(Dedicado a Pedro Díaz, que casi me mata de un infarto)
martes, 18 de mayo de 2010
El fin según David Monteagudo
Hacía años que un libro no me enganchaba de la manera en que me ha enganchado Fin, de David Monteagudo (ed. Libros del Asteroide). El comienzo me recordó a Diez Negritos, por lo del encuentro de diversas personas en un lugar aislado; en este caso, es un grupo de amigos que se reúnen después de 25 años. El autor describe a la perfección la personalidad de cada uno de los personajes, y cuando uno cree que el clímax se va a alcanzar a través de la catarsis de las relaciones personales, un hecho cambia radicalmente la historia, y lo que parecía una novela tensa sobre la condición humana se convierte en un viaje de pesadilla hacia la nada. Y si primero hablé de Agatha Christie, ahora casi debo hablar de la pesadilla en que se constituye el último libro de Cormac McCarthy, La carretera. Y además hay un aspecto que me ha maravillado en la novela: la descripción de la naturaleza, tan ajena al devenir humano, enfatizada por un narrador testigo que nos relata con técnica cinematográfica lo fútiles que son nuestros actos ante algo mucho más poderoso. Me dolió acabar la novela, lo mismo que me costaba dejarla por las noches a sabiendas de que se hacía tarde y al día siguiente había que madrugar. No puedo menos que recomendarlo encarecidamente: es como pasar una maldición, al estilo de The Ring: el que tome la novela en sus manos quedará atrapado, y se sentirá obligado a recomendárselo a otro, tal vez para liberarse de esa desazón terrible que te va dejando a medida que progresas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Vale, me has convencido. Probaré con el libro para este verano. Respecto al infarto yo solo he querido cumplir tus deseos.
Aun estas a tiempo.
Publicar un comentario