¿Por qué eras siempre tú el que se estaba duchando en una mañana invernal cuando se acababa la bombona?
¿Por qué si se cae una moneda al suelo siempre acaba debajo de un sofá o entre las patas de una mesa?
¿Adónde van los calcetines que se pierden en casa?
¿Quién mueve cada noche las columnas del garaje?
¿Por qué las gaviotas siempre atascan el desagüe que está encima de tu piso?
¿Quién provoca el apagón que te sorprende escribiendo en el ordenador un trabajo ineludible?
¿Por qué es justamente en navidades cuando las broncas familiares llegan al paroxismo?
¿Por qué el chorro del fregadero siempre apunta a una cuchara?
¿Por qué justamente el día en que no observas por la mirilla le abres a agentes de Iberdrola/Fenosa/ACNUR/Planeta Agostini?
¿Qué mano invisible dirige la mano de un niño, embadurnada de chocolate, a la pared de la habitación recién pintada?
¿Qué ser horrendo y cruel hace desaparecer el papel higiénico justo cuando tus tripas se manifiestan en cascada?
Son misterios domésticos, insolubles, como el Cola Cao original.
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