Igual que clubes que quieren tapar fracasos deportivos con la compra de un nuevo crack, el PSOE se ha dedicado a enarbolar la bandera del federalismo, si bien creo que más que nada es por sosegar un poco a sus facciones catalano-vascas. Escribió un artículo en EL País el pasado febrero el abogado José Mª Ruiz Soroa en que exponía brillantemente los argumentos que yo comparto, es decir, que creer que el federalismo es la panacea, la piedra filosofal, la cura de los males territoriales de España es un craso error. ¿Por qué? Por tres razones.
1) España es de facto federal. El estado autonómico español concede a sus comunidades más competencia que la mayoría de los estados federales del mundo. ¿Alguien sabe discernir las diferencias entre uno y otro, si no es una mera cuestión de nomenclatura? Lo dudo. Mismos perros, distintos collares.
2)Federal no significa ser un estado aliado, al estilo que desean catalanes y vascos. Es decir: va a haber un estado central que es el que rige el país conformado por estados (vean si no Alemania, los EEUU...), y no es un régimen de café para todos. No puede ser que un estado aspire a ser soberano, indepeeniente, pero además espere que el estado del que se ha desgajado lo proteja de agresiones bélicas, lo compense en las catástrofes o le permita jugar las ligas nacionales de los deportes mayoritarios. O se es, o no se es.
3)Por último, para un estado federal hace falta un deseo o vocación de convivencia (término usado por Ruiz Soroa), y no una eterna amenaza de defección. Da igual cambiar la constitución, crear un nuevo marco de convivencia, cuando dos comunidades no quieren convivir (al parecer ese rechazo es mayoritario, aunque las urnas desmienten muchas veces las voces de las plazas) . Siempre volvería a repetirse la historia eterna: tensar la cuerda, épocas de más consenso en la bonanza económica, y de fractura durante las crisis. Qué tedio. Qué hartos estamos el resto de todas estas mandangas, que lo único que persiguen es la consolidación total de un partido y una clase social en ese nuevo estado, del que esos pocos se repartirían un botín que, según su imaginario, les pertenece por una ley no escrita, más antigua que las piedras del camino, una ley ungida también por dioses ancestrales o figuras épicas.
Ruiz Soroa asimismo afirmaba que la única posibilidad de un estado federal español sería que se independizasen Cataluña y el País Vasco. Es posible que tenga razón. Es estúpido pensar que de ahora en adelante no van a seguir con los mismos procedimientos.
Por tanto, yo recomendaría la "receta Amish". En la comunidad Amish, en los EEUU, hay una norma: al llegar a la mayoría de edad, se permite a los jóvenes a salir por el mundo durante un año. Si una vez pasado el año los jóvenes deciden no regresar, nunca podrán volver a la comunidad, con todas las consecuencias. Si, por el contrario, deciden volver, lo harán aceptando todas las normas y restricciones sin rechistar. Tal vez deberíamos dar un año Amish a algunas comunidades, y que de una vez por todas se decidiesen a irse o quedarse. Y que se acabase de una vez por todas este rollo tedioso e impostado.
1 comentario:
En nombre del nacionalismo ha habido más sangre que por cualquier otro motivo, tal vez excepto la religión (que no deja de ser un tipo de nacionalismo mas etéreo o espiritual). Hay demasiada demagogia alrededor que busca culpar de todos sus problemas a alguna sociedad, nación ... cercana que es la explotadora y causante de todos sus males
Es perverso porque quiere hacer creer que un grupo muy determinado es mejor que otro por el mero hecho de serlo (a veces se disfraza el motivo bajo supuestos divinos, de adn, de historia...). Y lo que es peor, normalmente es el otro grupo el causante de todos sus males y entonces la solución al problema siempre pasa por ese otro: someterlo, eliminarlo.
En todo caso lo peor del nacionalismo no es el propio nacionalismo, si no la ignorancia de todos nosotros que somos incapaces de ver que, como bien dices tu, los nacionalistas solo quieren utilizar al pueblo para crear su propia clase dirigente desde la que medrar y enriquecerse.
Somos auténticos borregos.
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