Hace años le preguntaron a garcía Márquez, ya Nobel, si leía autores nuevos. Márquez dijo que no, que solo se permitía leer clásicos, ya que estos nunca le fallaban, e incluso podía aprender de ellos, porque, como veía que el tiempo pasaba implacablemente, no quería arriesgarse a perder ese tiempo suyo y privado con algo de calidad aún no contrastada. A mí me pareció algo mezquino, sinceramente. Si los autores o editores mayores hubieran hecho lo mismo, él habría sido solo un periodista más de Colombia, y no un autor de fama universal. Y además, le afeo a Márquez algo para mí espantoso y triste a la vez: la falta de curiosidad. Sospecho que estoy en los antípodas (sí, señoras y señores, es "los", aunque todos, y yo incluido, digamos "las", pero hay que dignificar los blogs, que nos pone todo el mundo a escurrir) de García Márquez. Para mí no hay nada que se iguale a descubrir un libro nuevo que me apasione, una música que me llegue al alma, una película que me deje clavado en el asiento, pensando y gozando. Benjamin Black/John Banville, John Connolly, Alberto Méndez, Elliott Smith, I Am Kloot, Donnie Darko, Mister Nobody, Joe Henry, Micah P Hinson, Fin de Monteagudo, Juego de tronos, Roma, Friends, Pájaro Sunrise... Si me hubiera quedado en casa leyendo a Mateo Alemán, o unas églogas, o un novelón del siglo XIX, no habría tenido el tiempo ni las ganas de conocer todas estas cosas en los últimos quince o veinte años de mi vida.
El día en que no sienta ya curiosidad por nada, ese día que certifiquen mi defunción.
Por cierto, ya que he nombrado Fin, ahí podéis ver el tráiler de la película, de inminente estreno global.
Bye bye, pelouros
1 comentario:
El año en el que empecé la carrera en Santiago ( 1980) descubrí a Isaac Bashevis Singer y durante un tiempo ese "hallazgo" me marcó.Lo mismo me pasó al descubrir a ciertos actores, músicos, películas a través de amigos mayores que yo.
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