No voy a hablar de Fernando Torres, que conste. Estoy acabando el libro de Brian Fagan La corriente del Niño y el destino de las civilizaciones ; había comentado en una entrada lo interesante que es su penúltimo libro, La Pequeña Edad del Hielo, y éste viene a completar el círculo de las hipótesis de Fagan. En él, fagan argumenta que una de las causas de la caída de diversos imperios a través del tiempo fue la perturbación del Pacífico llamada El Niño, y expone con datos contrastados las coincidencias que pudieron suponer que imperios distantes cayeran debido a oscilaciones climáticas extremas causadas por esa anomalía llamada de forma tan cariñosa. Trata de los mayas, la cultura Moche de Perú, el Egipto faraonico, los indios pueblo de Nuevo México y muchos más, en todos los continentes. Es realmente interesante aunque el esquema es algo simplista: está claro que siempre hemos estado a merced del clima y sus fluctuaciones, pero creo que en su bibliografía debía añadir otras variables, como las que enuncia Jared Diamond en su libro Collapse, es decir, que el clima se agravó debido a la deforestación generalizada que causaba todo imperio emergente. Con todo, lo que Fagan ya había explicado en su libro anterior queda ahora mucho más claro, y queda asimismo ese temor de estar a expensas de que una corriente salina y cálida se sumerja en el Atlántico Norte o no, o que la perturbación de El Niño oscile de un modo u otro, pues cualquiera de esas variables en un extenso periodo de tiempo pueden llevar a nuestra extinción. La última vez que no se sumergió la corriente se produjo la Pequeña Edad de Hielo, que duró seis siglos. Qué caprichosa, esa corrientilla, ¿no?
En fin, que cuanto más leo de estos temas, más me arrepiento de no poder volver a nacer y hacerme historiador de la meteorología.
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