no me gusta el otoño: soy de verano , como el tinto. Un amigo mío dice que le gusta el momento veraniego de la "sunset beer ". A mí me gusta ese momento y el del café de la mañana (muy temprano), el olor de las algas de la playa, la salitre en la piel... y es que verano como este ...pocos. Para mí, los colores del otoño están en Escocia : nunca vi yo tantas hojas diferentes y de colores tan preciosos:ocres, ocres-dorados, rojizos...Recomiendo a todo el que pueda dejarse caer un fin de semana por Ayrshire, tomarse un whisky Famous Grouse o similar por ej en el hotel Balmoral ( sí, donde Sean Connery se hospeda cuando va a Edimburgo) o también - y si el presupuesto no no los permite - en un hotel "off Princess St" y de cuyo nombre no puedo acordarme.
Pero si los colores de Escocia nos quedan un poco lejos, probad con los olores de las uvas de la vendimia en Cela( Bueu) , por ej; son esos olores que te transportan a la infancia y que te recuerdan que lo auténtico aún existe.
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