A veces veo las noticias y me quedo pasmado.
Arrestan a unos tipejos de ETA y entran en el coche policial con una sonrisa de oreja a oreja. Más tarde, en juicio, entran sonrientes, sanos, fornidos y desafiantes, como si se hubiesen ventilado todo el chacolí y todos los pinchos de Donosti. Saludan efusivamente a sus familiares y amigos, haciendo ostentación de la risa, como si aquello no fuera con ellos, y acto seguido pasan a decir que no aceptan la justicia fascista española, y que además han sido torturados. ¿Torturados? ¿¿Torturados?? Sólo decir eso es la mayor evidencia de que a esos tipos no los han torturado en su vida. ¿Cómo se creen que entrarían en la sala si hubieran sido torturados? ¿Erguidos? ¿Bromeando? ¿Riendo? Me río yo con la ocurrencia. Tal vez si los metieran en un zulo de dos por dos metros cuadrados y los confinaran allí durante el período anterior al juicio(hablo de meses), totalmente incomunicados, no se rieran tanto. Sewría probar la propia medicina. Lástima que en un estado de derecho no se pueda usar a veces la Ley del Talión... Yo sí que me reiría.
Otro que se ríe es el inefable Camps. Antes tenía sus tendencias ruiseñas, pero de un tiempo a esta parte, desde que lo han imputado por cohecho, da la sensación de vivir permanentemente en la pista del Pachá (junto a Rita Barberá, que se parte el pecho de la risa también), vamos, que, como decimos en Galicia, "se escacha". Debe de ser que tener a la ley cerca produce efectos hilarantes, porque si no, no entiendo absolutamente nada. Yo estoy esperando esperando a que el peso de la justicia caiga sobre mí, ya que no me puedo permitir cursos de risoterapia, y habida cuenta de los efectos tan beneficiosos de la risa en nuestro organismo. Bueno, hace dos semanas me llegó una multa de tráfico, y esbocé una gran sonrisa. Es un comienzo, ¿no?
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