El empresario americano-israelí que tuvo la feliz idea de hacer una parodia (?) sobre la vida de Mahoma se ha lucido, y, además, a partir de ahora ya nunca podrá dormir tranquilo (bueno, ni él ni nadie que haya participado en la peliculilla, como por ejemplo el director, Sam Bacile, que con ese apellido...). Yo soy partidario de las parodias, como fue La vida de Brian con respecto a Jesucristo, o como fue la célebre Biblia de El Jueves, realmente hilarante, y bien es cierto que el cristianismo suele ser más tolerante que el islam en cuanto a parodias o burlas se refiere. En la película sobre Mahoma, se les fue la olla, porque no es de recibo ponerlo de pedófilo, acosador sexual, homosexual ocasional, sátiro en definitiva. Las consecuencias... Las consecuencia: el asesinato en Libia del embajador norteamericano, y de otros cuatro diplomáticos... cuando EEUU fue fundamental en la liberación de Libia de Gadafi. ¿Había necesidad de encender esos fuegos? El cenutrio de Terry Jones, pastor protestante famoso por quemar Coranes, se ha apresurado a apoyar la peli (?). Yo detesto la intransigencia de los fundamentalistas, sean cuales sean, y solo tengo que recordar el caso de Rushdie, del cómic Persepolis o, ya en España, el apoyo eclesiástico al borrado de memoria histórica, por no hablar de las innumerables guerras y tragedias (pensemos en las mujeres) que causa la religión ultra en todo el mundo. Pero esto es como si alguien en medio de un río infestado de pirañas se pusiera a afeitarse. Tiene derecho a hacerlo, claro, pero sabe a lo que se expone: como se haga un cortecito no va a quedar de él ni el lobanillo.
Yo solo querría saber quién está interesado y por qué, en encender estos fuegos que acaban siempre en piras funerarias.
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