Está al alcance de pocos usar el menú de un tugurio cutre como estribillo de una canción, y hacer que ésta no sólo funcione sino que además sea memorable ("Huevos, salchichas y una tostada, hashbrowns, chile en un bol, burgers y patatas fritas..." son algunos de los platos que oferta la camarera, siempre en el objetivo de Tom). Son las cosas que hacía Tom Waits, al que una vez más homenajeo en este blog. La canción se titula Eggs and sausage del álbum Nighthawks at the diner, y refleja el ambiente cargado, espeso e inusualmente luminoso también del último antro donde se reúnen de madrugada todos los noctámbulos de la ciudad: foráneos, escritorcillos, insomnes, músicos... Seguro que hay una referencia al cuadro de Hopper Nighthawks, uno de mis favoritos, pues pocos pintores han sabido representar la soeldad del ser humano en las urbes como el pintor norteamericano. En la canción reconocemos a aquel Tom Waits de principios y mediados de los setenta, por cuyas venas no circulaba sangre sino Jack Daniels, aquél que alegaba que era su piano quien estaba borracho y no él, aquél al que invitaban al blues (la melancolía) la recepcionistas de hoteluchos de mala muerte. Para mí, una canción inolvidable, intensa, eterna.
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