Tenía catorce años, y hacía un par de ellos que no iba a misa (lo cual era obligatorio pese a que solo mi padre asistía a la iglesia); la estratagema era decir que iba el sábado por la tarde para no tener que ir el domingo por la mañana. Funcionó durante un tiempo, pero nunca la dicha es eterna.
Un sábado estaba yo en la cocina cuando llegó mi padre. Se sentó a mi lado, y percibí que algo iba mal. Estaba serio y ceñudo. Y entonces empezó el interrogatorio: Javier Otero se convirtió en Papá Polígrafo.
Papá Polígrafo: "¿Fuiste hoy a misa?
Yo: "Sí"
Empezó a temblarme la pierna.
Papá Polígrafo: "¿Quién dio la misa?"
Yo: "Lequetura"
"Lequetura" era el sobrenombre de un cura de la parroquia de San Pedro, ya que enfatizaba en exceso el grupo -ct-, añadiéndole una "e" entre ambas consonantes, lo cual se puede considerar una epéntesis (qué pedantón me he levantado hoy). Siempre empezaba así: "Lequetura del Santo Evangelio según San ...". ¡Bien! La respuesta fue correcta.
Papá Polígrafo: "¿De qué habló en la homilía?"
¿Cómo? ¿Pero es que alguien atendía durante la homilía? ¿Qué podía decir?
Yo: "No sé..."
Aceptó la respuesta, seguramente al ser consciente de que él tampoco atendía en las homilías. Me iba salvando.
Papá Polígrafo: "¿Y pidieron?"
Se refería a si habían sacado el cepillo para financiar alguna obra en la parroquia. Me la jgué.
Yo: "No"
Craso error. La respuesta era "Sí". Llevaban más de un mes recaudando para la calefaccion, pero yo eso lo ignoraba, claro.
Se produjo un tenso silencio que aproveché para huir a lka salita y fingir que estudiaba matemáticas. Oí sus pasos detrás. Me giré. estaba pálido de ira. Muy, muy cabreado. Estas fueron sus palabras:
Papá Polígrafo: "¡A ti te voy a aplicar yo un 3-3-4!"
Se fue a su habitación. No sé qué significaba para él, alma de futbolista al fin y al cabo, esa táctica futbolística, pero seguro que era algo muy, muy chungo. No le culpo: imagino que yo, como benjamín de la familia, era su última esperanza de que algún hijo le saliera medianamente religioso, y fui a salir exactamente todo lo contrario.
Por la noche mi madre vino a mediar para que fuera con mi padre a misa al día siguiente. Bufé, e incluso le dije a mi madre que fuera ella también, ya puestos, pero ella afirmó que no iba porque estaba enfadada con la Iglesia, extraño argumento, vive Dios. Yo también lo estoy, argumenté, y desde siempre. Pero fue inútil.
Al día siguiente fui a misa con papá. Fui bueno: hasta fingí que rezaba. Al acabar la misa, salí de la iglesia de San Pedro de Ponferrada (la de la foto), horrenda imitación en ladrillo de una catedral gótica, sin mirar atrás. Fue la última vez que fui obligado a la iglesia. Me sentí libre, tan libre como Papillón.
Sin embargo, rompiendo una lanza por mi padre, debo decir que en temas religiosos siempre ha sido coherente: por ejemplo, a él no le hubiera gustado que mis hijos hicieran la comunión, sabiendo que no soy creyente, ni que me hubiera casado por la iglesia, por poner otro ejemplo. Eso es coherencia, que es algo de lo que casi todo el mundo carece cuando hablamos de bautizos, bodas, etcétera, etcétera. Nos entendemos, ¿no?
(A mi padre, que después de todo no me aplicó el 3-3-4)
Un sábado estaba yo en la cocina cuando llegó mi padre. Se sentó a mi lado, y percibí que algo iba mal. Estaba serio y ceñudo. Y entonces empezó el interrogatorio: Javier Otero se convirtió en Papá Polígrafo.
Papá Polígrafo: "¿Fuiste hoy a misa?
Yo: "Sí"
Empezó a temblarme la pierna.
Papá Polígrafo: "¿Quién dio la misa?"
Yo: "Lequetura"
"Lequetura" era el sobrenombre de un cura de la parroquia de San Pedro, ya que enfatizaba en exceso el grupo -ct-, añadiéndole una "e" entre ambas consonantes, lo cual se puede considerar una epéntesis (qué pedantón me he levantado hoy). Siempre empezaba así: "Lequetura del Santo Evangelio según San ...". ¡Bien! La respuesta fue correcta.
