Pepe y Manolo pasean por la calle. Pepe ve a Joaquín, que es su vecino, y que regresa a su casa.
Pepe: ¡Joaquín! ¡Acabó de llegar de Porriño y me enteré de que había muerto tu gato, el que tienes en la finca!
A Joaquín casi le da un patatús, pues no tenía ni idea de la noticia. Se vuelve a casa cabizbajo.
Manolo: Pero, Pepe, tú eres un animal. No se pueden dar las noticias así.
Pepe: ¿Y cómo se dan?
Manolo: Pues mira. Primero deberías mandarle un correo diciéndole: "Joaquín, tu gato acaba de subirse a un árbol". Después, le mandas otro: "Joaquín, tu gato se ha caído del árbol". Más tarde le dices: "Joaquín, tu gato está en el hospital, y la cosa no pinta bien". Y por último le mandas el e-mail definitivo: "Joaquín, lo siento mucho: tu gatito ha fallecido".
Pepe: Ah, o sea que hay que hacer así.
Manolo: Pues claro, burro.
Un mes más tarde Manolo se fue del pueblo para trabajar en la ciudad. Estaba en el despacho de su empresa cuando recibió un escueto mensaje electrónico de Pepe:
"Manolo: tu abuela se acaba de subir a un árbol".
Bien: ya sabéis lo que hay que hacer. De nada.
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