jueves, 9 de septiembre de 2010

La zahorra



Supe de la existencia de algo llamado "zahorra" un día de agosto de 2010, y eso que indudablemente la he pisado infinidad de veces. Como el acceso a la casa de Lornís estaba tan deteriorado, contratamos un camión para que extendiera esa tal zahorra (piedra menuda usada para pavimentos). Y lo hizo, pero tal vez por la inhabilidad del camionero, o tal vez porque pasó de todo ya que le reventó una rueda en el camino, y casi seguro que por ambas causas, el camionero nos dejó una montaña de zahorra de mi altura que tendríamos que extender en unos cincuenta metros de extensión a no ser que los coches no pudieran salir de allí, pues bloqueaba la entrada. Al ver la montañona se me cayeron las lágrimas de impotencia: imposible, me dije, con el instrumental que tenemos, del que se mofaría el hombre del Paleolítico Inferior, nunca podremos extender la zahorra.
Pero, en ese instante, se produjo un momento mágico. Ahí llegaron ellos, a cámara lenta, como sucede en las películas de acción cuando llegan los héroes o en los anuncios de perfume cuando vienen los pibones, eran ellos, Antonio (que llevaba una camiseta cuyo lema era "Yo quería ser gruhero") y Alejandro (que llevaba una camiseta cuyo lema era "Mira que ereh lerdo"), cabezas visibles de la empresa Burracón Inc., subcontratada por El Bello Gallito. Miraron al horizonte: una suave brisa despeinó sus bien cortados flequillos, se oyó en un móvil el politono de "Alegría" y uno de ellos, no recuerdo cuál, dijo "Ohú", expresión sioux que significa "Hoy es un buen día para morir". Se pusieron pala en ristre y carretilla a tutiplén. ¡Qué manera de palear, qué modo de llevar la carretilla a tope de zahorra, y con la rueda pinchada! ¡Qué despliegue, qué donosura, qué bestias! En menos de dos horas, y con la colaboración de todos los que estaban por la casa, conseguimos la titánica labor de extender la puta zahorra, ¡malhadada sea esta amalgama de tierra y piedra!
Yo, con la esperanza de comprobar que mis sobrinos eran humanos y estaban al borde del colapso de ácido láctico en músculo, les tomé el pulso. Esperaba unas 200 pulsaciones, más o menos. Pues no: cincuenta y cuatro. Como Borg, Nadal, Merckx, Indurain. Malditos sean. Ahora su padre ya no podrá decirles que el gimnasio es una mierda: se verá obligado a pagar las cuotas hasta el fin de los días.
Una vez acabada esta obra descomunal, me dije si deberíamos proponer un monumento a los héroes de la zahorra. Me imaginé un túmulo de este material, y Antonio y Alejandro subidos a él, tipo foto de Iwo-Jima, con una bandera ondulante en la que se lee "Burracón Inc.". El próximo verano nos pondremos en ello.

A Antonio y Alejandro, que han dado nuevos matices a la palabra "burracón".
Y de paso, a Toño y Manoli.
Y a mi club de fans de Almonaster la Real.
Y, por cierto, a las fans que surjan del visionado de la foto de mis sobrinos, les sugiero que se dirijan a burracon@superhotmail.com

1 comentario:

Un lerdoh que pasaba por aqui dijo...

Tras leer esta magnifica entrada tres cosas me han quedado realmente claras;
Primero, el hecho de que por mas que observe la foto mi hermano no va ha dejar de parecerme el macho alfa de los orangutanes.
Segundo, que debo urgentemente sustituir mi direccion hotmail por la de burraco.inc o por el contrario crearme un blog con dicho titulo.
Y como tercero, y no por ello menos importante, que el año proximo (le pese a quien le pese) llegaremos aun mas "petaos" con objetivo de multiplicar la efectividad de nuestra sofosticada empresa.
Un abrazo desde BurracOnuba.