Papá Polígrafo: "¿De qué habló en la homilía?"
¿Cómo? ¿Pero es que alguien atendía durante la homilía? ¿Qué podía decir?
Yo: "No sé..."
Aceptó la respuesta, seguramente al ser consciente de que él tampoco atendía en las homilías. Me iba salvando.
Papá Polígrafo: "¿Y pidieron?"
Se refería a si habían sacado el cepillo para financiar alguna obra en la parroquia. Me la jgué.
Yo: "No"
Craso error. La respuesta era "Sí". Llevaban más de un mes recaudando para la calefaccion, pero yo eso lo ignoraba, claro.
Se produjo un tenso silencio que aproveché para huir a lka salita y fingir que estudiaba matemáticas. Oí sus pasos detrás. Me giré. estaba pálido de ira. Muy, muy cabreado. Estas fueron sus palabras:
Papá Polígrafo: "¡A ti te voy a aplicar yo un 3-3-4!"
Se fue a su habitación. No sé qué significaba para él, alma de futbolista al fin y al cabo, esa táctica futbolística, pero seguro que era algo muy, muy chungo. No le culpo: imagino que yo, como benjamín de la familia, era su última esperanza de que algún hijo le saliera medianamente religioso, y fui a salir exactamente todo lo contrario.
Por la noche mi madre vino a mediar para que fuera con mi padre a misa al día siguiente. Bufé, e incluso le dije a mi madre que fuera ella también, ya puestos, pero ella afirmó que no iba porque estaba enfadada con la Iglesia, extraño argumento, vive Dios. Yo también lo estoy, argumenté, y desde siempre. Pero fue inútil.
Al día siguiente fui a misa con papá. Fui bueno: hasta fingí que rezaba. Al acabar la misa, salí de la iglesia de San Pedro de Ponferrada (la de la foto), horrenda imitación en ladrillo de una catedral gótica, sin mirar atrás. Fue la última vez que fui obligado a la iglesia. Me sentí libre, tan libre como Papillón.
Sin embargo, rompiendo una lanza por mi padre, debo decir que en temas religiosos siempre ha sido coherente: por ejemplo, a él no le hubiera gustado que mis hijos hicieran la comunión, sabiendo que no soy creyente, ni que me hubiera casado por la iglesia, por poner otro ejemplo. Eso es coherencia, que es algo de lo que casi todo el mundo carece cuando hablamos de bautizos, bodas, etcétera, etcétera. Nos entendemos, ¿no?
(A mi padre, que después de todo no me aplicó el 3-3-4)
1 comentario:
¿3-4-3?, ¿3-4-3? ... Pues no se yo tampoco, pero lo que si tengo absolutamente claro es que bajo la
capa mundana de tu padre se esconde un cientifico extraordinario, un hombre adelantado a su tiempo
que sabiendo como es el mundo se niega a hacerle participe de sus descubrimientos, porque si no !! a ver que me explique alguien como es posible que una persona que nunca se ha puesto a los mandos de un coche te lo encuentres a las seis de la tarde paseando por Villar de los Barrios y a las nueve la veas saliendo de una bodega en Villafranca del Bierzo!!!. Yo siempre he pensado que en algun lugar esconde
un mini-artilugio de teletransportacion y cual capitan Kirk se pasa el dia yendo de un lugar a otro.
Yo tambien tengo mi aventurilla de mentiras pero la mia estuvo a punto de mandarme al paredon. Fue
durante la mili cuando el capitan me pillo escibiendo una carta en el ordenador a mis compañeros de
trabajo y se dio cuenta de que intentaba ocultarla con una maniobra mas bien ridicula. Cuando me dijo que se la enseñara me ví en una prision militar, y no es broma, porque lo que la carta decia del ejercito era para un consejo de guerra. No es facil de describir lo que se siente cuando tienes a un tio con galones
delante y un papelito en tu mano poniendo verde a todo el estamento. Menos mal que le reconoci que estaba haciendo algo que no debia, que tuve un recurso de ultimo momento para enseñarsela en la pantalla de forma "rara" que solo le permitio ver el final y que se apiado un tanto de mi. Al final me libre con una semana
de arresto en el cuartel porque a lo mejor hoy todavia estaba a la sombra (y lo que algun compañero que tuvo el placer de visitar las prisiones militares contaba de ellas daba miedo).
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